Presidente, si va a oír a Timochenko, no deje de oír al Chocó

Dom, 11/08/2013 - 01:28
Un absoluto desatino ha sido para el Gobierno que la paz sea el único tema de su agenda.

Y no está mal hablar de paz; que el país hable de paz y no de guerra es el triunfo de la razón. Lo absur
Un absoluto desatino ha sido para el Gobierno que la paz sea el único tema de su agenda. Y no está mal hablar de paz; que el país hable de paz y no de guerra es el triunfo de la razón. Lo absurdo, y temo que vamos camino a ello, es que mientras su apuesta por embriagar a los colombianos de entusiasmo con “su paloma blanca”, se esquivan demás temas vitales y cotidianos para el país -a kilómetros de La Habana-, que han quedado en un segundo plano, y hoy los transportadores de carga, los cafeteros y los mineros del Chocó, solo por nombrar algunos, pasan su factura al presidente Santos. No nos debe embriagar el entusiasmo. El anhelado ‘atuendo’ de solución pacífica que reviste al gobierno no lo debe eximir de sus faltas. Aquí un ejemplo sencillo: si la opinión pública ‘aplaude’ al presidente Juan Manuel Santos por dialogar con las Farc, con mayor ímpetu debe exigirle al mandatario que oiga a los habitantes del Chocó, que desesperadamente bloquearon en días pasados la pista del aeropuerto El Caraño de Quibdó. Si el señor Presidente asignó una comisión de ‘notables’ para que se siente con la guerrilla, también debe atender, junto a sus más destacados representantes, el llamado social de darle un ‘revolcón’ a la calidad de vida, esa donde el 68% los niños menores de 10 años padecen desnutrición, según cifras aportadas por la Unicef- Colombia, del hambre que se acostumbra hablar desde Bogotá después de que se desayuna. Los mineros del Chocó con sus familias protestan, y no les falta razón. Alegan que el Gobierno les incumplió, entre otros, el compromiso adquirido de aportar para estas comunidades el suplemento nutricional entregado por el ICBF, del que dan fe los registros del Acuerdo para la Prosperidad en marzo 24 del 2012 en Quibdó.   Frente al bloqueo del aeropuerto, el Ministro del Interior afirmó que era preocupante que el aeropuerto parara su operación por desórdenes de sus mismos pobladores, ¿Acababa de desayunar el Ministro para descifrar que el problema era solo la imposibilidad de que un avión llegara o saliera? Posiblemente. ¿Qué pasó con el tema de cumplirles a las familias mineras?, ¿dónde se metieron los analistas de calidad de vida, para descifrar el resultado cuando no se encuentra un mínimo de oro para subsistir? Ese no ha sido tema del gobierno nacional, ha pasado desapercibido, está concentrado en hablar de su apuesta prioritaria: La Habana. El despliegue mediático -oficial y privado- que ha acogido a la paloma de la paz en los últimos días no se vio en ocho meses para hacerle seguimiento a los compromisos adquiridos por el Ejecutivo en el Chocó ante la situación indignante que a diario atañen los mineros de esta región. No ha sido visible, tampoco incluyente, aquella discusión que pretende escribir una nueva página en la historia de Colombia. Parafraseando a Ricardo Silva, el ‘golpe’ más certero para finiquitar la guerra: sentarse a armar un mejor país con quienes no les ha tocado país. Qué ironía, esto sigue sin ser una prioridad en la agenda estatal. En fin, Presidente, si va a oír a Timochenko, no deje de oír al Chocó. La región que en 'la otra Colombia' se habla de su miseria, su hambre, después del desayuno. @josiasfiesco
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