Hemos leído en las últimas semanas, en diferentes medios de comunicación, alternativos y “tradicionales”, la ola de robos a la luz del día que azota a Medellín. Y aunque esta situación no es algo nueva, lo que la hace sensacionalista, de momento y al parecer “reciente”, son las denuncias ciudadanas alrededor de ella y, tales denuncias se hacen en tiempo real a través de redes sociales como twitter y facebook.
La mayoría de los robos que se publican los hacen dos hombres en una moto (y eso que está prohibido el parrillero hombre), asaltando ya sean vehículos en la espera en un semáforo o a otros motociclistas o, a peatones que se dirigen a sus lugares de trabajo o descanso. ¿Y dónde está la policía de los colombianos, todos con un mismo corazón? Porque a mí me duele el corazón y ellos no aparecen (ni aparecerán), y me lo pregunto porque sé que deben estar limándose las uñas o coqueteándoles a todas las mujeres que pasan por sus lados (me atrevo a especular).
Asuntos como este apenas son vox populi, pues hay unos pocos cansados que se atreven – por lo menos – a levantar la “voz” (en letras, porque sólo lo escribimos). Esta ciudad, está poblada de sujetos resignados, hijos del país del sagrado corazón de Jesús, que ven la violencia como la cotidianidad, como el chisme, como aquello que le pasó al vecino y creen que nunca les pasará, un asunto al que no se está alerta porque ya se acostumbraron. Por eso creo que, para ser un colombiano es necesario estar dotado de una pizca, bien grande, de resignación y, si usted no se siente identificado con ello, por lo menos ese exceso de condimentos recae en los medellinenses.
¿Qué haría usted si le robaran? Piense, si va al banco y saca un par de millones de pesos y llegando a su casa le roban dos sicarios en una moto ¿usted qué hace? “¡Ay mijita! Eso se recupera, tómese esta agüita, cálmese que por lo menos está viva y no le hicieron nada”. Contestarán algunas personas, ya las he escuchado (mi mamá, mi abuela, las amigas de ellas, y como estas personas usted conoce a otras más). “¡Malditos! ¿No estaba prohibido el parrillero pues?” Ese tipo de frases no son válidas; es nuestro error seguir confiados de las leyes que no cumplimos como ciudadanos, ni que las organizaciones estatales hacen cumplir – y que tampoco cumplen.
Entonces, robos y más robos – impunes - en la ciudad de la eterna primavera, donde tenemos el mismo problema de basuras que en Bogotá y nadie dice nada. ¿Dónde está la supuesta cultura metro? Esa que alardea de transformar la ciudad hacia una ciudad con una cultura ciudadana progresista y educada. Ya recuerdo el eslogan del ex alcalde Sergio Fajardo: “Medellín la más educada”. Claro que sí señor Fajardo, ya los sicarios aprendieron a salir de día y trasnocharse menos, los ciudadanos a crear canales en walkie tokie y tomarse la justicia y persecución de los robos por sus propias manos. Somos los más educados en pagar el impuesto, la gasolina y el pasaje del transporte público más caro del país sin decir nada, nos roban sin decir nada; pues siempre nos queda la agüita de valeriana, la resignación mientras damos gracias por estar vivos y una estampa del sagrado corazón.
A propósito de los robos en Medellín.
Mié, 15/01/2014 - 03:23
Hemos leído en las últimas semanas, en diferentes medios de comunicación, alternativos y “tradicionales”, la ola de robos a la luz del día que azota a Medellín. Y aunque esta situación no