Comencé a ver muchos anuncios de felicitaciones a las mujeres por ser el mes de ellas. Tantas eran las manifestaciones de los adictos al Facebook consagrados que empecé a preguntarme si debía o no emitir mi comunicado felicitando al que por mucho tiempo se ha considerado el género femenino pero al que considero más inteligente, bello, audaz, romántico, generoso, bondadoso y cordial que el masculino.
Lo primero que pensé fue que no tenía sentido hacer un día de la mujer por la simple razón que no somos quienes elegimos nuestro sexo. La ruleta del destino, la mano de Dios, los restos del big bang o los caprichos de los dioses indios son los que determinan si venimos a este mundo de lágrimas con un pene o una vagina. Por lo anterior, ¿qué mérito tenemos por ser mujeres u hombres si no somos quien tomamos la decisión?
Mi indignación continuaba y con ella los saluditos esforzados y algunos con errores ortográficos en las redes sociales. Pensé que si es cuestión de género, entonces los que se merecen las felicitaciones son los transexuales que en realidad eligieron cómo vivir biológicamente y conscientemente tomaron el camino que los hacía sentir cómodos y lucharon por él. A las mujeres trans un saludo y una felicitación enorme por tener la valentía y la fortaleza de enfrentar ese cambio y luchar contra esta sociedad hipócrita y desvergonzada e incluso ponerle la cara a sus miedos más profundos.
Seguimos con la historia. Lo que puse en mi cuenta de Facebook fue lo que pensaba al respecto, la cruda verdad de no merecer un día de la mujer porque incluso algunas preferirían haber sido hombres así como algunos hubieran recibido la feminidad con las manos abiertas.
Los comentarios comenzaron de parte y parte hasta que uno me hizo caer de cara y con toda mi vergüenza contra el suelo. Claudia, quien fue mi jefe y a quien le aprendí mucho escribió lo siguiente: “Te recomiendo un poquito de historia, lo que pasa es que el tema se ha tergiversado, es la lucha de la mujer a tener los mismos derechos”. Tiene toda la razón. Con su mano llena de sabiduría abofeteo con fuerza mi cara copada de ignorancia.
El 8 de marzo, se celebra el día internacional por los derechos de la mujer y la paz internacional. Ese nombre tan largo y tan poco pegajoso lo puso la organización de las naciones unidas. No celebramos el hecho de ser mujeres, recordamos que siglos atrás, las mujeres eran tratadas como seres inferiores en comparación de los hombres. Es una fecha para no olvidar las estupideces que hacían nuestros antepasados y que gracias a Dios y a la labor de decenas de líderes que se atrevieron a luchar, hoy podemos vivir en un mundo en donde todos tenemos los mismos derechos, en donde somos iguales y la democracia reposa en la constitución nacional. Lo anterior claro está, es más teoría porque para efectos prácticas el mundo se está derrumbando.
En una fecha como está, estamos festejando la conciencia de la sociedad. No fue hasta la revolución francesa cuando las mujeres empezaron a tener un panorama claro de su rol en la vida cotidiana del llamado mundo civilizado. Cuando muchas pero muchas mujeres, se pusieron sus faldas y decidieron que el mundo sería mejor si se reconocían los mismos derechos para los dos géneros.
Fue en 1907 cuando se organizó la primera conferencia internacional de mujeres socialistas en Alemania para comenzar la lucha por el sufragio universal femenino y la emancipación política de la mujer.
“La lucha contra la guerra, y la lucha por la libertad, no pueden librarse sin las mujeres” decía Clara Zetkin en 1912 en Suiza en una de estas reuniones, llamando a todas sus compañeras a unir fuerzas por un presente lleno de oportunidades. También nos acordamos con esta fecha el incendio en la fábrica de camisas Triangle Shirtwaist en Nueva York, donde 146 mujeres murieron y como consecuencia se modificó la legislación en los Estados Unidos.
Si bien es cierto que gracias a todo el ruido que nos rodea, el día de la mujer ha venido a convertirse en la forma perfecta de regalarle flores a la mamá, a la tía, a la abuela, a la hermana, vecina, novia y esposa, no se nos puede olvidar que es un mes para reflexionar y valorar a las que han levantado su voz y sus manos para exigir igualdad, respeto y dignidad.
Como dijo algún inteligente algún día: “El pueblo que no conoce su historia, está condenado a repetirla”. Para esto sirven esas fechas: para conocer nuestro pasado y aprender de él, sin remordimiento pero sin libertad de culpa. No es justo que en vano se haya derramado tanta sangre y se haya caído tantas lágrimas y tanto sudor de esas personas que nos regalaron la libertad. No son solo las mujeres. También son los indígenas, los negros, los blancos, los asiáticos, pobres, intelectuales, altos, bajitos, usted, yo, él y también ella. Somos todos porque todos somos uno, somos el mismo. Feliz día de la mujer, a pesar de faltar mucho, vamos por buen camino.
Día internacional por los derechos de la mujer
Lun, 10/03/2014 - 03:07
Comencé a ver muchos anuncios de felicitaciones a las mujeres por ser el mes de ellas. Tantas eran las manifestaciones de los adictos al Facebook consagrados que empecé a preguntarme si debía o no