En un ecosistema saturado de plataformas de streaming, donde por menos de 20.000 pesos se puede acceder a catálogos gigantescos de series, películas, documentales y eventos deportivos internacionales, Win Play cobra más de 30.000 pesos solo para ver fútbol colombiano, torneos locales con niveles de juego irregulares y narrativas poco renovadas. Si alguien quiere ver un solo partido, en su plataforma, por ejemplo Equidad vs Unión magdalena, podrá hacerlo por 39.900 pesos. Sí, por un solo partido.
Mientras Netflix, Prime Video, Disney+ o HBO Max compiten con megaproducciones, estrenos simultáneos, contenido personalizado, algoritmos afinados y una experiencia de usuario fluida y envolvente, Win Play se sostiene con una propuesta básica, poco evolucionada, basada casi exclusivamente en la transmisión de partidos y repeticiones.
Por el valor de la suscripción de Win, tal vez el punto más importante sea la falta de diversidad en los formatos. Mientras HBO Max produce series como Succession o The Last of Us, y Amazon combina entretenimiento con deporte en formatos como All or Nothing, Win Play sigue apostando casi únicamente al partido en vivo, sin mayor esfuerzo por construir narrativas más profundas o contenidos alternativos.
En un país como Colombia, donde gran parte de la población recuerda con nostalgia los partidos en señal abierta, el paso a una plataforma cerrada debería haber estado acompañado de un salto en la calidad, la innovación y la experiencia. Pero no ha sido así.
En realidad, Win Play parece haber confundido exclusividad con valor. Y en la lógica actual de consumo digital, eso no es suficiente. La audiencia no solo paga por el contenido, sino por la experiencia completa que abarca diseño, acceso multiplataforma, interacción, storytelling y personalización. Hoy, el público quiere más que un marcador en vivo.
Además, la comparación es inevitable. Por el mismo precio, un usuario puede suscribirse a dos plataformas globales y acceder a cientos de horas de contenido diverso y atractivo. Mientras tanto, con Win Play, tiene acceso limitado y con una producción que no siempre está a la altura.
Este no es un ataque al fútbol colombiano. Todo lo contrario, es una invitación a pensar en cómo se cuenta, cómo se produce, cómo se transforma en relato. En cómo se puede construir una plataforma deportiva local que compita no solo por necesidad (porque no hay otra opción para ver el torneo), sino por calidad.
En tiempos donde el contenido fluye libremente por redes, donde el análisis más completo muchas veces está en YouTube o en un hilo de X, la única forma de cobrar por ver es ofrecer mucho más que el partido en vivo.
La paradoja del valor percibido
Win Play ha construido su modelo sobre la premisa de que la exclusividad del fútbol colombiano es suficiente para justificar su costo. Sin embargo, en la era digital, la exclusividad sin un valor añadido tangible se percibe rápidamente como una limitación, no como un privilegio. El consumidor moderno, acostumbrado a la abundancia y la personalización, evalúa una suscripción no solo por lo que contiene, sino por cómo se integra en su vida digital y qué tan bien satisface sus expectativas de entretenimiento. En este sentido, Win Play parece estar anclado en un modelo de negocio que ya ha sido superado por la dinámica del mercado global de streaming.
El fútbol colombiano tiene historias ricas, personajes fascinantes y una cultura arraigada que va mucho más allá de los 90 minutos de juego. Win Play podría transformar la forma en que el fútbol es consumido en Colombia, pasando de ser un simple proveedor de partidos a un “hub” de contenido inmersivo y multifacético. Es una oportunidad perdida no solo para la plataforma, sino para el propio fútbol colombiano, que podría elevar su perfil y generar un mayor engagement con nuevas audiencias.
El futuro es la experiencia, no solo la transmisión
En última instancia, el éxito en el mercado del streaming ya no se define por la capacidad de transmitir eventos, sino por la habilidad de crear una experiencia de usuario superior y holística. Esto implica una interfaz intuitiva, contenido adicional de valor, opciones de personalización, integración con redes sociales, y una infraestructura tecnológica robusta que garantice una transmisión sin interrupciones. Win Play tiene la oportunidad de evolucionar para convertirse en una verdadera plataforma de entretenimiento deportivo. Si no lo hace, corre el riesgo de ser relegada por el público que, en un ecosistema cada vez más competitivo, siempre buscará el mayor valor por su dinero, sin importar cuán exclusivo sea el contenido.