¡La vida sin clítoris no tiene sentido!

Vie, 18/11/2011 - 05:18
Hace tres años, por esta época, se me ocurrió hacer una marcha… ¡de lo que fuera! Sentía la necesidad de salir a protes

Hace tres años, por esta época, se me ocurrió hacer una marcha… ¡de lo que fuera! Sentía la necesidad de salir a protestar. Ahora, el paso a seguir era buscarse un motivo. Y así fue como se me ocurrió movilizarme en señal de rechazo a la ablación:  

¡La vida sin clítoris no tiene sentido! 

Rewind. Hace tres años cuando me fui para Orlando (FL) había algunas tardes en las que de verdad me cansaba muchísimo de observar el funcionamiento estadounidense: cual máquinas, todo el mundo obedece a las más de las injusticias sin “chistar”: “¡voltee hamburguesas y no pida más! ¡PUNTO!”. Razón suficiente para acordarme de que existen los Derechos Humanos (aunque he de confesar públicamente –a ver si me quito este peso de encima– que mi profesor admitió que los DDHH no sabe si existan, pero que son una conjetura inevitable) y que la ablación clitórica es una motivación para pelear por que todos en el mundo accedamos a establecer unos mínimos comunes que faciliten la aceptación de las diferencias culturales.

¡Y claro que está prohibida y penalizada (fuertemente) en muchos países! Pero no es fácil; como creen que Occidente dice que tiene la Verdad, luchar contra tal crimen de lesa humanidad, obviamente, no es considerado como algo diferente a un imperialismo cultural.

¡Alto! Creo que omití algo muy importante. ¿Si saben qué es la ablación de clítoris o mutilación genital femenina? (Bueno, pregunto porque habrá algunos brutos que ni saben qué es el clítoris). Es la eliminación del clítoris y hasta más del tejido de los genitales femeninos por razones culturales, religiosas o cualquier otro salvajismo. ¿Y para qué? (Pregunto también porque aquellos que no saben qué es el clítoris pues tampoco sabrán para qué sirve). Para evitar sentir placer sexual y, así, llegar virgen al matrimonio, puesto que, de lo contrario, la mujer sería rechazada –en la actualidad cuántas nos quedaríamos sin marido, ¿no? Y también se hace para impedir la promiscuidad de ella y asegurar que solamente tenga hijos con el esposo.

La ablación es una costumbre extendida en una amplia región de África, y el aumento de la inmigración ha llevado esta práctica a Europa. Muchos estarán diciendo “¡uy!, pero eso es por allá bien lejos". Pero ni tan lejos. Esta brutalidad también se practica en algunas a tribus indígenas que habitan en el suroccidente colombiano.

El caso es que hace tres años ese fue el pretexto que escogí para mi marcha. No obstante, llevar a la tierra del Tío Sam a esa millonada de viejas me salía algo costoso. Muy desinflada, empecé a inventarme justificaciones para no caer en depresión profunda (no por ellas, ¡por mí! No tienen ni idea de lo que es aburrirse en otro país), entre esas que no era viable hacer ese tipo de manifestaciones en un país como Estados Unidos, allá donde se puede hacer “de su culo un balero” siempre y cuando se siga la represiva norma; y a esa norma le importa un pito el pito y el clítoris… ¡a menos que den plata!

Pero al mismo tiempo pensaba que quizás exageraba y que debía seguir moviendo todas las fichas (ni idea cuáles) para lograr trascender en la historia (y, por qué no, aparecer en los libros de historia), total, los Estados Unidos de América siempre se han creído el Capitán Planeta que salvará al mundo de todos los villanos. No estaría de más, entonces, pensar que gracias a mi movilización lograrían entrar hasta los lugares más recónditos y cortarles el pito por pedacitos a todos los “abladores” intelectuales y materiales.

De haber sido así, de pronto palabras como las siguientes no encabezarían noticias: hoy en día a unas 135 millones de mujeres y niñas en el mundo les han quitado el privilegio de gozar; de pasar de damas en la calle a putas en la cama (si fuera periodista así lo habría escrito yo). Y el problema va más allá del goce, no crean que eso es lo único que me interesa: hay mujeres que mueren desangradas o por infección en las semanas posteriores a la intervención. ¡Ni al caso pensar que hay otra manera de hacer esto fuera de la rudimentaria! ¿Ni al caso pensar que las tradiciones culturales pueden adaptarse a los avances y descubrimientos del siglo veintiuno y modernizar sus barbaries?

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