Hemos visto cómo en los más recientes días del almanaque una gran mujer ha sido la protagonista en la movida global. Sí, es María Corina Machado Parisca. Es bien difícil acertar con un calificativo que abarque la grandeza de esta aguerrida y patriótica mujer, que se ha jugado literalmente el pellejo por su dolorida nación. Los adjetivos se hacen ínfimos para calificar a esta guerrera venezolana; es poco el Nobel para ella. Lo que esta haciendo y que seguro va a lograr, pasará a la historia desvaneciendo la posibilidad de la expansión comunista en la región. Esto es propio de una heroína, por decir lo menos.
Con ocasión de la ceremonia de entrega del Nobel de Paz 2025 a María Corina, el bueno de Juan Lozano dijo algo que quisiera analizar en estas líneas editoriales. “Hay premios Nobel que no queda bien dados, hay premios Nobel de Paz que no han sido justos, pero si hay alguno justo, merecido, que alegra el alma de los demócratas y de quienes no quieren las tiranías, es este que le entregaron hoy a María Corina Machado”. Es lo mínimo cuando se es del nivel de estoicismo y valía de esta incomparable mujer. He creído y sigo pensando que María Corina, es un ejemplo de humanismo absoluto; ejemplo de lucha y perseverancia a costa de la propia existencia, que es el tesoro por antonomasia más preciado y de mayor preservación y resguardo, de los seres vivos. Nuestra valerosa patriota del hermano país, va más allá de la entrega abnegada y decidida, que inclusive, una persona con férrea determinación pudiera tener por los fines democráticos de su país. Es portadora de unas características patrióticas absolutamente arraigadas en su corazón; en su entraña. La define un sentimiento nacionalista que la compromete al punto de poner los colores de su bandera, por encima de su familia, de sus intereses y obligaciones más íntimos como madre; como cabeza de familia e integrante fundamental de su núcleo familiar. Y como todas estas condiciones naturales de las personas van en el ADN, pues se heredan y a fe que Ana Corina, su hija, que lleva esa misma genética de grandeza, la representó con lujo y altura en la audiencia del ayuntamiento de Estocolmo, al recibir el galardón creado por Alfred Bernhard Nobel, en nombre de su madre. Las palabras, la actitud, el lenguaje corporal y la presencia toda, de la joven mujer, junto con la versión de Danny Ocean de Alma Llanera, acompañado magistralmente por el maestro Curtis Crump Jr. inevitablemente hicieron que derramara unas cuantas lágrimas. Fue realmente conmovedor y estremecedor. La lucha de nuestra protagonista ha dado cuenta de la distancia con sus hijos y Ana Corina ha tenido que resistir esto, en los momentos en los que posiblemente ella más necesitaba a su Mamá, pero como ella misma lo dice: ha valido la pena.
Mis lágrimas fueron de dolor y de ilusión, pensaba también en mi manoseada nación, que seguramente se va a ver beneficiada con el final del régimen del narco dictador Maduro. Parafraseando a una tía a la que amo, “se nos compone el vecindario” y amén de la verdad, no solo lo deseamos, sino que estoy seguro de las repercusiones positivas en el continente que esto tendría, porque se nos arregla el caminado y la vecindad. Es claro, porque de seguir Maduro en el poder usurpado en el marco de la ilegalidad, del Cartel de los Soles, del narcotráfico, de la trata de blancas, de la minería ilegal y el tráfico de armas y sirviendo de madriguera de las FARC, será muy difícil que Colombia encuentre la paz.
Fue contundente el llamado del presidente del Comité Noruego del Nobel, Jørgen Watne Frydnes, al dictador Maduro. Le dijo dé un paso al costado, reconozca, entréguese, deje el camino libre para un proceso de transición a la democracia. Esto me llamó poderosamente la atención, teniendo en cuenta que a Santos le entregaron el mismo premio en 2016; muy mal dado como se sabe. Pero claro, en tratándose de personas distintas en momentos distintos, pues hay posturas distintas, que en teoría no debería ser así, porque la paz es un postulado invariable, que está fundado en principios inmutables; no se hace la paz entregando una nación a los terroristas, se logra haciendo lo que está haciendo María Corina; con denuedo y sin transigir con los principios inspiradores de un sistema jurídico y democrático. No es un asunto subjetivo. En palabras de Kant la paz, es un imperativo categórico. Para mí, la paz como principio, valor ulterior y fin último partiendo de la justicia, no depende de estimaciones subjetivas, en tanto es virtud objetiva y de vocación permanente.
A María Corina mi respeto, admiración y apoyo. Quise rendirle este tributo escrito, que también se queda muy corto frente a la magnificencia de su quehacer en favor de un pueblo que clama a gritos la libertad y que no aguanta más opresión ni vejámenes y que coadyuva y alimenta, ya no de soslayo, sino de frente la desgracia colombiana actual.
A la muy merecida premio Nobel honor y gloria. Adelante guerrera, tu familia, el amor de tu gente y el apoyo de quienes creemos en la emancipación de las dictaduras, te estamos esperando para darnos ese aplazado abrazo empapado de valor, entereza y con sabor a soberanía. Cantaremos juntos: “Gloria al bravo pueblo que el yugo lanzó, la ley respetando, la virtud y honor”
Abrazo cálido, seguimos trabajando y aguantando, Falta poco.
@muiscabogado
