Llama la atención a estas alturas de la larga campaña electoral -que hace tiempo empezó y de la que todavía nos queda-, que vaya ganando el voto en blanco en todas las encuestas. Y llama la atención que esto no se destaque por quienes encargan esos sondeos.
Se dan a conocer los seis o siete primeros nombres que aparecen en la encuesta y al final, se divulga un porcentaje de la opción en blanco, siempre más alto que cualquiera de esos nombres. ¿Por qué no destacarlo con toda la carga simbólica que conlleva?
Votan en blanco quienes no tienen su voto comprometido; los que no lo cambian por un tamal, una camiseta o una botella de aguardiente. Votan en blanco aquellos que no se sienten amenazados por la violencia que atenaza en tiempo de elecciones a cientos de miles de colombianos en veredas y pueblos perdidos, los que no están esperando un favor político ilegal.
Votan en blanco los que no están amarrados a una secta religiosa. Votan en blanco espíritus libres. Los que no están con ninguno de los once clanes familiares que dominan la política de este país hace años. Vota en blanco gente muy decente. Y en un país de tantos políticos indecentes los encuestadores deberían por lo menos, rendirles el reconocimiento de destacar su opción.
No es lo mismo abstenerse que votar en blanco. Y no digo que quienes acuden a las urnas no sean gente correcta y cabal. Digo que quien se toma el trabajo de votar en blanco está enviando un mensaje muy claro de escepticismo, cansancio, hartazgo con la política tradicional de este país. Y eso no es poca cosa.
Sí, ya sé, conozco el argumento de quienes están en contra de esta opción: que es una simpleza, que hay que elegir y el voto en blanco no elige a nadie, que votando así solo se favorece a los corruptos de siempre, que es poner en el Congreso a los representantes de las maquinarias electorales. Vale, muy respetable la opinión pero que no me hablen de pereza política porque ir a votar requiere su trabajito.
Y como hay mucha gente que no entiende esta actitud y por ahí derecho quiere aprovecharse de ella, lanza bulos: que el voto en blanco se le agrega al ganador, que acaba con los partidos minoritarios, que enriquece a sus promotores, que no sirve para nada. Todo falso. Y claro que sirve.
Además de ser legal, pues se encuentra consagrado en la Constitución colombiana, sirve. Mejor dicho, serviría si supera el 50 por ciento del total de votos emitidos, cosa que ya sé que es muy difícil, casi imposible. Pero si se alcanzara ese umbral, hay que tener claro que descalificaría y mandaría a su casa sin opción a volverse a presentar, a todos los candidatos. Lo que sería muy interesante de experimentar.
Pongo el ejemplo de las últimas elecciones al Congreso. A quienes promovían el voto en blanco se les decía: “Si triunfara tu opción cabe la posibilidad de que queden por fuera los pocos buenos programas y candidatos que se presentan”. Bien, no triunfó el voto en blanco y se eligió lo que conocemos. ¿Dónde está la labor de esos programas y candidatos tan buenos que derrotaron al voto en blanco?
La gente votó ni siquiera por programas, lo hizo por eslóganes tontos, vacíos y sin sentido: “Para que vivas mejor”, Partido Liberal; “Eficacia, eficiencia, transparencia y rendición de cuentas”, Partido de la U; “Mano firme y corazón grande”, Centro Democrático. Ya vienen dosis de más de lo mismo. Terminarán instalados en posición de ordeño los de siempre, y sino sus parientes y amigos. Pero, señores de las encuestas, respeten a los que quieren votar en blanco y destaquen cuando vaya ganando.
Las encuestas y el voto en blanco
Lun, 25/12/2017 - 03:30
Llama la atención a estas alturas de la larga campaña electoral -que hace tiempo empezó y de la que todavía nos queda-, que vaya ganando el voto en blanco en todas las encuestas. Y llama la atenci