En la crisis universitaria colombiana encontramos que cada caso que se evidencia es peor que el anterior. Los gobiernos parecen haber olvidado que la educación cuando es pública, gratuita y de alta calidad aporta enormemente al desarrollo nacional. Tales son los casos de las más prestigiosas universidades de América Latina, para no ir muy lejos. En Colombia todas las universidades públicas están en crisis, unas más que otras. Pero cuando se encuentra que las más feroces y gráficas manifestaciones de ésta se dan en la Universidad Nacional todo pinta muy mal.
Y es así por ser la institución de mayor investigación del país, con ¼ de los grupos de investigación de Colciencias e igual proporción de revistas indexadas, y a su vez recibe ¼ del presupuesto estatal de las 32 universidades públicas y vincula gran parte de sus docentes al desarrollo de la extensión, 3 veces el promedio nacional. Hoy por hoy la Nacional es el principal centro educativo de Colombia con 50.194 estudiantes en 437 programas, un tercio de los doctorados ofertados y 28 de cada 100 becas que se ofrecen para cualquiera de ellos.
En 1993 el presupuesto de la Universidad Nacional era de $368.260 millones, en 2008 de $1.03 billones. Creció 180%. Pero entre esto los propios aumentaron 498% y los provenientes de la nación un 56%.[i] Su crisis es tan monumental como su importancia y no es necesario enunciarla en detalle a través de las cifras por lo evidente. Hace año y medio publiqué un artículo donde exponía los criterios con que se administraba dicha crisis, con la puesta en marcha un programa nacional de donaciones para cubrir, entre otras cosas, becas para Estudiantes de Posgrado a partir de aportes ¡desde $10.000 por donante!. Y hoy tenemos que las becas de posgrado para Estudiante Sobresaliente pasarán de ser 230 a solo 12 en el primer semestre de 2016, mientras que las de Grado de Honor pasarán de 21 a 2 en el II semestre de 2015.[ii]
El desplome de la universidad de la nación guarda relación estrecha con el propósito de que la oferta educativa no supere las necesidades del mercado, ni en calidad ni en cantidad. Parece haberse constituido una especie de logia que no escatima esfuerzos en abrirle paso al ánimo de lucro y la mercantilización de este derecho. Sin más, se apresta este Gobierno y la Ministra Campo a cercenar la posibilidad de mantener para el país un elemento radicalmente importante para su desarrollo.
Valga la pena citar un reciente editorial de La Jornada, diario adscrito a la Universidad Nacional Autónoma de México, que sintetiza lo que aquí se está defendiendo: “la educación en general, y la enseñanza universitaria en particular, no sólo constituyen un mecanismo de movilidad social irrenunciable, habida cuenta de las exasperantes desigualdades sociales que afectan al país, sino también un elemento imprescindible para el desarrollo económico, político, social y cultural. En esa medida, todo recorte presupuestal a las universidades públicas ha de ser visto como una afectación a las perspectivas de mejoría económica e institucional; es, en suma, recortar el futuro.”
El debate es entre dos modelos contrapuestos, el democrático y nacional de los universitarios del país y el privatizador de Juan Manuel Santos, que de continuar, auspiciará el desplome de la universidad pública al servicio de Colombia.
El desplome de la Universidad Nacional de Colombia.
Jue, 14/11/2013 - 06:12
@AmauryNG
En la crisis universitaria colombiana encontramos que cada caso que se evidencia es peor que el an
En la crisis universitaria colombiana encontramos que cada caso que se evidencia es peor que el an