El pasado mes de enero las búsquedas en Google sobre reforma tributaria se dispararon. Los nuevos gastos y deducciones lanzaron a miles a buscar las razones de por qué ahora recibían menos y los impuestos eran más altos.
Con la búsqueda muchos se enteraron de lo nefasto de la reforma, que bajó el impuesto de renta de las grandes compañías y aumentó el IVA y los impuestos de la clase media.
Por estos días, es común ver a los candidatos del Centro Democrático haciendo alarde de que no votaron la reforma, pero no dicen que sí hicieron el quórum necesario para que la iniciativa saliera adelante.
Y como el tema de los impuestos, son cientos los asuntos de vital importancia que se definen en el seno del Congreso de la República. Si se pagan horas extras o no, si se reconocen las primas a las empleadas domésticas, si se permite el ingreso de licores extranjeros sin restricciones o si se aprueban nuevos tratados comerciales que puedan afectar nuestra diezmada industria nacional.
Es allí, en el Congreso, donde también se han librado importantes debates de control político contra la corrupción, se han destapado escándalos de abusos de poder y se tramitan grandes asuntos como los acuerdos para superar el conflicto armado.
Por todo eso, la votación del próximo domingo 11 de marzo no es un tema menor y debería interesar a toda la ciudadanía, pues de una elección informada, clara y consciente puede depender el futuro de nuestra sociedad.
Es cierto que el Congreso es una de las instituciones más desprestigiadas y deslucidas, de la ya desprestigiada y deslucida democracia colombiana, pero el problema no es la institución de representación política, el problema son las personas que elegimos para que produzcan las normas que gobiernan nuestro país.
Si la gente honrada, asqueada de la politiquería y corrupción desbordante, saliera el domingo masivamente con sus familiares y amigos y votara a conciencia, seguro el voto amarrado y comprado vería reducido su margen de acción. Los cambios no son de un día para otro, pero si el voto informado y de opinión crece y se reproduce, sería capaz de ganarle terreno al voto fundado en los tamales, las tejas y el billete.
Por eso, el próximo domingo la invitación es a salir a votar. Hay que leer, indagar, aprender de los errores del pasado y votar.
Yo por mi parte, votaré al Senado por Jorge Robledo (Polo 1), porque ha denunciado la corrupción de Odebrecht, Reficar, Isagén, Saludcoop, y ha acompañado a la ciudadanía en sus luchas por mejor educación, salud y fuentes de empleo. Me gusta Robledo porque vota a conciencia y defiende la clase media empresarial, la industria, el agro, así como a los trabajadores, campesinos y profesionales que trabajamos arduamente por sacar adelante a Colombia.
Y a la Cámara por Bogotá, mi ciudad, votaré por Sergio Fernández (Polo 102) a quien pude conocer como vocero de la Mane en la lucha contra el ánimo de lucro en la educación y por la defensa de un sistema educativo público, científico y de alta calidad. Además, Sergio, estudioso y riguroso en sus debates, ha liderado de forma respetuosa y con argumentos la revocatoria de Enrique Peñalosa. Para él todo mi respaldo.
La invitación entonces, amigo lector, es a que no lo venza ni la pereza, ni el desdén. Ejercite la democracia para que no se le atrofie la ciudadanía. Ubique su puesto de votación y participe. El próximo domingo 11 de marzo, la cita es en las urnas. Allá nos vemos.
Andrés Pachón | @AndrésPachonTor
