Cuando ser “loser” empezó a ser popular.

Vie, 29/11/2013 - 10:07
"Estoy en el mundo real de la gente común, viviendo sus incoloras y ordinarias vidas... ¡Hola persona común!"
Sheldon Cooper.
20.8 Millones no es una cifra
"Estoy en el mundo real de la gente común, viviendo sus incoloras y ordinarias vidas... ¡Hola persona común!"

Sheldon Cooper.

20.8 Millones no es una cifra para tomar a la ligera, ni para un senador por una prima del gobierno por aprobar reformas que nos perjudican a todos ni para alguien de a pie así como usted o yo y mucho menos para una serie de TV que sume tantos espectadores por emisión y con la promesa de ir en aumento. –ojo, los 20 millones son contados únicamente en Gringolandia- Atrás quedaron los estereotipos de hombres apuestos y millonarios como el tío Charly que divertían a los espectadores con sus juergas llenas de bellas jugadoras de voleibol un buen Scotch y una casa en la playa que todos sabemos que nunca la podremos tener y la única forma de aspirar a ella es metiéndose en los carruseles de contratación. Un nuevo paradigma en el entretenimiento despunta de una manera colosal en el mundo entero (digo el mundo entero porque tal vez a usted le pase que se aburra de los refritos de la televisión colombiana y prefiera ver la parrilla internacional que si bien no es nada beneficiosa al menos está lejos de ser un cultivo biográfico de los canallas patrios) ¿Qué tiene de atractivo entonces el nuevo rumbo del entretenimiento? lo imperfecto, temeroso y popularmente impopular roba las emisiones y todos los records que la niñera y miembro más importante de la familia ofrece: la televisión.  Series como the big bang theory de genios con problemas personales muy marcados con historias jocosas acompañadas del ambiente geek y pechos de rubias desbordados rompen records de audiencia cada temporada y nos lleva a pensar que el mundo se volvió geek, sentencia apresurada y puede que errada. No podemos pensar -ni seria cortes hacerlo- que la televisión sea un fiel espejo de la construcción social en la cual nos desenvolvemos, esto nos ubicaría entonces como un país de gañanes, corruptos, asesinos o como lo popularizaron años atrás en el único programa grunge en Colombia “iguasos”    -los iguasos son los directivos de los medios de comunicación-  lo que si podemos inferir es como la televisión junto con todos los medios de comunicación llevan una finalidad y dicho discurso ideológico  termina enmarañado junto a actividades económicas y políticas. Pensemos por un momento, ¿Qué es más lucrativo, vender un Scotch sello azul que vale casi ¾ de un salario mínimo colombiano o vender miles camisetas con el estampado de un superhéroe a menos de 20 mil pesos? No estamos en el siglo XVIII donde el mercado de lo suntuoso era el motor de la economía, estamos en el mercado del bien para todos, barato, accesible y desechable, en pocas palabras un mercado global del uso inmediato y obsolescente o más coloquial un mercado donde todo nos llega de China y si dura más de un año nos damos por bien servidos. El fortalecimiento de la economía irradia desde el gusto o la creación de una necesidad y el camino más simple es generando una sensación de confort desde personajes imperfectos en la televisión. Ahora no necesitamos ser bellos o estrellas de rock para ser felices y esnifar cocaína para demostrar una vida al límite. Podemos considerar que el mundo no se volvió nerd –sería muy hermoso pensarlo, al menos la democracia traería garantías, dejaríamos de vender el voto por un bulto de cemento- lo que si consideraríamos es que el estándar de confort y gusto o más bien de felicidad pre fabricada descendió y se materializo en personajes socialmente complejos pero económicamente más accesibles, impulsándonos a comprar lo que está al alcance y en mayor cantidad ¿para que una casa en Malibú si con un apartamento con artilugios electrónicos puedo ser feliz? La conciencia de ser poco popular empezó a ser normal bajo la sentencia: “joven impopular, sabemos que existe, salga de su habitación obscura y de olor a fluidos y gaste con nosotros… somos más” el “somos más” llegó a convertirse en un “somos la mayoría” y ahora todo el mundo quiere ser geek, hacer alusiones a star wars, pasar horas en videojuegos y devorar libros de 1500 páginas con historias fantasiosas de mujeres hermosas y dragones donde cualquier personaje por muy principal y amado sea puede morir. Tampoco se trata del surgimiento por el gusto de la denominada sci fi, pues series como el Doctor Who lleva cerca de 50 años al aire y cada vez su trama se fortalece y capta más adeptos. Convenciones en todo el mundo reúnen amantes de la fantasía donde por un lado dejan atrás las frustraciones de la vida real, el escozor de tener que lidiar con la monotonía y el futuro incierto para disfrazarse y por un momento tener una espada en sus manos, imaginar que tiene runas de poder, sobrevive a un apocalipsis zombi o simplemente hace algo divertido con su vida en el cual no debe trabajar 8 horas cumpliendo un horario y llevando el uniforme odioso de una compañía.

@Andres_Lugos

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