Al mejor estilo del comercial sobre la famosa pomada, y antes de que continúe leyendo este post, es necesario que conteste las siguientes preguntas:
¿Cuándo suena su despertador lo apaga y dice “cinco minuticos más”?, ¿Frecuentemente lo primero que hace por la mañana antes de iniciar su trabajo es mirar su correo, su Facebook (o similar)?, Es muy creativo pero, ¿tiene dificultades para realizar completamente sus ideas?, ¿Su escritorio (real o virtual) suele estar desordenado?, En una comida, ¿se come primero lo que más le gusta y deja el resto para el final?, ¿Cuando tiene mucho trabajo (de oficina o estudio) prefiere irse a dormir y levantarse al día siguiente temprano para finalizarlo?, ¿Justo después de aceptar un trabajo, se va a tomar un café para relajarse y pensar?, ¿Se siente más productivo cuando se acerca la fecha límite para entregar un trabajo?
Aunque las preguntas anteriores no son un test científicamente diseñado es probable que si respondió afirmativamente a más de cinco preguntas pueda tener propensión a procrastinar. El término procrastinar se suele confundir con procacidad (desvergüenza, insolencia, atrevimiento), no es otra cosa que una serie de comportamientos asociados a la postergación de forma persistente de aquellas tareas que debemos hacer, que son importantes en nuestra vida diaria y que se reemplazan por otras más irrelevantes pero más placenteras de hacer. Al fin y al cabo, ¿a quién no le gusta sentirse cómodo en la vida?
Contrario al popular comercial quisiera decirle que la procrastinación le tiene miedo a la pomada, pero no. Suele ser un síntoma difícil de manejar para quienes lo padecen, y tiende a ser rotulado como simple "pereza", pero aunque compartan significados similares por la obligatoriedad del resultado tienen sus diferencias.
La procrastinación se describe en la práctica como una deficiente o ausente administración del tiempo. El procrastinador acostumbra subestimar la importancia de la tarea encomendada por su aparente facilidad, o sobrestimar el tiempo que le queda para realizarla. Generalmente se asocia a la excesiva autoconfianza que redunda en una también falsa sensación de autocontrol y seguridad.
A la mayoría nos dan plazos para entregar los trabajos asignados, y aunque en esta sociedad posmoderna mediada por la inmediatez nos han acostumbrado a cumplir desde la escuela misma, en ocasiones fallamos en alguna entrega, debiendo improvisar una solución y llegando a salir bien librados de la situación; suele pasar.
Pero cuando este episodio ocasional se vuelve hábito y este a su vez se vuelve costumbre, nos autoengañamos llegando a pensar cosas como “más tardecito empiezo", postergando día tras otro una tarea que además de no agradarnos mucho percibimos como fácil, y de repente, sin darnos cuenta nos vemos colgados, pidiendo plazos, sintiéndonos culpables por esos “cinco minuticos más” de sueño que nos hacen llegar tarde, con una gran carga de estrés, la adrenalina disparada y trabajando bajo presión. Esa última frase “solo alcanzo mi máximo potencial trabajando bajo presión” es uno de los autoengaños más comunes, y lo peor de todo, causa un deterioro lento y progresivo en su salud.
Surge entonces la pregunta obligada: ¿qué puedo hacer?
Pues bien, Albert Ellis creador de la Terapia Racional Emotiva hablaba sobre la tendencia que tienen las personas a ser “hedonistas a corto plazo” y a “perder el tiempo”. Freud lo define ampliamente en sus principios de placer y realidad desde un enfoque psicoanalítico, pero como no se trata de encontrar el encuadre teórico del asunto, miremos alternativas como las que planteó Stephen Covey en sus “hábitos de la gente altamente efectiva” (desde la TRE y el Psicoanálisis también hay soluciones).
Revise lo que se está diciendo a usted mismo y cómo mantiene conductas que lo llevarán hacia la auto derrota. Actitudes como el aplazamiento se convierten en una fuerte barrera. Algunos ejemplos son: “cinco minuticos más”, “mañana llego más temprano y comienzo”, “una siesta y me sentiré con mas ánimos de trabajar”, “lo haré más tarde”, “no tengo información suficiente para empezar”.
Sea proactivo, tome la responsabilidad de su vida en sus manos y practique la habilidad de seleccionar su respuesta ante cualquier estímulo.
Comience su día con un fin en la mente, así evitará divagar en actividades sin sentido impidiendo que el azar programe su vida.
¿Qué puede hacer que no esté haciendo ahora, y que de hacerlo frecuentemente generaría un gran cambio positivo en su vida? esto significa poner primero lo primero, es decir, analice a qué dedica la mayor parte de su tiempo en el día: cosas urgentes, que no pueden esperar, actividades que exigen atención inmediata; normalmente son actividades que carecen de importancia pero que siempre actúan sobre nosotros. En contraposición: actividades importantes, cosas de gran valor para nuestras vidas y nuestro futuro que nos dejan más satisfechos a mediano y largo plazo.
Si definitivamente no logra cambiar la forma como administra su tiempo y esta le causa dificultades, haciéndole parecer más un gobernante procaz que deja todo para el último mes de su gobierno queriendo hacer lo que no hizo en cuatro años, no dude en pedir ayuda. Recuerde que visitar un Psicólogo no es para locos, y que al final el tiempo pasa y no espera a nadie, por eso el mejor momento para empezar es ahora, no busque más excusas.
@maobayona
www.infopsicologica.com
¿Es usted un procrastinador? Si no sabe se lo explico acá
Sáb, 10/08/2013 - 00:01
Al mejor estilo del comercial sobre la famosa pomada, y antes de que continúe leyendo este post, es necesario que conteste las siguientes preguntas:
¿Cuándo suena su despertador lo apaga y dice
¿Cuándo suena su despertador lo apaga y dice