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Las películas de zombis pueden ser de muchas maneras y al menos conozco tres:
Una, las vudú, relacionadas con la magia y brujería de origen afrocaribeño, el sincretismo religioso y la esclavitud, que popularizaron al zombi haitiano como La plaga de los zombis de John Gilling.
Dos, las clásicas de George Romero, en las que la invasión de zombis ocurre en lugares pequeños y cerrados, donde hay pocos personajes y la situación es controlada en poco tiempo, como La noche de los muertos vivientes.
Tres, las post Romero, que no siguen el canon de este director, en las que hordas de zombis ocupan grandes territorios, los sobrevivientes viven el apocalipsis y nada pueden hacer porque la situación se ha salido de control, como Guerra mundial Z de Marc Fosters.
Supuse lo que vería: la adaptación del libro homónimo de Max Brooks, que estuvo lejos de imitar la complejidad de su trama. Sospeché un mundo apocalíptico, lleno zombis y sobrevivientes. Ahora bien, no sabía cómo el director mezclaría estos ingredientes.
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La mayoría de películas de acción son efectistas, movidas, vertiginosas. Hay accidentes, autos que se chocan, bala y persecuciones. Difícilmente un espectador se sorprendería con un filme de estos cargado de escenas sencillas y naturales, exceptuando, supongo, a los dogmáticos.
Aún atiborrada de zombis, Guerra mundial Z es una película de acción, no de terror. Es efectista. No obstante, el efectismo es un atributo común de casi cualquier película de Hollywood, no un defecto.
No me gustó que Fosters hiciera un película de acción, cuando yo iba por una de zombis, porque sacrificó el suspenso y el horror, inclusive la trama, por los efectos. A estas alturas el libro de Brooks es lo de menos. La atmósfera apocalíptica se logra más por el desastre causado por los hombres que por los zombis. Raya en la comedia. Si Fosters hubiera puesto pájaros asesinos el resultado hubiera sido parecido.
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Los zombis siguen siendo seres sobrenaturales e inexplicables para la ciencia, y las emociones que producen surgen de esa incomprensión. Nacieron lentos. Por eso no deberían correr ni en las películas. Les pierdo el respeto.
No me gustó que los zombis de Fosters parecieran atletas, al mejor estilo de 28 días después de Danny Boyle (en esto, soy fundamentalista como Kirkman: estos engendros deben ser lentos, estúpidos, torpes). Quizá sólo me fascinó la gran cantidad de ellos, las hordas trepando los muros para caer sobre Jerusalén.
Hay una mezcla perversa del zombi de Boyle con los vampiros de Francis Lawrence de Soy Leyenda con Will Smith. Pero no hay sangre. Y me gusta el terror porque también hay sangre.
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En una película de zombis no me interesan los zombis. Aunque sean el enemigo y podamos convertirnos en uno de ellos, están en segundo plano. Su función es asustarnos, poner en peligro sorpresiva y terriblemente la vida de los sobrevivientes. Estar ahí, al acecho, para generar emociones espeluznantes.
En una película de zombis me interesan los sobrevivientes, su tensa cercanía con estos implacables monstruos, los conflictos que surgen entre ellos, la lucha por el refugio, el agua y la comida. Sus crisis, su psicología y su indefensión. En este sentido, Guerra mundial Z es bastante floja.
Aun cuando el zombi es un ícono pop de la cultura norteamericana, Guerra mundial Z resulta tan típicamente gringa, con sus militares cliché, su armamento sofisticado y demás parafernalia, que me decepcionó. Aquí el horror no lo produce un monstruo solitario como Drácula, sino una exuberante horda. Ni la tensión es resultado de lo inesperado, sino de la exageración y la rapidez, como en, guardadas las proporciones, Los pájaros de Hitchcock.
Me entretuvo Guerra Mundial Z, aunque fuera de acción. Me cautivó el hiperrealismo barroco de los escenarios apocalípticos. Brad Pitt estuvo bien. La solución de la historia es ingeniosa. Sin embargo, en cuestiones zombi prefiero la sobriedad y equilibrio logrados, por ejemplo, en The Walking Dead, un ejemplar thriller de supervivencia.
Películas de zombis: ¿Acción o terror?
Lun, 19/08/2013 - 00:41
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Las películas de zombis pueden ser de muchas maneras y al menos conozco tres:
Una, las vudú, relacionadas con la magia y brujería de origen afrocaribeño, el sincretismo re
Las películas de zombis pueden ser de muchas maneras y al menos conozco tres:
Una, las vudú, relacionadas con la magia y brujería de origen afrocaribeño, el sincretismo re