"Al final, lo que importa no son los años de vida, sino la vida de los años"
(
Abraham Lincoln)
Enterrar a alguien a quien amamos profundamente y que ha hecho parte de nuestra vida es, sin duda, una de las peores experiencias que puede tener un ser humano… aborrecible, asquerosa, cruel… no lo vamos a volver a ver, no podemos decir lo último que queríamos, no lo podemos abrazar, besar, pedir perdón, perdonar… ya no existe, se fue y no volverá a estar nunca más.
Sin embargo, y como si fuera poco, en la vida también tenemos la difícil tarea de enterrar vivos… sabemos que existen, que los podemos abrazar, que los podemos volver a ver, besar, pedir perdón o perdonar… pero la vida nos obliga a matarlos, a hacer ese balance entre lo que queremos y lo que debemos, a entender que puede ser peor mantenerlos vivos y por eso es necesario que hagamos un duelo lo más cercano posible a la realidad.
Es entonces cuando la razón debe primar, cuando a pesar del indescriptible dolor debemos aplicar esa trillada pero real palabra “Soltar” y es que tendemos a idealizar, a creer, a soñar y andamos más allá que acá… más en lo que quisiéramos que pasara que en lo que realmente pasa, más en lo que creemos que sentimos, que en lo que realmente sentimos.
Aunque sea difícil de aceptar, yo creo con cada molécula de mi cuerpo, que esas ruinas en las que a veces andamos perdidos, son sin duda, el mejor camino a la transformación, al crecimiento interior… y algún día, más cercano que lejano, entenderemos la importancia de enterrar a los vivos en el momento, y lugar apropiado… así, todo va fluyendo, todo va recobrando sentido, nuestra coraza cada día se volverá más fuerte y finalmente entenderemos que así es la vida, una constante de enterrar vivos y muertos.
@mapi_duarte
