Durante la noche del pasado viernes 21 de abril, Colombia conoció la noticia de la muerte de Orlando Pelayo, el hombre que secuestró y asesinó a su hijo de 11 meses, Luis Santiago Pelayo, en el año 2008. ¿Cómo fueron los últimos años de este criminal?
Lea también: Letras, cultura y sabores de México llenan la Feria del Libro de Bogotá
Tras confirmarse su muerte, familiares fueron contactados para realizar el proceso de entrega del cuerpo.
"La verdad me deja sin palabras porque es un sentimiento de frustración, de rabia y tristeza, porque se fue con la verdad en la boca, o sea, él nunca quiso decir la verdad (...) Que Dios lo juzgue. Yo lo único por lo único que puedo decir que lo siento es por la familia porque pues igual familia es familia y por más malo que haya sido el tipo, pues es un dolor para la familia", aseguró Ivonne Lozano, madre del menor de edad asesinado por su padre.
El caso de Luis Santiago
El 25 de septiembre del 2008 un grupo de hombres encapuchados entraron en la noche en el hogar de Ivonne Lozano, la agredieron y sacaron a su bebé.
En su momento, la madre de Luis Santiago comentó al diario El Tiempo lo siguiente: "Dejaron totalmente bloqueadas las salidas, pero logré abrir una especie de puerta falsa que daba salida a un callejón de la entrada de la finca. Empecé a emitir sonidos aún con la boca amordazada, buscando ayuda. Desesperada, solo pensaba: en manos de qué monstruos cayó mi hijo".
Tras conocerse la desaparición, los padres iniciaron junto a las autoridades una exhaustiva búsqueda, que terminó el 28 de septiembre cuando capturaron a Pelayo por presunta implicación en el asesinato de su hijo, quien fue encontrado en una zona boscosa de Chía, con signos de asfixia.
La detención se dio después que el grupo de delincuentes de ver al padre en la televisión, decidieron delatarlo, pues luego del rapto, en un vehículo asesinaron con una bolsa al menor de edad, esto en complicidad e implicación del padre.
Pelayo confesó su participación e indicó que pago 500.000 pesos a su exnovia para que organizara el secuestro. Dijo que buscaba desaparecerlo para no tener que responder por él. Pelayo fue condenado a 58 años de prisión, mientras que los cómplices quienes hicieron el secuestro y asesinato, fueron sentenciados a 27 años de prisión.
Los últimos años del asesino
Luego de que fuera condenado a 60 años de prisión, Pelayo comenzó a vivir un infierno del que nunca más volvería a salir. Su familia y cercanos lo vieron como un monstruo hasta sus últimos días de vida.
Le sugerimos: La Guajira y su lucha por reverdecer con el turismo, la ciencia y la innovación
El asesino estaba recluido en la cárcel Tramacúa de Valledupar. Allí vivía solo en una celda en un pabellón de máxima seguridad.
En este mismo centro carcelario cumplen sus condenas los criminales más temidos y repudiados del país como Rafael Uribe Noguera, el violador y asesino de Yuliana Samboní; y Javier Velasco, el hombre que abusó, empaló y mató a Rosa Elvira Cely.
La madre del menor fallecido, Ivonne Lozano, narró en una entrevista con 'El Tiempo' que siempre fue una tragedia ver a Pelayo en las audiencias y que no podía creer que este hombre estuviera allí parado mientras su hijo estaba muerto: " Me provocaba ir a matarlo".
Durante uno de sus litigios, el acusado afirmó que había cometido el crimen porque pensaba que Luis Santiago no era hijo de él, teoría que fue descartada luego de que las pruebas de ADN revelaran su verdadero parentesco.
El hombre también se dedicaba a culpar a su otra pareja, excusa que enfurecía cada vez más a la madre del pequeño: "Si uno tiene un hijo, ¿para qué se lo va a negar a la nueva persona con quien esté?".
Finalmente, después de haberse ganado el odio de cientos de colombianos y de su familia, Pelayo se resignó y cumplió su condena en Valledupar, para lo cual no le alcanzarían los años de vida que le quedaban.
Desde el pasado 10 de abril, el asesino permanecía en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del hospital Rosario Pumarejo López, en Valledupar, por problemas de salud que aún no se han revelado a la luz pública.
La muerte tocó su puerta durante la noche del pasado viernes y se lo llevó en medio de un ambiente lúgubre y desolado, lejos de sus cercanos y con un cargo de conciencia que nunca lo dejó tranquilo.