Los hipopótamos de Pablo Escobar van para el cine

Vie, 17/12/2010 - 14:00
Fotos: Silvia Laserna

Antonio Von Hildebrand es más raro que un hipopótamo que nada en el río Magdalena, muy lejos de su hábitad natural, África. Mientras sus familiares son i
Fotos: Silvia Laserna Antonio Von Hildebrand es más raro que un hipopótamo que nada en el río Magdalena, muy lejos de su hábitad natural, África. Mientras sus familiares son indigenistas, humanistas, antropólogos y ecologistas, él siempre quiso diseñar carros, le gustan los carros de todas las formas, colores y modelos. Pasaba sus ratos con unos libros de diseño de Pininfarina, dibujaba y dibujaba Ferrari. Quería tener un Ferrari. Por eso, de ahí a que se obsesionara con los hipopótamos que Pablo Escobar trajo de África hay una historia que vale la pena contar, y que él describe como “una fábula macabra sobre lo increíble, lo banal y el absurdo de vivir en Colombia”. Su gusto por los autos lo llevó a robarle varias veces el Renault 4 a su papá, hasta que le fundió el motor. Quizá le fundió el motor por creer que era un Ferrari. No en vano, creó el concurso de llegar en siete minutos desde su barrio, La Macarena, hasta la 92 con séptima por toda la avenida circunvalar. Fue aquí, en este barrio, donde pasó su infancia bogotana entre el Bosque Izquierdo y La Macarena. Hizo parte de la generación de “La Raqueta”, donde jugaba con sus hermanos Francisco y Gregorio, y con Lucas y Matías Maldonado Loboguerrero, Julián y Emiliano Zalamea y Maía y Uxoa Landaburu. Aún son buenos amigos. Antonio Von Hildebrand Antonio salió de Colombia en 1989 para estudiar en el internado, justo después de la muerte de Galán. Entre los datos que recibía sobre los tiempos de la violencia recuerda los 350 tacos de dinamita que fueron desactivados frente a su colegio, El Helvetia, en mayo de 1990. Antonio tiene 34 años. Estudió diseño gráfico en Nueva York. Regresó de esa ciudad en una camioneta Blazer, para poder viajar hasta la Patagonia y conocer el resto de Suramérica. Al llegar a Panamá envió el automóvil a Quito, Ecuador, y quizá por su dislexia, la camioneta terminó en Kyoto, Japón. Entonces se quedó en Bogotá y allí conoció a Melisa Jensen, se enamoró y llevan ocho años juntos. Tienen una hija, Alicia Gaia, en homenaje a su abuela y a la fundación que tiene su papá, Martin Von Hildebrand. Se fue a México con Melisa, fue director creativo de la firma de publicidad J. Walter Thompson. Bajó su guía se creó la exitosa campaña global Nighthology, para el whisky J&B. Aprendió muchas cosas del mundo de la publicidad y cultivó su creatividad. Creó una serie de televisión que Warner Channel le compró y por eso se trasladó a Miami durante un año y medio. Ya metido en el medio de lo audiovisual, le tomó gusto y se fue a vivir a Los Ángeles, en donde nadie es un bicho raro cuando se trata de soñar con el cine y la televisión. Antonio no abandona sus sueños. En su parqueadero en L.A. existieron un BMW de los ochenta, un Chevy 50 y una limosina dañada en la que se podía hacer fiestas estilo Gatsby. Antonio siempre ha logrado las cosas que se propone, así sea llevarle la contraria a todo el mundo, Quienes lo conocen lo definen como un hombre inteligente y rápido, con un gran humor y una increíble capacidad de convencimiento. Por eso “Kenko”, su perro, llegó a ser el único animal que dejaban entrar al bar Invitro, en Bogotá. Hace cerca de tres años, Antonio se buscó otras mascotas, más grandes, que no podría llevar de fiesta a ningún lado. En The New York Times salió la noticia del ataque a unos pescadores por parte de los hipopótamos que huyeron de la Hacienda Napoles, antiguo fortín de Pablo Escobar. De inmediato se acordó de un viaje a Medellín que hizo con su papá en 1994. Había trascurrido  apenas un año desde la muerte de Pablo Escobar y se detuvieron en la hacienda. Estaba cuidada por la Defensa Civil y ya había sido saqueada y destruida. Antonio consiguió unas imágenes con Caracol Televisión y pensó que sería interesante explicar el fenómeno del narcotráfico en el país desde la perspectiva y la sencillez de un hipopótamo. Y qué mejor compañero de aventura que un hombre que sobrevivió al ataque de uno. Stephen Hopkins, productor y director estadounidense (24, Californication, The Unusuals) cayó de una barcaza en África mientras filmaba The Ghost and The Darkness y fue atacado por este mamífero. Hopkins y Antonio viajaron a buscar a los hipopótamos en Colombia, recopilaron historias y grabaron imágenes que funcionaron para un teaser. Con esto empezó la preventa del documental. La BBC se unió como coproductora, Nick Frasier (Men on Wire, Blust, Why We Fight) como productor Ejecutivo y Mira+, la productora de Antonio, Manolo Cardona y Juan Carlos Caicedo, también participó. Antonio regresó en 2007 a Bogotá por siete meses para hacer la preproducción del documental. Participó en la convocatoria del Ministerio de Cultura y para 2008 Pablo’s Hippos se había ganado el premio para la producción de largometraje. Es el primer documental que logra esta financiación. Además, Cine Caracol se sumó al proyecto, en particular Diana Bustamante, Paulo Laserna y  Cristina Palacios. Y Sundance se unió a la marcha para completar el círculo. La historia dura 85 minutos, tiene un 25% de animación y el encargado de dar vida a estos hipopótamos fue el periodista, dibujante y caricaturista Antonio Caballero, quien resultó seducido por el proyecto y dibujó los personajes. También colaboró, junto a Antonio, en la escritura de gran parte de los cuentos de la historia. El rodaje se hizo con una cámara HDC-F950 ‒la misma que usó George Lucas en el Episodio III de Star Wars‒ en cine de alta definición. La caravana estuvo conformada por quince personas en tres jeeps. La producción en línea fue de Yalile Giordanelli y la asistencia de dirección y producción de su hermano menor, Gregorio. Viajaron por carretera por Bogotá, Armenia, Pereira y Medellín durante casi cuatro semanas. Fue una odisea. De Medellín a Manizales, por ejemplo, uno de los jeeps se averió. En él iba una veedora que envió la BBC para cuidar la inversión. Mientras arreglaban el carro pasaron dos hombres en un convertible disparando tiros al aire. El rodaje finalizó con dos semanas en Miami, Nueva York y Los Ángeles. Los treinta personajes entrevistados fueron convocados para hablar sobre hipopótamos, y el tema del narcotráfico surgía solo, porque es imposible esconder debajo de la silla a un animal tan grande. Habló María Emma Mejía, César Gaviria, el actual alcalde de Medellín, Alonso Salazar; Bayron Vásquez, alias “Quesito”, asesino del ministro Lara Bonilla; el fotógrafo personal de Pablo Escobar, la hermana de Pablo escobar, Rodrigo Lara hijo y el sacerdote Francisco de Roux. La entrevista con John Jairo Velásquez Vásquez, alias “Popeye”, fue quizá la que más lo impresionó. En el pabellón de máxima seguridad, escoltado por cinco guardias, le contó con frialdad el precio que le había puesto a los muertos: un millón por policía, dos por Sargento. En ese mismo día, en la misma cárcel, “Don Berna” emprendía su viaje definitivo a Estados Unidos. La animación estuvo a cargo de Juan Manuel Acuña y Carlos Alarcón Nieto, con un equipo de diez personas. La voz en inglés de Pepe, el hipopótamo ‒que fue cazado en medio del rodaje‒, está a cargo del actor mexicano radicado en los Ángeles José María Yazpik (The Burning Plain, Abel). La hipopótama es Antonio, que a propósito se encuentra en Bogotá escogiendo las voces para la versión en español. Con Mira+, su productora, espera iniciar un rodaje en septiembre de 2011 de un largometraje de ficción que tendrá lugar entre Nueva York y el Caribe colombiano, y que hasta ahora se titula Freeman. Mientras tanto, Antonio seguirá cuidando a su hija, Alicia, dará entrevistas sobre Pablo’s Hippos, se le quemará la comida y corregirá un guión.
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