Cantautora y defensora de su pueblo: así se define Máxima Asprilla, una lideresa del "Nuevo Bellavista" nacida en la comunidad de Pogue, un corregimiento perteneciente a Bojayá.
Cuando ocurrieron los lamentables hechos, Máxima se encontraba con su esposo y sus cinco hijos resguardados en la casa. Recuerda que horas antes ya había tenido la posibilidad de exigirle al grupo paramilitar que desalojaran el pueblo; sin embargo, el comandante de ese entonces apodado "Camilo", tuvo una particular manera de responderle.
"Nosotros como comunidad tenemos nuestras reglas, siempre que vemos un grupo armado que puede atentar contra la tranquilidad del pueblo, le pedimos muy tranquilamente que se vaya y no nos pongan en peligro. El primero de mayo me acerqué al comandante de las Autodefensas a expresarle nuestro temor de quedar en fuego cruzado, a lo que él me respondió que Colombia es un país libre y podían hacer presencia donde quisieran", comenta Máxima.
No obstante cuenta Máxima que a las pocas horas de esa declaración del comandante de las AUC, él muere trasladándose en una lancha para Vigía del Fuerte.
"El tipo no creía que en el lugar había grupos guerrilleros por todo lado. Toma una lancha para verificar si en el pueblo de enfrente que se llama Vigía del Fuerte, había presencia de las FARC, no lo dejaron casi orillar cuando ya había muerto parte de su esquema", expresa la líder social.
El padre Antún Ramos, párroco de la iglesia del municipio, decide ir casa por casa aconsejándole a los habitantes que desalojaran sus casas y fueran a la iglesia a resguardarse. el cura creía así como todos los pobladores que los grupos armados iban a respetar el "templo de Dios".
"Cuando vimos que cada vez estaba se intensificaba los enfrentamientos, tenía yo en mi casa a varios amigos de mis hijos, les pedí que se fueran para donde sus mamás pero corrieron con la mala suerte de que en el camino en fuego cruzado murieron algunos. Es un dolor que tengo y que no me lo voy a perdonar. Nosotros en un principio íbamos a entrar a la iglesia, pero estaba tan llena, que el mismo padre Antún nos dice que nos vayamos para la casa de las Hermanas Agustinas Misioneras, allí cayó una pipeta detrás pero con la suerte de que no explotó", asegura Máxima.
Máxima, su esposo y sus cinco hijos contaron con suerte y salvaron sus vidas; no obstante en el camino quedaron familiares y amigos que se los llevó la explosión. Hoy Máxima además de su trabajo como lideresa, le canta a la vida y aquel que no conozca lo que pasó el 2 de mayo de 2002 en un municipio afrodescendiente del Chocó, no solo culpa a las FARC, para ella "es una responsabilidad de tres".
"Aquí la misma culpa de las FARC la tienen las Autodefensas y el Estado. Las Autodefensas por hacer caso omiso a nuestro llamado de no involucrarse con la población y utilizarnos como escudo humano; y el Estado por no llegar a defendernos después de más de 10 alertas que hicimos por medio de la Defensoría del Pueblo y organismos internacionales", detalla Asprilla, quien finaliza diciendo:
"Hoy seguimos llorando a nuestros muertos, la tragedia del 2 de mayo quedó para siempre. Pareciera que se quedara detenida en el tiempo con todo y el transcurrir de los años. Día a día se repiten los mismos diálogos en las casas de los habitantes. Queremos justicia y paz, que venga de corazón", finaliza Máxima