“En Egipto no eres libre para vivir”

Mié, 21/08/2013 - 05:38
Hace siete años decidió convertirse al islam. Lejos de su natal Perú, Zinab Hassan encontró el amor de su vida en Egipto, a donde se mudó en busca de sus sueños. Hoy, aquella tierra prometida es
Hace siete años decidió convertirse al islam. Lejos de su natal Perú, Zinab Hassan encontró el amor de su vida en Egipto, a donde se mudó en busca de sus sueños. Hoy, aquella tierra prometida está convertida en un infierno. La situación del país africano tiene a esta mujer con dos hijos, al borde de la desolación. “Vivo en Alejandría, donde quedan las playas egipcias. Aquí no es tan dramático como en El Cairo. Sin embargo, hubo una manifestación el día de hoy y se habla de 25 muertos. Esperamos que la situación cambie. No se ve que esta situación pueda calmarse pronto”, relata consternada. “El ejército está matando a la gente, ellos respetaron el mes del ramadán, pero después que terminó el tiempo, atacaron con aviones, con todo. Han hecho una matanza, la gente está muriendo como ganado”. Egipto, Kienyke "Los heridos que quedan los queman para que no se les pueda reconocer. No les interesa si son hombres, mujeres o niños." La situación para Zinab no es nada fácil. Aterrorizada, cuenta que no sale de casa, en la que se mantiene resguardada con sus dos pequeños hijos: Abdullah y Dianzia. Ellos han abandonado la televisión. “Los niños ya no ven dibujos animados porque a toda hora están las noticias en la TV. El mayor es consciente (Abdullah) de la situación y a menudo me consulta”. Su esposo no es así. Khaled Hassan, quien heredó su apellido a su mujer peruana, es oriundo de Egipto. Barbado, de poco pelo, para él la lucha, más que supervivencia, es un compromiso que mantiene con la patria. “Tengo ciudadanía africana y puedo salir con mi familia en cualquier momento, pero no voy a dejar a mi país en esta situación. Me toca defender los derechos para mí y mi gente, para vivir en un país en democracia”, afirma Khaled. Lejos de quedarse en palabras, el aguerrido egipcio sale a protestar cada día. Sin fusil en mano, solo con la voluntad como escudo, ha estado al filo de la muerte; la misericordia de Dios lo mantiene con vida. “ Hoy estuve en una manifestación, mataron un amigo mío y cuarenta personas más. Aquí todo está igual o va camino a lo que sucedió en Siria”, dice con una mezcla de valor y tristeza. Khaled Hassan, Kienyke Zinab y Khaled solían sonreír a lo largo del mundo. Hoy, todo es indignación.  Para Khaled no es  una situación extraña. Antes del ramadán, cuando se veía venir lo que ahora sucede en el país, el templo de Alá fue profanado por fuerzas militares. “Ellos se metieron a la mezquita mientras estábamos rezando, no teníamos armas ni nada y cuando tratamos de defenderla, empezaron a matar uno por uno como a un pájaro en un árbol”. Dice defender a su país. El pueblo ancestral, que perdió la democracia tras el derrocamiento del presidente Mohamed Mursi, enfrenta horas llenas de incertidumbre. “Mohamed Mursi tuvo muchos errores pero eso no justifica que lo hayan puesto en una cárcel. Ahora los militares han tomado el poder y tienen armas mientras que nosotros tenemos solamente a Dios”, señala Khaled. La situación se complica tras la confirmación de la salida de prisión de Husni Mubarak. El expresidente de Egipto, quien duró 30 años en el poder, fue condenado a cadena perpetua el año pasado por la muerte de más de 800 personas en la revuelta que derivó en el fin de su mandato en 2011. Sin embargo, tras el ascenso de las fuerzas militares Mubarak quedará en libertad en las próximas horas, algo que indigna a Zinab y Khaled. Mubarak, Egipto, Kienyke Un tribunal egipció decretó la libertad de Husni Mubarak que había sido condenado a cadena perpetua por delitos de lesa humanidad “A Husni Mubarak lo están juzgando por muchos crímenes contra la humanidad y ahora resulta que saldrá libre en los próximos dos días. Nadie lo va a juzgar por las manifestaciones y masacres que existieron en 2011 cuando él fue derrocado”, comenta la mujer en un tono desolador. Sin embargo, el panorama no la hace pensar en regresar a Perú. En medio de la zozobra, Zinab Hassan valora el apoyo de la delegación diplomática de su país. “La embajada de Perú está en constante comunicación con nosotros. Una amiga es la presidenta de la comunidad peruana, todos estamos en contacto pero lo mejor es mantenernos en las casas”. La religión islámica le ha entregado hermanos, no de sangre, sino en la fe. Ellos la pasan muy mal en El Cairo, a la distancia de Alejandría, lo que sucede en la capital egipcia es un infierno: “La situación en El Cairo es muy difícil. No les interesa si son hombres, mujeres o niños, les disparan a matar”. Lo que más disgusta a Zinab es la indolencia que muestra el mundo con Egipto. Escudados en la lucha contra el terrorismo, los militares gozan de apoyo de algunos países, entre ellos Estados Unidos, quien considera a Egipto aliado clave en el territorio musulmán. “Hace dos días habló un representante del estado egipcio diciendo ‘Egyptians fighting terrorism’, expresando que ellos están luchando contra el terrorismo y lo que han promovido es el odio. ¿A dónde vas a reclamar las injusticias, a donde vas a reclamar las muertes?” Su amor al islam no concibe la ‘masacre’ que está sucediendo entre personas que adoran al mismo Dios. La dimisión no diferencia quién es terrorista y quién no, “ellos están diciendo -tu eres musulmán, entonces eres terrorista-, y no es que seamos terroristas, estamos pidiendo por nuestros derechos”. Mientras la oscuridad abraza al país africano, Zinab y Khaled esperan que el clamor del pueblo triunfe, aunque ambos manifiestan que las esperanzas escasean: “El pueblo seguirá luchando por su derecho de vivir en un país en democracia, levantando la voz. Tratando de hacernos escuchar aunque nadie lo hace. Es un sentimiento de tristeza, de no poder hacer nada. No eres libre para vivir”.
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