En este ciclo de análisis de las propuestas y voces de cara a las presidenciales, con el centenar de opciones que deja aturdido al elector, quien ya padece el aturdimiento del sonido del terrorismo, hoy el turno es para el Defensor de la Patria.
Conozco a Abelardo porque fuimos compañeros en la Universidad Sergio Arboleda, de la cual orgullosamente somos abogados. Lo recuerdo en esa ápoca como un muchacho con mucha pasión por lo que hacía y con un gran sentido del humor y amante de a música; un hombre muy entusiasta que transmitía buena vibra, porque es muy carismático. Su forma de ser y su carácter de líder no es oportunista ni coyuntural, pues así es desde que lo conozco y eso fue por allá en los 90, cuando emprendíamos nuestra empresa por convertirnos en abogados de la Escuela Mayor de Derecho de nuestra querida alma mater. Lo recuerdo como un tipo pilo y bacán. Nos hicimos amigos y luego de los años en la vida profesional, yo en mi área y el en la suya, sumando aciertos de la mano de Dios y en favor de quienes confían en nosotros y somos sus voces, cruzamos intereses profesionales y sumamos esfuerzos. Es un hombre generoso en medio de su éxito fulgurante, lo cual lo aleja de esa óptica de algunos de un hombre arrogante e inalcanzable. No es así, el tigre que deja huella, como dice su jingle de campaña, que es un ser de valía, determinado y caracterizado por su ardentía como él mismo lo dice, es eso, un hombre de familia, que se debe a su gente, a sus amigos, a sus colegas y por su puesto a quienes pretende representar. Por estos importantes rasgos que debe tener un político, recuerdo que un día me invitó a su despacho para hacerme un reconocimiento por uno de varios logros obtenidos por mi trabajo en favor de las víctimas del conflicto armado. Recuerdo con cariño que me obsequió su recién publicado libro “La Pasión del Defensor”, con una muy sensible dedicatoria impregnada de humildad y generosidad hacia el columnista, que, acá les comparto.

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En una entrevista que le hice hace poco en mi sección “A Calzón Quitaó” al egregio jurista, del reconocido programa radial Oye Cali, prometió que de ser presidente de la República a los pocos días nos quitaría ese “adefesio de Puerto Rellena que nos pusieron los bandidos en Cali”.
El Tigre es un hombre que despierta pasiones, genera debates, y muchas buenas sensaciones y expectativas en las materias reprobadas por Petro y que, actualmente el país pide agritos. Es polémico, controversial, extrovertido y algunos dicen que políticamente incorrecto. Es él; siempre ha sido así y eso habla bien de su ADN caribe y de su impronta natural, que no obedece al oportunismo político, ni a necesidades personales, ni a figuraciones particulares; esas las tiene hace rato. Para mi gusto, es una figura que le hace mucho bien al concierto político y que, de llegar a la primera magistratura del Estado, estoy seguro de que lo haría de maravilla porque es un hombre vertical, lleno de bríos, pero sesudo y al que le cabe el Estado de Derecho en la cabeza; ese que debemos recuperar de las purulentas garras de la corrupción, la coca y la violencia que nos ofrece como menú del día, la depravada “gestión” de Petro.
Otro punto que para mí es crucial, en este afán de salir de este maremagnun y que da cuenta de que Abelardo no comulga con la idea de aguantar un período más de esta desgracia, es que, sobre la propuesta de Luna, dijo que estaría dispuesto a cargarle la maleta al que eventualmente tuviera más liderazgo y sumarse para empujar la carreta para el mismo lado, como debemos hacerlo todos los patriotas si queremos recuperar a nuestra ensangrentada nación. Esto es ser consciente y no se compadece ni mucho menos cohonesta con las tibiezas, que a la postre solo favorecerían los intereses del dictadorzuelo con ínfulas imperiales, de perpetuarse en el poder.
Ahora bien, habida cuenta de las recientes y tirantes declaraciones de María Claudia Tarazona, viuda de Miguel. sobre la precandidata María Fernanda Cabal, huelga decir que de nuevo nos vemos avocados el flaco favor que le hace a la derecha este tipo de conductas, que históricamente han sido nocivamente recurrentes y que erosionan la posibilidad de unidad y cohesión que, reitero, es absolutamente necesaria si queremos equilibrar la desbalanceada báscula que hoy nos tiene sumidos en la desgracia de la izquierda comunista de Petro. Éste y sus secuaces se saborean y se relamen los labios con sus glándulas y encimas salivales venenosas con estos “papayazos”, de la oposición. Sobre este tipo de situaciones hay que hacer propuestas, Abelaro.
Agradezco y felicito al candidato por su abnegada labor en favor de Colombia. Reconozco las magníficas condiciones del Dr. Abelardo De La Espriella, el Tigre que deja huella.
Abrazo cálido. Seguimos trabajando y aguantando.