A la película corazones de hierro, le faltó furia

Mié, 18/02/2015 - 09:23
Abril de 1945. Finaliza la guerra en Europa. En el frente occidental, los aliados ocupan la mitad de la Alemania nazi. Un chico, inexperto, es delegado como operador de

Abril de 1945. Finaliza la guerra en Europa. En el frente occidental, los aliados ocupan la mitad de la Alemania nazi. Un chico, inexperto, es delegado como operador de un tanque en la 22 división armada de los Estados Unidos. Acompañado de tres soldados y el sargento Coller (Bratt Pitt), no solo deberá enfrentar la crueldad de la guerra, sino a sus propios miedos.

Incontables largometrajes bélicos retratan la historia de la Segunda Guerra Mundial. Pocos se atreven a plasmar los combates de la infantería mecanizada, fuerza aérea o naval, ya que la producción es más costosa y complicada. Fury, lo hizo. Dicho sea de paso, usó el único tanque Tiger alemán que todavía funciona en el mundo: Tiger 131, adquirido por Tank Museum de Bovington. Sumado a ello los Sherman norteamericanos que aparecen en la película también son reales.

No obstante, el filme nos deja con ansias de escenas de acción delirantes. Películas como: Salvando al Soldado Ryan, Lazos de Sangre o Defiance (acá también usan tanques); y en series: Band of Brothers o, The Pacific; la intención cinematográfica es más angustiosa y emocionante. En Corazones de hierro -traducción errónea de Fury en Latinoamérica-, a pesar de la lluvia de balas y bombas que caían alrededor, la imagen era estable y pretenciosa. Para ilustrar: Stanlingrado (2013). La producción rusa se jacta de ser la primera película en su país de haber sido rodada en IMAX30 y de contar con 900 extras para una escena. Aun así, es criticada por el uso excesivo de cámaras lentas y efectos especiales. Fury se extralimita en escenas heroicas poco realistas. Las batallas se asemejan a la Guerra de las Galaxias o Star Trek, ya sabrán por qué.

El director Davir Ayer, que nos deslumbró con Training Day, en Fury se tomó todo el tiempo del mundo en resaltar el drama que viven los soldados cuando no están en el campo de batalla. La lucha psicológica, la transformación de la personalidad que conlleva estar en un ambiente hostil y ajeno, se resalta en gran medida cuando Coller y Norman irrupen en el hogar de unas mujeres. Para mí la mejor parte.

Coller, un tipo duro y pintoreteado de cicatrices, es el mentor de Norman. El sargento lo obliga a no evadir su responsabilidad, matar al enemigo. El principal objetivo del joven será aprender a superar sus temores y apretar el gatillo. Infortunadamente Norman debe madurar, y muy rápido. Tomar una decisión en unos cuantos segundos puede salvar su vida y la de muchos de sus compañeros.

Al frente, un enemigo cansado y replegado. Miles de fanáticos alemanes se representan tímidos, débiles y desordenados, hasta los hacen ver ridículos. Varias escenas se vuelven monótonas y previsibles.

El largometraje es entretenido. Una historia repetida que acostumbramos a ver en los filmes de guerra. No como Lebanon (2009), película israelí que trabajó mejor la tensión y la intensidad cinematográfica. En Corazones de Acero vemos la perspectiva de vivir en un tanque gringo.

@JuanCachastan

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