Un sufrimiento moderno: el colon

Mié, 17/09/2025 - 13:49
Lo que pensamos y sentimos afecta directamente nuestra digestión, y que lo que ocurre en el intestino influye en nuestro estado de ánimo. De ahí la famosa expresión: “tengo un nudo en el estómago”. No es metáfora, es biología pura.
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Cortesía Julien Tromeur

El colon se ha convertido en uno de los órganos más castigados por el estilo de vida contemporáneo. Millones de personas conviven a diario con gases, inflamación, dolor abdominal, estreñimiento, diarreas recurrentes o una sensación constante de incomodidad que limita su calidad de vida. Lo que muchos llaman “colitis nerviosa” o “colon irritable” no es solo un problema digestivo: es el reflejo de una época marcada por el estrés, la mala alimentación y el descuido de nuestra conexión cuerpo–mente.

El colon y el cerebro: una autopista invisible

Durante décadas se pensó que el intestino era un órgano secundario, encargado únicamente de procesar alimentos. Hoy sabemos que esto es un error. El colon está íntimamente conectado con el cerebro a través del nervio vago, un verdadero cable bidireccional que transmite señales eléctricas y químicas.

Esto significa que lo que pensamos y sentimos afecta directamente nuestra digestión, y que lo que ocurre en el intestino influye en nuestro estado de ánimo. De ahí la famosa expresión: “tengo un nudo en el estómago”. No es metáfora, es biología pura.

El colon produce neurotransmisores como la serotonina, relacionados con la felicidad y la calma. Si se inflama, también se altera la producción de estas sustancias, generando irritabilidad, tristeza o ansiedad. A la inversa, cuando estamos estresados, el cerebro envía señales que alteran la motilidad intestinal, creando un círculo vicioso difícil de romper.

La dieta industrial: enemigos silenciosos

No podemos hablar del sufrimiento del colon sin mencionar lo que comemos. En las últimas décadas, la industria alimentaria ha invadido la mesa con productos ultra procesados y transgénicos. Cereales refinados, azúcares añadidos, grasas hidrogenadas, bebidas con colorantes y conservantes.

Incluso alimentos que deberían ser naturales —como el tomate, el maíz, las frutas y las verduras— han sido alterados genéticamente o tratados con químicos para acelerar su producción y aumentar su duración en los estantes. El colon, diseñado para reconocer y procesar nutrientes auténticos, se encuentra desconcertado frente a estas sustancias artificiales. Como defensa, se inflama, produce gases y activa mecanismos de rechazo que, a la larga, deterioran la mucosa intestinal y generan intolerancias.

El resultado: una epidemia silenciosa de malestar digestivo. Jóvenes y adultos sufren intolerancia al gluten, a la lactosa o a la fructosa, no tanto porque el cuerpo “falló”, sino porque los alimentos dejaron de ser lo que eran.

Emociones que enferman el colon

El colon también es un espejo de nuestras emociones. El miedo, la rabia reprimida, la ansiedad y la frustración crónica tensan el sistema nervioso y se descargan en el aparato digestivo. De ahí que la colitis nerviosa se considere una enfermedad psicosomática: no surge de un virus o una bacteria, sino de la forma en que vivimos y gestionamos nuestro mundo emocional.

Personas que guardan silencio frente a injusticias, que se someten a trabajos insoportables, que viven en relaciones tóxicas o que nunca expresan lo que sienten, cargan literalmente ese peso en el vientre. El colon, incapaz de procesar esas emociones, responde con espasmos, inflamación y dolor.

A los factores emocionales y dietéticos se suman otros hábitos nocivos:

  • Comer rápido, sin masticar.
  • Saltarse comidas o atiborrarse en exceso.
  • El sedentarismo, que enlentece la motilidad intestinal.
  • El abuso de antibióticos, que destruye la flora bacteriana protectora.
  • Dormir poco y mal, lo que altera los ritmos digestivos.

Cada decisión cotidiana se convierte en una suma de agresiones contra un órgano que, aunque silencioso, no olvida.

La importancia de consultar al especialista

El colon no debe tratarse con ligereza. La automedicación con antiácidos o remedios caseros puede aliviar momentáneamente, pero no resuelve el problema de fondo. Visitar al gastroenterólogo y realizar exámenes de base (endoscopias, colonoscopias, pruebas de intolerancias, análisis de flora intestinal) es fundamental para detectar a tiempo alteraciones graves o enfermedades asociadas.

 Cuando el colon enferma en serio, los tratamientos con medicamentos suelen ser costosos, prolongados y desgastantes. Muchos pacientes pasan meses —incluso años— intentando recuperar la normalidad, gastando fortunas en medicamentos, consultas y dietas restrictivas. Prevenir siempre será más barato y menos doloroso que curar.

Guías sencillas para aliviar al colon

Konciencia
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Cortesía Jacopo Mairelli

No existen fórmulas mágicas ni dietas universales, pero sí prácticas sencillas que pueden mejorar de manera notable el estado del colon:

1. Cuidar la alimentación.

  • Reducir ultraprocesados y azúcares refinados.
  • Buscar alimentos lo más naturales posible, de origen local y sin químicos.
  • Aumentar la fibra natural (frutas, verduras, legumbres).
  • Incluir fermentados que fortalezcan la microbiota (yogur natural, kéfir, chucrut).
  • Beber suficiente agua durante el día.

2. Comer despacio

  • Masticar bien permite que el colon reciba los alimentos semi-digeridos y no tenga que esforzarse de más.

3. Manejar el estrés

  • Respiración profunda, meditación, caminatas y actividades placenteras reducen la tensión que recae sobre el intestino.

4. Higiene del sueño

  • Dormir 7 a 8 horas regenera tanto al cerebro como al sistema digestivo.

5. Movimiento diario

  • Caminar, nadar, bailar o andar en bicicleta favorece la motilidad intestinal y disminuye la inflamación.

6. Atender las emociones

  • Terapia, escritura o diálogo sincero ayudan a liberar lo que el colon no puede digerir por sí solo.

Mensaje de nuestro colon

“Yo no soy solo un tubo olvidado en tu cuerpo. Soy un guardián silencioso de tu salud física y emocional. En mí se reflejan tus prisas, tus rabias calladas, tu alimentación alterada y tus silencios emocionales. Cuando me inflamo y te hago sentir dolor, no lo hago para castigarte, sino para avisarte que algo en tu vida no está siendo digerido.

Escúchame antes de que sea tarde. Dame descanso, dame alimentos limpios, dame emociones sinceras. Visita al médico cuando te lo pido y no me ocultes bajo remedios rápidos. Yo no quiero enfermarte, quiero ayudarte a vivir mejor. Si me cuidas, yo cuidaré de ti. Ese es mi mensaje.”

Creado Por
Armando Martí
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