Frivolidad y fundamentalismo islámico

Mié, 07/01/2015 - 10:29
Estaba oyendo la radio poco antes de las 7:00 A.M., cuando el director de una conocida emisora colombiana dio paso a su corresponsal en París. La periodista contó que

Estaba oyendo la radio poco antes de las 7:00 A.M., cuando el director de una conocida emisora colombiana dio paso a su corresponsal en París. La periodista contó que unos encapuchados habían entrado hacía unos minutos a la redacción del semanario satírico Charlie Hebdo y habían disparado indiscriminadamente matando “por los menos a diez personas” e hiriendo de gravedad a otras cinco.

El director del programa “informativo” en cuestión, sin averiguar algo más sobre lo que acabábamos de oír, siguió adelante con el programa como si tal cosa, como quien oye llover. Pasó a tratar el caso del pasajero de un tren en Londres que se encontró sin papel higiénico y buscó la solución a través de Twitter, y luego informó sobre el éxito de una canción de protesta contra el gobierno de Maduro que ha tenido no sé cuántos millones de visitas en YouTube.

No podía creer lo que estaba oyendo. La noticia, contada de aquella forma tan liviana, me pareció terrible, y no había que ser un experto analista político para deducir que aquello era obra del fanatismo islámico, satirizado en diversas ocasiones por el semanario francés que ya había sido víctima de estos bárbaros por lo menos en otra ocasión.

Pasé inmediatamente a buscar detalles de aquel grave asunto en otros medios con una mezcla de horror por lo que acaba de oír, indignación por la frivolidad con la que se mira la muerte de seres humanos en Colombia -incluso por quienes deberían dar ejemplo de sensibilidad- y de sentimiento de solidaridad con los colegas franceses que acaban se vivir en carne propia el resultado de la intolerancia fundamentalista.

Vivimos tiempos oscuros para la libertad de expresión. No es casualidad que esto ocurra cuando aún no se apaga el escándalo por el boicot de Corea del Norte a la película The Interview y cuando, para hablar de nuestro patio más cercano, personajes como Nicolás Maduro, Rafael Correa y Cristina Fernández tienen en su mira a la prensa crítica con su gestión.

Por eso resulta más sangrante toparse con manifestaciones de frivolidad como la anotada más arriba en una emisora local, aunque bien es verdad que esa insolidaridad de un medio en Colombia con otro que ha sido atacado en Francia tiene más que ver con la insensibilidad que produce en nuestro ambiente la presencia de la muerte. Supongo que pasados unos minutos y cuando toda la prensa mundial hablaba del asunto, la emisora colombiana rectificó y se ocupó del caso. Pero no deja de ser sintomática su actitud.

Por lo demás, la barbarie del fundamentalismo islámico contra un semanario satírico parisino crítico de sus desmanes e intolerancia, no deja de ser una llamada de atención a Occidente. Nos espera una escalada de violencia no prevista por quienes tan alegremente apoyaron la invasión de Irak en su momento, babearon ante las diversas “primaveras árabes” y creyeron que los conceptos de libertad y democracia eran exportables a las satrapías de Oriente Medio como unos productos más del mundo globalizado en que vivimos.

Nos han declarado la guerra santa y aún no nos enteramos. Lo dijo un ilustrado del siglo XVIII, Dietrich von Holbach: “Cuando los hombres creen no temer más que a su Dios, no se detienen en general ante nada”.

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