Bogotá vive una de las peores crisis de su historia. La movilidad es desastrosa, las calles están llenas de huecos y las paredes de grafitis. Los hospitales de la ciudad funcionan con presupuestos irrisorios y no se nos puede olvidar el déficit de vivienda que tiene la capital. Las obras de construcción se demoran el doble de lo previsto y no hay en la ciudad un solo andén apto para ser transitado por personas en condición de discapacidad. La inseguridad es aterradora y empeora con la ineficiencia y la red de corrupción que hay dentro de la policía, una de las instituciones más desprestigiadas e irrespetadas de nuestro país.
Pero hay que entender que para nuestro querido alcalde estos son simples problemas sin trascendencia, tan solo pequeñísimas piedras en el zapato. El tema que verdaderamente ha ocupado la agenda de Petro desde hace más de un año, es su permanencia en la alcaldía. Nosotros los bogotanos, por lo tanto, vivimos preguntándonos cuál será la siguiente tinterillada con la que nos sorprenderá el mandatario. ¿Cuál será la próxima pasada del alcalde que evitará que el procurador y los fascistas, oligarcas, ricos, periodistas, congresistas, jueces, y todos los que -él dice- están en su contra, logren tumbarlo? Hay que decir que en esta lucha de Petro, hemos sido testigos de las peores pericias y jugarretas políticas y jurídicas .
Empezó apropiándose del balcón del Palacio Liévano, desde donde presidió innumerables manifestaciones llenas de odio y echó discursos incendiarios convocando a todas las personas (¡y no son pocas!) que de alguna forma se han sentido atacadas por el procurador. Se tomó también la Plaza de Bolívar y permitió que se instalaran carpas, se hicieran fogatas, se llenara el piso de basura y se dañaran los monumentos nacionales. Me pregunto yo quién pagaba la instalación y alquiler de las tarimas en la Plaza de Bolívar, la impresión de los volantes que decían “Petro se queda” el audio y la música en las manifestaciones.
La siguiente leguleyada de Petro fue olímpica. Llevó a cabo una ¨tutelatón¨ obedeciendo a una expresión ¨espontánea¨ de 800 ciudadanos indignados con la injusticia que se estaba cometiendo contra el mandatario. Tutelas que fueron interpuestas por distintas personas que en muchos casos no eran ni si quiera bogotanos, y que actuaban como agentes oficiosos del alcalde. Así, en solo unas cuantas horas, logró quitarle todo el valor a la única garantía que tienen y que de verdad necesitan millones de colombianos desplazados, enfermos y pobres para lograr la protección de sus derechos.
Y no solo eso. Presionó para que se hiciera rápido la revocatoria cuando sabía que gozaba del apoyo incondicional de los bogotanos después de que Ordoñez lo volvió un mártir con ese fallo arbitrario y desmedido, que lo destituía e inhabilitaba. Ahora, sin embargo, con una revocatoria incierta, ha decidido más bien buscar el abstencionismo en vista de que ya no es el personaje más popular de la ciudad. De hecho, el 64% de los bogotanos anunció que votaría en favor de que Petro se vaya de la Alcaldía de Bogotá. Eso sí, hace 6 meses presentaba acciones de cumplimiento y populares para frenarla.
De todas maneras, y como nunca se puede ser muy precavido, también ha hecho buen uso de distintas políticas populistas para evitar la enemistad de sectores que lo podrían llegar a afectar en la revocatoria, si esta llegase a ocurrir. Por ejemplo, aplazó el tan controvertido pico y placa en el centro de la ciudad porque no podía prescindir del importante apoyo de los comerciantes.
Salió a los medios a decir que hubo un complot en su contra, basándose en los testimonios de Manuel Sánchez y Emilio Tapia, dos joyas que participaron del carrusel de la contratación de Bogotá. Un complot que supuestamente fue orquestado por contratistas, empresarios, concejales y órganos de control para que la ciudad se quedara sin recolección de basuras. No me sorprendería que piense que tanto los magistrados del Consejo de Estado como los del Consejo Superior de la Judicatura, hacen parte de ese ¨torcido¨.
Le pidió a la a Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) medidas cautelares ante el fallo de destitución de la Procuraduría, a pesar de que aún puede presentar una acción de nulidad y restablecimiento, lo que significa que aún goza de suficientes garantías en el país.
Sigue convocando a marchas y continúa polarizando y arremetiendo en contra de todos los que no le dan su apoyo incondicional. Curiosamente, en los últimos días ha acudido al twitter y a otros funcionarios de la alcaldía para defenderse. Todos dicen que hay que esperar a que se pronuncie la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Pero si la Comisión no le da la razón, sin duda seguirá dilatando su salida insistiendo en que se debe llevar a cabo la revocatoria.
Mientras tanto, sus abogados aseguran que en definitiva, los fallos de las altas cortes no lo sacarán de la alcaldía, lo cual resulta por decir lo menos paradójico, ya que aún cuando él ha pedido respeto por la democracia y los derechos humanos, está lejos de respetar las decisiones judiciales que han confirmado la decisión de Ordoñez.
Duele el estado lamentable de la malla vial y que el espacio público ahora está ocupado por vendedores ambulantes. Duele lo fea que está la ciudad. Pero duelen más las malas mañanas de Petro.
Las malas mañas de Petro
Jue, 13/03/2014 - 10:11
Bogotá vive una de las peores crisis de su historia. La movilidad es desastrosa, las calles están llenas de huecos y las paredes de grafitis. Los hospitales de la ciudad funcionan con presupuestos i