Cuando hablamos del alcohol, hablamos de un sin número de propiedades y situaciones que sólo son buenas cuando uno está bajo sus efectos, porque no conozco muchos casos en los que el alcohol haya sido el protagonista de historias épicas o dignas de contar para enorgullecerse. Resulta que dentro de sus tantas características desinhibidoras existe una en especial, reconocida y por cierto muy mal usada, la denominamos como el embellecedor. Suena hasta familiar ¿no?, lo que pasa es que el que hasta ahora no ha sido víctima, entonces ha sido victimario o simplemente observador de algún caso en el que el embellecedor haya sido el protagonista… Pero directa o indirectamente todos sabemos de qué se trata.
La frase ”No hay gente fea sino poco alcohol” no está muy lejos de la realidad y si hablamos con verdades eso pasa más comúnmente de lo que muchos admiten. Si bien es cierto que, como lo dije anteriormente, le hemos denominado de manera errante el embellecedor, sabemos que eso no embellece a nadie en lo absoluto. Lo que pasa es que el alcohol dentro de sus maravillosas propiedades también contiene una que nos pega directo en el gen de la valentía, y la verdad es que uno alcoholizado así sepa que la está embarrando, la embarra bien y con orgullo que es lo peor, sin pensar en consecuencias. Eso quiere decir que uno está consciente de sus acciones, es más, es tanta la conciencia que desde el primer momento sabemos que al otro día le echaremos la culpa al trago o al también famoso y bien llamado ‘enlagunamiento’. En todo caso el problema no es hacer las cosas; el problema es que los amigos se den cuenta.
Dicho lo anterior, se acaban las excusas, lo que es bonito es bonito y lo que es feo, lastimosamente es feo y punto, obviamente hablando de generalidades, porque entre gustos no hay disgustos y si la belleza es subjetiva pues la fealdad también, lo que pasa es que si de subjetividades hablamos, el embellecedor rompe todos los esquemas, el mundo se ve diferente y por aquello de la valentía pues se le hace a todo y de todo sin nada de miedo, que a final de cuentas todo ser humano debería tener un poquito de eso pero sin necesidad de alcoholizarse.
Ojalá al día siguiente la valentía fuera más grande que el arrepentimiento, pero no, y eso hay que sumarle el guayabo y las burlas de la gente que por cierto no ayudan para nada, pero finalmente uno sabe que el trago no hizo ver las cosas bellas sino que dio el impulso para abusar de las feas (en el buen sentido de la expresión), entonces cada uno mirará si convierte eso en una lección o en una costumbre, pues siempre hay próximas veces y obviamente no faltan quienes se aprovechan de la situación, así que es decisión propia tomar la posición que más le favorezca.
Que la conciencia sea más grande que la valentía y ya saben, sin van a tomar entreguen las ganas.
@Sirreyes_
No hay gente fea sino poco embellecedor.
Mar, 11/02/2014 - 09:59
Cuando hablamos del alcohol, hablamos de un sin número de propiedades y situaciones que sólo son buenas cuando uno está bajo sus efectos, porque no conozco muchos casos en los que el alcohol haya s