Godofredo defiende al Procurador y a Uribe

Jue, 12/05/2011 - 05:28
Soy Godofredo Cínico Caspa, heraldo de los sagrados evangelios, sustentador del Sagrado Corazón, abogado titulado y último bastión de la moral en este país que anda manga por hombro, podrido por
Soy Godofredo Cínico Caspa, heraldo de los sagrados evangelios, sustentador del Sagrado Corazón, abogado titulado y último bastión de la moral en este país que anda manga por hombro, podrido por las ideas liberales y las nefastas influencias del marxismo. Ante los embates contra un hombre puro y traslúcido por parte de las lesbianas, los abortistas, los comunistas, las prostitutas, la oposición y demás ralea pecaminosa y ya condenada a los círculos del Averno, debo salir en defensa vehemente ‒cual cruzado armado de la fe en la Gran Obra de  Monseñor Escrivá de Balaguer, de la cual los justos hacemos parte‒ de ese ser tocado por la virtud, de ese prohombre venido del calvario cachiporro de las breñas de Santander: me refiero, claro está, al ojalá en un futuro y tras su transfiguración al paraíso, beato doctor Alejandro Ordóñez Maldonado. ¡Loor y dignidad, libertad y orden, cruz y espada… carajo! En uno de sus espléndidos raptos de lucidez y de gran vena literario-jurídica dijo este hombre prez de la Iglesia y adalid de la Santa Inquisición: "se está cambiando el Estado Social de Derecho por el Estado Social de los deseos". Frase salida sin duda de un prístino vuelo místico, comparable a las evanescencias fulgurantes de la rapsoda de Dios, nuestra tunjana Sor Josefa del Castillo y Rada, enemiga fundamental de la hedionda Inés de Hinojosa,  tras-tatarabuela de ese ser lujurioso y vesánico que es el tal Antonio Morales Riveira, quien dice que yo le entregué los derechos de mis textos. Y se refería  (carajo, me dan ganas de decirle por su nombre) si, se refería Monseñor, a las bestialidades anti católicas de la herética Corte Constitucional frente a la inaceptable despenalización del aborto. Frase magna que sin duda hace parte no solo de la doctrina católica sino de aquella gran filosofía que es el “corpus de doctrina” de Álvaro Uribe, co-escrito con mi sobrino Obdulio Cínico. Muy bien hace el virtuoso en descalificar. Así se construyó un Estado de Opinión, enhorabuena, durante los divinos años de 2002 a 2010. Como en otras ocasiones, ese gran colombiano, ese soldado de Cristo, ese vicario defensor de los derechos de los señalados, de los elegidos, salta al corte de las pretensiones de la guacherna impía, que quiere y ha querido montarnos un sedicioso Estado Social de Derecho en esta gran finca regalada por la mano de Dios, que el altísimo nos ha dado a los blancos para seguir cristianizando a la aleve indiada, a la mesticidad promiscua, a la negramenta lasciva y al mulataje perezoso. Como en aquellas grandes ocasiones, en aquellas gestas cuando, quiero decirlo de manera clásica, Alejandro el Grande logró, por ejemplo, crear la figura epónima de la Farcpolítica para hacernos ver que así como había parapolítica (invento de la bigornia, de la manguala Polo-liberal), era una necesidad del uribismo equilibrar la balanza. Por ello se le quitó la espuria  credencial a la hoy fugitiva africana Piedad Córdoba (lo digo así por precaución, para que no me tilden de racista, aunque debo decir que ello me honra). Ahora le propongo al Procurador que le quite también el apellido, pues no merece el héroe José María compartir su estirpe con dicha intrusa de dudosos genes. Como en aquella ocasión en que el iluminado Procurador decidió ampliar su condición de jefe del Ministerio Público, para ser también el jefe del legado de los huevitos de nuestro gran Supremo Álvaro Uribe Vélez. ¿O es que carajo, no tiene derecho el doctor Ordoñez a perseguir políticamente a los enemigos del uribismo?  Si para eso está el poder, para eso lo eligieron democráticamente, para que castigue con su rejo meteórico a todo lo que sea contrario a la fe, el dogma y la cristiana hostia. Bien hace en interpretar la gran doctrina de su excelencia el presidente Uribe, cuando expresa que quien no está con él puede, tiene o debe ser un terrorista. Tendencia que el doctor Ordóñez interpreta a cabalidad. El poder está hecho ‒y ustedes me perdonarán el vernáculo lenguaje‒ para joder a los adversarios. ¿Cual neutralidad? Seamos honestos. El poder es para acabar a los enemigos y para reprimir a los trabajadores para que no se levanten a joder el orden sagrado del universo. Ejercer el poder es declarar libres de culpas a monolitos de la talla moral como Sabas Pretelt,  al exsenador Carlos García Orjuela, al exministro Diego Palacios, al ex director del Das Jorge Noguera , si  ese “buen muchacho” ¡y qué!  guerrilleros de las columnas, ¡les doy en la jeta maricas! Ejercer el poder es beneficiar a grandes beneficiadores de la gente decente como Andrés Felipe Arias, es destramar el embeleco polista de las chuzadas y declarar inocente a Bernardo Moreno o limpiar la hoja de vida del exsuperintendente de Notariado y Registro, José Félix Lafaurie. ¿Cuál decisión más noble y majestuosa como en aquella ocasión cuando su señoría, el magno purpurado-laico, exoneró de cargos al hoy injustamente condenado por los hampones de la Fiscalía general Rito Alejo del Rio? Quien, además, lo único que hizo fue poner en cintura a la subversión  desarmada y ocasionar un mínimo de bajas colaterales que salvaron regiones del país del horror del leninismo. ¡Nuestra historia bananera bien vale unas masacres! Y es que carajo, el doctor Ordóñez tiene el derecho y la obligación partidista de dejar libres de cargos a gentes que le han prestado insignes servicios a la gente de bien, a las clases destinadas por la divinidad al mando y a usufructuar la tierra y las tierras. Ningún rico puede ser malo, carajo. Es imposible que un político de derecha sea  venal o corrupto. Somos la ética, ¡columnistas terroristas!, somos la moral ¡leones valencias del inframundo! ¿Cuál “Procurador de bolsillo”? Lo que tenemos es un “Procurador de pantalones”, de suspensorios carajo, con unas huevas enormes para tomar las más impopulares decisiones. Un Procurador –quienes estamos a su lado físico y vamos al mismo confesionario con Yamhure-  lo sabemos a quien, benemérito, le ha dolido inmensamente molestar  a Samuel Moreno, un alcalde que entendió para qué es el poder y abandonó las peligrosas veleidades de igualdad y demás crímenes de la izquierda. Un alcalde que se unió a la gesta de quienes saben para que es estar arriba. Y ese fue su “delito” el de ser fiel a una clase, a unos contratos, a una capitana, a una linda tradición iniciada por su abuelo, nuestro épico general Rojas Pinilla, que tanto le sirvió a la democracia. Ya me ocuparé en futuras columnas de la defensa de los buenos muchachos Nule. Argumentada la defensa de su eminencia, debo una vez más  darle gracias a quienes en el Congreso votaron por él. Gracias especiales al entonces senador Gustavo Petro que entendió la necesidad de poner a un templario al frente del poder de fiscalización del Estado.  Doctor Petro, aunque usted dice no ser religioso, créame que los Santos se lo pagarán debidamente.
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