La Carla Bruni china

Dom, 31/03/2013 - 13:01
Peng Liyuan es el rostro humano de la segunda potencia mundial. Detrás de la figura seca y rígida de su esposo, Xi Jinping, el nuevo presidente del gigante asiático, ella aparece como un emoliente
Peng Liyuan es el rostro humano de la segunda potencia mundial. Detrás de la figura seca y rígida de su esposo, Xi Jinping, el nuevo presidente del gigante asiático, ella aparece como un emoliente renovador y atractivo que ha terminado por atenuar la imagen dura de China en la política internacional, y de paso, acomodar el rol diplomático que en Occidente ha llevado a plantear que detrás de un gran presidente hay una gran primera dama. Ella es, en cierto sentido, una china diferente. O por lo menos una que no conocíamos. Desde la sucesión de mujeres impasibles del propio Mao Zedong en sus décadas al frente de China, hasta  la  seca e inexpresiva Liu Yongqing, esposa de Ju Jintao, que se limitó a inaugurar centros de caridad o a presidir instituciones culturales (cuando en China la política cultural es una sola desde la Revolución de los años sesenta), las esposas de los presidentes o líderes de la revolución eran copiadas de un molde siempre idéntico, sin rótulos ni discrepancias de fondo. Lo que en cierto sentido es un signo de los tiempos de hoy: China está conquistando el mundo. Así, no es gratuito que la BBC la haya comparado con la esposa del reformador soviético, Raisa Gorbachov, pues Peng Liyuan aparece en las revistas de moda y glamur tanto como Michelle Obama o la italiana y exprimera dama francesa, Carla Bruni. Y algunos la comparan con la otrora primera dama de América, Jacqueline Kennedy. Señala el portal de la  BBC que “una sonrisa, un gabán negro y un elegante y sencillo bolso, le bastaron para robarse el escenario el viernes pasado, durante la visita del presidente chino a Moscú”. Pues la foto más publicada de la visita a Rusia no fue entre los dos presidentes sino la de ella: justa y cautivadora. Aplicando el principio del buen vestir, según el cual “menos es más”. Las redes sociales no le han perdido el ojo. Según la agencia Reuters, el trino de Twitter (o Weibo, la red social china, pues allí no existe Youtube ni Facebook) “!muy guapa, Peng Liyuan, muy guapa!” fue uno de los más retuiteados. O “¿quién podría no amar a una mujer así y estar inmediatamente feliz junto a ella?”, otro halago para quien en décadas pasadas protagonizó programas de televisión estatales en China y entonó canciones folclóricas que elogiaban el prodigioso asenso del gigante dormido. Se unió al Ejército Popular de Liberación en 1980  Pero fue su desempeño en la primera Gala de Año Nuevo de la Televisión China Central (CCTV) lo que la convirtió en una celebridad nacional. En aquel entonces, mientras Peng Liyuan se convertía en una especie de vedette de la pantalla chica, su esposo, el hoy presidente Xi Jinping, era alcalde de la ciudad de Xiamen, en el sur de la provincia de Fujian. La revista Vanity Fair sintetizó aquellos años así: “Ella era mucho más famosa que su esposo”. Distancia de perfiles que el paso del tiempo no ha hecho sino reforzar. Pero las cosas no han sido color de rosa para ella, ni para su esposo. Ambos fueron perseguidos durante la Revolución China, y el partido comunista fijó para sus cabezas el estigma de “enemigos de las revolución popular”. En una entrevista que Peng Liyuan dio en 2004 señaló que a “su padre lo catalogaron de contrarrevolucionario, porque algunos de sus parientes sirvieron en el ejército taiwanés”. Agrega la cadena BBC que “estas dificultades no impidieron que a la edad de 14 años ingresara a la Shangdong University of Arts para formarse en canciones populares chinas”. Con el titulo bajo el brazo trabajó en el programa estatal de educación, por lo que fue catalogada como “una guerrera del arte y la cultura”. En los años noventa consolidó su éxito (o su trabajo, como quiera decirse) al ser la voz principal en la Primera Gala de Año Nuevo de la Televisión China Central (CCTV), convirtiéndola en toda una celebridad nacional. Su música hoy no es muy conocida por los jóvenes chinos, globalizados tanto como un neoyorquino o un parisiense. Agrega la cadena Reuters que “la mayoría de sus fans son personas que nacieron en una época en que había poca variedad de artistas y de canales de radiodifusión. En ese entonces no había mucho entretenimiento”. Lo que muchos en China comparten y admiran es aquello que desconocían: el glamur y la distinción de una primera dama, que no se resigna a estar detrás del escenario. Algo impensable para el país que está a mitad de camino o que tiene ese ritmo sincopado entre el comunismo y el capitalismo. Pero como lo aclara la ley del Tao: “las cosas pueden ser y no ser al mismo tiempo”.
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