He leído el artículo aparecido en la revista Kienyke, referente al nacimiento de Salomé en la Clínica El Rosario en la ciudad de Medellín, así como los comentarios de los lectores alrededor de éste.
Como ginecólogo perteneciente a un gremio en general, quiero manifestar que este escrito se hace a título personal y no compromete en ningún caso a mis otros colegas, que podrán o no estar de acuerdo con lo que escribo.
Mi primera reflexión es acerca de la madre que escribe el artículo. En mi profesión, en general, tenemos la tendencia por defecto a estar del lado de nuestras pacientes, a consentirlas, a aceptarlas como son, pues las sabemos madres en potencia o en propiedad, con toda la vulnerabilidad que éste estado trae consigo. El hecho de que además exista un bebé por nacer o nacido, incrementa esa fragilidad de la madre aún más. Es por eso que como médicos preferimos callar ante los hechos que ella narra en el artículo. Desde el punto de vista más general, tengo que decir que me solidarizo con la madre y su nena recién nacida, y me da mucha alegría saber que finalmente tanto madre como bebé están bien, y no hubo consecuencias que lamentar. Creo que el ejercicio médico existe para tratar de generar bienestar o acompañar en la enfermedad. Sabemos que en ese camino ocurren eventos adversos, en muchas ocasiones inevitables.
Sin embargo no puedo dejar pasar por alto, que en éste artículo se deja en muy mala posición, tanto a una institución como a algunos de sus empleados, médicos y paramédicos, y es aquí donde me parece justo hacer algunas precisiones.
Aparece en el artículo la referencia al tiempo de demora en la atención por urgencias que a todas luces es muy inferior al de cualquier otro servicio de urgencias en el mundo. Dice la madre que tanto la ginecóloga del turno como su propio ginecólogo, la atendieron diligentemente, así como el anestesiólogo para la colocación de la medicación para aliviar su dolor de parto. Su inconformidad inicia al no poder ingresar a su Doula al parto. Sin embargo éste hecho es una normativa de la institución, y no un capricho de la misma; las normativas de las clínicas las debemos respetar tanto los médicos como los pacientes. Otro ejemplo parecido es que en algunos instituciones (o casi en todas) que atienden partos no se permite el ingreso de padres al parto. Continuando con la narración, luego de su parto que transcurre sin eventos diferentes al dolor, que es una condición casi universal en un nacimiento, muy a pesar de la epidural y otras técnicas, la madre se manifiesta abandonada en un pasillo. Siempre luego de un parto, y más en la madrugada, el ginecólogo suele retirarse a descansar para reiniciar su jornada, en éste caso en particular 3 horas después; la madre queda entonces a cargo de un personal entrenado para vigilar complicaciones posibles, que no ocurrieron en éste caso. El pasillo al que la madre se refiere, tengo que decir con conocimiento de ginecólogo que atiende partos en la Clínica El Rosario, no es otro que el servicio de recuperación, donde pasan las primeras 2 horas postparto TODAS nuestras pacientes y dista mucho de ser un pasillo, sino mas bien un área diseñada para la evaluación postquirúrgica con monitoreo continuo para la madre y una lámpara de calor radiante para el bebe.
Posteriormente inician los desafortunados eventos alrededor de la bebé recién nacida. Según el relato, la bebe fue evaluada por el pediatra al nacer, posteriormente en ronda, y nuevamente cuando a la madre le quedaron dudas de que algo no estaba bien. Fue ingresada a la unidad de neonatos y evaluada nuevamente con exámenes, que no fueron hechos con la velocidad que la madre suponía debían haber sido realizados. El pediatra a cargo adicionalmente y por su experiencia decidió pedir evaluación por un medico sub-especialista con el que la clínica no cuenta, por lo que consiguió su remisión a otra institución. Hasta aquí, como médico, no veo si no preocupación por la salud de alguien y diligencia para conseguir los recursos que la situación ameritaba. Que la ecografía no estaba disponible inmediatamente, es una CIRCUNSTANCIA que ocurre frecuentemente en toda institución. En ocasiones las situaciones rebosan por mucho los recursos. Finalmente la bebé es remitida a otra clínica y hoy está saludable, lo que a mí me hace muy feliz; tanto la madre como su bebé están sanas. Esa es la razón de ser de nuestro trabajo.
En último lugar tengo que decir que este tipo de artículos hacen daño por que minan seriamente algo muy importante en todo acto médico que es la CONFIANZA. Esto lo he vivido en estos últimos 2 días con pacientes a punto de parir inseguras acerca de su clínica y del personal que labora en ella. Quiero decirles a ellas, a mis pacientes y a las demás, que yo estoy seguro de que la Clinica El Rosario es ABSOLUTAMENTE idónea para la atención de madres y bebés. Que he ido a ella con mis padres, mis hijos, mis sobrinos, que atiendo a todas mis pacientes en ella con seguridad, y que he tenido graves eventos que han sido solucionados adecuadamente por la diligencia de su personal y de los recursos de la clínica.
Por último creo que el Dr. Juan Rodrigo Lopera es un médico muy experimentado, idóneo, en el que yo confío plenamente, y siento un dolor profundo de colega, al ver como un compañero es crucificado en las redes sociales injustamente desde mi punto de vista. En ningún momento se ve abandono o irresponsabilidad en la atención de éste médico para la nena. Por el contrario creo que quiso ir más allá, para evitar posibles complicaciones con su paciente. Mi afecto a él en éste difícil momento.
José Fernando Vélez.
Médico Gineco - Obstetra
CARTA DE UN GINECOLOGO A UNA MADRE DOLIDA
Vie, 07/03/2014 - 10:11
He leído el artículo aparecido en la revista Kienyke, referente al nacimiento de Salomé en la Clínica El