Si todos autores de canciones romanticonas no se equivocan el amor existe, aunque, la verdad en mi interior lo dudo. Existe un elemento con el que por más amor que exista siempre será una piedra en el zapato, una lucha constante para apaciguar al otro, un distractor de afecto y un potencializador de peleas, el ego.
Esa decisión que jamás se revoca, un capricho incesante, un elemento exacerbarte que nunca se tolera, eso que esta ahí y que nunca cambiaras. Eso que hace parte de la esencia del otro, un factor determinante de la personalidad y que al tiempo una muestra del “súper yo”.
Indiscutiblemente es imposible pensar una persona sin ego, ello la haría completamente seca, manipulable, sin carácter y de echo esos son atributos que jamás son tenidos en la cuenta como un favor atractivo. El ser autónomo y con un temperamento definido da muchos puntos para el enamoramiento, pero cuando se vuelve inmanejable es un detonante de distanciamiento.
No se si les ha pasado, pero el ego ha superado la mayoría de mis relaciones sentimentales. Se ha convertido en un completo ahogo de sentimientos y cuando ya no hay contención, se sacan los trapitos al sol y heridas incurables quedan el corazón.
Tengo un exquisito gusto por personas con algo ego que terminan siendo indomables. Personajes de los cuales el ego les juega en grandes ligas, donde la sumisión del otro es un factor que genera en ellos goce y felicidad.
El ego, el talon de aquiles de las pasiones
Lun, 06/01/2014 - 05:32
Si todos autores de canciones romanticonas no se equivocan el amor existe, aunque, la verdad en mi interior lo dudo. Existe un elemento con el que por más amor que exista siempre será una piedra en