El ciclismo en Colombia nació en las entrañas de territorios que padecieron la guerra como Boyacá. La bicicleta pasó de ser una herramienta de transporte a una compañía, una insignia que identifica a cada uno de sus habitantes.
Sudor en la frente y fuerza en los gemelos de las piernas son indicadores de cómo pedalear en las montañas se volvió una rutina para las personas. Uno de los ejemplos es el de Nairo Quintana que recorría 17 kilómetros desde su casa hasta el colegio de Cómbita, entre subidas y bajadas, con las risas y los sueños atrapados en el pecho.
Por esa razón, Juan Camilo Urrego, fotógrafo que en la cima de las montañas colombianas llenó su alma, decidió irse a territorio boyacense y crear un libro que en fotos plasma la realidad de una zona que ha visto nacer a tantos guerreros encima de los pedales como Nairo. "Una imagen dice más que mil palabras", dicen muchos.
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Boyacá en Bicicleta fue el resultado de seis meses de trabajo continuo, pocas horas de sueño y un corre corre que dejó seis mil kilómetros a su paso. Urrego pisó cada rincón del departamento para entender que el 'caballito de hierro' era un símbolo que encontraba en cada casa que visitaba. Cada cicla tenía la esencia de su dueño. Todas eras distintas porque guardaban una historia bajo sus llantas.
"Fue un reto que agarré con sacrificio acuestas y el apoyo de la editorial 'Caballito de Acero' con el objetivo de lanzar esta obra en la Feria del Libro", contó el autor a Kienyke.com.
Juan, de 39 años, luce una barba marcada y ropa negra. Habla por primera vez en público de su libro. Ríe de nervios pero el silencio del auditorio luego le trae paz, la misma que encontró en Boyacá, para continuar el relato que le llevó medio año construir.
Palpar con los dedos el papel del libro le hizo entender que las noches en vela ahora tenían un significado que había buscado en cada sonrisa de los habitantes boyacenses. Se imprimieron mil unidades y el fotógrafo espera que los textos se vendan en su totalidad. No por dinero sino por completar el deber cumplido.
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En una agenda y en un archivo en el que almacena más de 10.000 fotos, guarda cada trabajo realizado desde hace 17 años. "Guerreando con la cámara" sabe que subsistir es complejo, por lo menos en un país donde muchos profesionales del arte intentan sobresalir con las uñas.
"Fue un reto que agarré con sacrificio acuestas y el apoyo de la editorial 'Caballito de Acero' con el objetivo de lanzar esta obra en la Feria del Libro", contó el autor a Kienyke.com.
Juan, de 39 años, luce una barba marcada y ropa negra. Habla por primera vez en público de su libro. Ríe de nervios pero el silencio del auditorio luego le trae paz, la misma que encontró en Boyacá, para continuar el relato que le llevó medio año construir.
Palpar con los dedos el papel del libro le hizo entender que las noches en vela ahora tenían un significado que había buscado en cada sonrisa de los habitantes boyacenses. Se imprimieron mil unidades y el fotógrafo espera que los textos se vendan en su totalidad. No por dinero sino por completar el deber cumplido.
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"Lo técnico era lo más complejo. Poder hacer que la luz, el panorama y las ciclas se unieran para una buena foto no era fácil. Escogimos 150 de 700 que las personas podrán disfrutar".El autor descubrió imágenes dignas de un departamento rico en historias y eso lo motiva a querer continuar la labor en otros lugares como Antioquia. "Soñar con una Colombia en bicicleta sería muy buena colección. Sin embargo, es muy difícil hacerlo y lo esencial es ir paso a paso", apuntó.
En una agenda y en un archivo en el que almacena más de 10.000 fotos, guarda cada trabajo realizado desde hace 17 años. "Guerreando con la cámara" sabe que subsistir es complejo, por lo menos en un país donde muchos profesionales del arte intentan sobresalir con las uñas.
"He pasado por las malas como todos. Pagar la cámara por varios años y luego volver a invertir para renovar. No puedo vivir de fotógrafo. También soy pintor y tengo una empresa de montañismo. Eso equilibra mis gastos", dijo.Juan vive en Suesca, a más de 60 kilómetros de Bogotá. Pinta montañas, las plasma en imágenes y las escala. Encontró en ellas y en la bicicleta una razón para demostrar que Colombia, a pesar de haber derramado sangre por tantos años, es un país que ofrece millones de experiencias y sonrisas. "Quiero aprender más y querer lo que tenemos. Uno se encuentra con paraísos y gente maravillosa. Cada rincón del país tiene algo por contar".
