El amor a primera vista si existe, pero así de rápido en un parpadeo se olvida.
No es que este viejo y menos digo que sea el más experto, pero he tenido una buena cantidad de historias amorosas para opinar de eso que llaman "la aventura de amar". Algunos cuentos han sido tan cortos como las minifaldas que provocan a Andrés Jaramillo y uno que otro tan largo como la terquedad de los uribistas.
Pero las historias que hacen bulto en mi hoja de vida son esas que son "a primera vista"
A primera vista han sido mis levantes en bares: Toda rumba, por santa novena de aguinaldos que se trate, tiene su cachondeo en el fondo. Uno no se arregla solamente para uno, todos en algún punto de la mente deseamos ser observados aunque de las miradas no se pase. En medio de la pista o desde la barra, sonrisas van y vienen entre quienes van solos (a veces también en los emparejados) y si se está de buenas cupido entrelazara algunas y de la valentía de alguno por pararse y hablar surgirá un nuevo amor. Pero no necesito de estadísticas para asegurar que ni la mitad de las personas al día siguiente recordarán el nombre de la otra persona que a primera vista los cautivo... Por una noche.
A primera vista han sido mis levantes virtuales: Instagram es al amor espontáneo lo que la pluma fue a los hermanos Grimm. Desde qué una red social mezclada con la cámara frontal llenaron las pantallas de caras bonitas el amor se priorizó por la mirada más que por el fondo del corazón. Enamorarse se hizo una #Instacostumbre provocadora de stalkeadas e instamessage se popularizó no para hablar con los amigos que uno ya tiene en WhatsApp. Los toques de Facebook son la forma cobarde de decir "que bueno(a) que esta usted" y de Twitter mejor no hablo que DM me sobran de ejemplo. Quizá y con las Google Glass la impresión siga siendo la foto de perfil en la primera cita evitando la decepción de conocerse en 3D para muchos.
A primera vista han sido mis levantes callejeros: La decencia se me refunde en ocasiones y eso de ser disimulado no es ninguno de mis atributos. Yo soy de esos que van por el mundo caminando derecho hasta que alguien que me guste sé me cruza, ahí es cuando sin pena alguna me giro y le persigo con la mirada. Si ha de ser el amor de mi vida que todo inicié con una mirada fugaz y si no pues que piense que soy un acosador. Esa historia se repite en pasillos de la U, en el bus, en centros comerciales y hasta en filas de conciertos. Son esos amores que sólo duran el amor a primera vista pues uno jamás habla con la otra persona, sólo imagina el qué sería si por algo me llega a hablar.
El amor a primera vista es un placer, pero no se le puede apostar mucho más que imaginación. El amor a primera vista es un como un capricho de embarazada o la hipótesis de un científico loco. Uno se encacorra con alguien por como se ve, por como sonríe o por como se mueve... Pero llega el momento en que le habla o sé lo come y ahí es donde todo pierde gracia, donde el caprichito se cumplió y pa su mierda, ¿dónde está el siguiente? O también quizá el embobamiento sea un experimento en que uno esté de buenas y todo eso que imagino pues no sea tan real pero si haya válido la pena equivocarse para descubrir algo mejor. El amor es como esos errores que dan risa, que son un mejor recuerdo que la rutina de triunfar.
El amor a primera vista existe fuera de los cuentos de hadas, pero a menos que usted sea el dueño de un gran castillo y jefe de un reino, esa vaina no le durará (si es traqueto sí)