Qué hacer con una momia

Sáb, 11/08/2018 - 09:39
La experiencia y el sentido común dicen que a las momias es mejor dejarlas tranquilas. Miren lo que pasó con la que es quizá más famosa, la de Tutankamón, el faraón egipcio que reinó 1300 años
La experiencia y el sentido común dicen que a las momias es mejor dejarlas tranquilas. Miren lo que pasó con la que es quizá más famosa, la de Tutankamón, el faraón egipcio que reinó 1300 años a.C. Estuvo en el Valle de los Reyes, necrópolis en la cercanías de Luxor, hasta que a principios del pasado siglo un arqueólogo descubrió su existencia y decidió entrar a ver qué había allí. Howard Carter, que así se llamaba el científico, llegó hasta la cámara real en donde descansaba el sarcófago del faraón desde hacía tres mil años, y entonces empezaron a morir las personas que habían visitado la tumba. Ustedes dirán que todos vamos a morir, incluso los que no hemos perturbado el reposo de las momias. Pero por si acaso es mejor no meterse en problemas. Que es lo que está a punto de hacer el gobierno español con la momia de Francisco Franco, el dictador que gobernó España cuarenta años, hasta que murió en 1975. Cuando ocurrió el deceso; o mejor dicho, antes, Franco no pidió que lo enterraran donde se encuentra hoy. Tomaron la decisión de enterrarlo en una basílica el gobierno de turno y su sucesor, el rey Juan Carlos. Resulta que esa basílica forma parte de un complejo llamado Valle de los Caídos, conjunto monumental que terminó de construirse en 1958 por orden de Franco. Allí reposan, además del dictador y el fundador de la Falange Española, José Antonio Primo de Rivera, casi 40.000 combatientes de la guerra civil pertenecientes a ambos bandos. Porque Franco quiso dar a aquello el carácter simbólico de un monumento de la contienda que enfrentó a una nación entera. La exhumación de todos aquellos cadáveres hoy sería imposible dado que estos habrían terminado formando parte de la propia estructura del edificio al haber sido empleados para llenar las cavidades internas de las criptas. No así el de Franco que está a los pies del altar mayor. Pero aunque El Caudillo haya querido dar al Valle de los Caídos el carácter de monumento global del conflicto, los del bando contrario al del dictador —republicanos, anarquistas, nacionalistas, socialistas, comunistas, etc.— nunca han admitido tal condición y para los vencidos aquello es simple y llanamente un monumento franquista. Y el nuevo gobierno socialista dice tener ya fecha para exhumar su cadáver. Pedro Sánchez, nuevo presidente del gobierno español, se cree en el deber de dar ese gusto a sus fieles y se puede meter en un problema bien gordo. La familia de Francisco Franco —insisto, que no fue la que decidió enterrarlo allí— se opone a ello y amenaza con acusar a quien exhume el cuerpo del dictador por profanación de cadáver, delito grave en España. Y no hay que olvidar el detalle de que se trata de una momia porque el dictador fue embalsamado. Además, llevarlo a cualquier cementerio supondría un gasto grande y muchos problemas para la administración a la que le toque la lotería de recibir la momia, por las medidas de seguridad a tomar en previsión de posibles profanaciones de la tumba. Por lo visto el gobierno de Sánchez contempla varias alternativas, alguna bastante disparatada: sacar el cadáver y entregárselo a un juez que decida qué hacer con el finado. No puede coger la momia y enterrarla donde quiera, porque se opondría la familia. Así que se expone a hacer un ridículo internacional. Ya podemos ver los titulares en todo el mundo: “Sánchez desentierra a Franco y no sabe qué hacer con él”. La solución menos traumática, ya que está empeñado en remover el cadáver, sería sacarlo de un lugar tan importante como el altar mayor y ponerlo por allí en un lugar más discreto. Pero Sánchez lo que quiere es esconder a Franco y que el Valle de los Caídos no sea visto por los españoles como monumento del franquismo sino como monumento histórico de una guerra entre hermanos. Absurdo porque siempre será un monumento franquista, con o sin cadáver dentro. Tendría que dinamitar el conjunto y no parece esta la solución más sensata. Este problema tan ajeno y lejano debería servir para un pequeña reflexión a los colombianos. Los conflictos entre hermanos son los más crueles y sus heridas son las más difíciles de cerrar. El conflicto de medio siglo en Colombia no tiene nada que ver con la guerra civil española pero no fue un conflicto con un enemigo externo, fue entre colombianos. Nos esperan largos años para restañar heridas y mientras menos iluminados, mesías y profetas del desastre haya, mejor para la convivencia. Que de todas formas no será fácil.
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