
El presidente Gustavo Petro explicó su hipótesis sobre el atentado ocurrido en Amalfi, Antioquia, que dejó 13 policías muertos tras la explosión de un helicóptero de la Policía. Según el mandatario, la colina donde aterrizó la aeronave ya había sido acondicionada con cilindros de explosivos enterrados a un metro de profundidad, configurando lo que describió como “una trampa preparada para destruir a las personas que se ubicaran allí”. Esta declaración detalla la planificación meticulosa detrás del ataque y las dificultades que enfrentan las fuerzas de seguridad en zonas de conflicto.
Durante la operación, los uniformados decidieron ocupar el punto más alto de la zona, siguiendo la lógica militar de tomar posiciones dominantes. Sin embargo, esa decisión los llevó directamente a la emboscada: los explosivos fueron activados justo cuando los agentes se disponían a abordar el helicóptero, causando la muerte de la mayoría de quienes se encontraban alrededor de la aeronave. Incluso el subteniente que grababa la operación falleció, y su celular quedó como “mudo testigo” del ataque, que Petro calificó como un “aprendizaje doloroso” para la Fuerza Pública.
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La misión tenía como objetivo la erradicación manual de cultivos de hoja de coca. Petro defendió su propuesta de avanzar en la sustitución voluntaria de cultivos con campesinos, evitando la erradicación forzosa, que solo se realiza bajo presiones políticas y sobre cultivos de tamaño industrial, como los de Amalfi. El mandatario explicó que la presión política lo obligó a adelantar esta operación, a pesar de ser más peligrosa, y subrayó que su enfoque busca proteger tanto a los uniformados como a los campesinos que cultivan coca de manera tradicional.
El presidente recordó además que los cultivos de coca no se dispararon durante su gobierno, sino que crecieron significativamente durante la administración de Iván Duque, pasando de poco más de 100.000 hectáreas en el gobierno de Juan Manuel Santos a 230.000, y actualmente alcanzan las 250.000 hectáreas, impulsados por la creciente demanda internacional, especialmente en Europa.
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Petro hizo un llamado a dimensionar el sacrificio de los uniformados dentro de lo que calificó como una “mal llamada guerra contra las drogas”. “Lloro por las familias de los jóvenes sacrificados. El mundo debe valorar este sacrificio de nuestro pueblo maravilloso que queda en soledad”, expresó. Finalmente, reiteró que “nadie debe arrepentirse de buscar la paz”, defendiendo sus esfuerzos de diálogo con grupos armados como alternativa frente a la violencia y subrayando que la confrontación violenta no es la única vía para enfrentar el narcotráfico y la criminalidad en la región.