Uno de los más fieles lectores de estos textos (espero) es un hermano mío que ha dedicado su vida a estudiar y a compartir sus conocimientos sobre la psicología del consumidor. Buena parte de los t
Uno de los más fieles lectores de estos textos (espero) es un hermano mío que ha dedicado su vida a estudiar y a compartir sus conocimientos sobre la psicología del consumidor. Buena parte de los trucos que pretendí revelar en ¿Sabe hacer mercado? son para él una nimiedad frente al mar de alternativas que su especialización, su maestría y lo que lleva de doctorado le deben haber abierto, y con seguridad será uno de los mayores inversionistas cuando crezca la lista de consejos para comprar.
Una de sus estrategias que en varios escenarios comparto, sin su permiso, es consultar todo en Internet. Todo. TODO.
Durante varios años, sin considerarme yo ajeno de la tecnología, lo he visto conectarse para todo lo posible y lo inimaginable. Antes de ajustar su cinturón de seguridad prende el navegador que le traza la ruta más eficiente y mantiene su teléfono celular con las aplicaciones más recientes que le faciliten la vida. Eso incluye un sistema de iluminación inteligente para su casa que le permite manejar la intensidad y el color de las luces de los cuartos de su apartamento desde su celular o su tableta y así no entra a oscuras, pero tampoco debe preocuparse por los interruptores ni por altas tarifas, gracias al sistema led. Las luces, de ñapa, le avisan si tiene mensajes sin revisar en el teléfono.
Si de viajes se trata, está suscrito en los cazadores de promociones de pasajes y de hoteles y con anticipación se inscribe en las que le interesen para que la famosa ecuación costo/beneficio le resulte favorable.
Me reí cuando supe que planeando su matrimonio, decidió buscar el vestido de la novia por Internet, pero mi risa quedó amordazada cuando me contó que había encontrado un sitio, al otro lado del mundo, que lo fabricaba según el modelo, los materiales y en especial las tallas de la novia. Gastaron menos de la mitad de lo que hubiera representado pasearse por las tiendas locales de diseñadores.
Adquiere sus zapatos por un método similar, es profesor universitario en programas virtuales y por eso en muchas ocasiones recibe visitas reales con diadema porque está en clase, pero también cursa un doctorado por el mismo método, con las mismas exigencias, que obvio, sale más barato, aunque le implica estar algunos periodos en jornada presenciales en el país que sirve de sede a la universidad que lo dicta. Quienes asisten a clases reales con conferencias suyas, lo ven caminando entre el auditorio y pasando las diapositivas de sus presentaciones con movimientos leves de las manos que lee un dispositivo adherido a su brazo para ejecutar la acción que requiere.
Varios de la familia sabemos cuándo está limpiando el celular porque tiene activas unas alarmas que nos envían mensajes de alerta cuando quita y pone la tarjeta sim, pero que el sistema entiende como una vulneración a la seguridad del aparato y por lo mismo del usuario. Paga sus obligaciones por la web y también hace mercado por la autopista de la información.
Así, resulta obvio que estuviera en video conferencia en los previos de una cirugía que le practicaron a mi mamá y, por lo mismo, ella terminó interesándose en trascender de su teléfono fijo tradicional amarillo y con disco a un celular con doble cámara y Whatsapp.
Mi cyber hermano colecciona objetos de una mundialmente reconocida marca de bebidas y parte de los muebles de su estudio es una especie de altar con toda suerte de objetos que ha adquirido en distintas latitudes gracias a Internet, la misma vía que le ha servido para personalizar con su nombre poco común algunas botellas del refresco.
Por eso, sabe que si llega a una tienda de ropa y alguien lo recibe con displicencia, en la comodidad de su hogar va a poder consultar el precio y las características del objeto que le interese y, de seguro, lo va a hallar a un precio más favorable.
Esa estrategia parece muy interesante para los consumidores que debemos soportar la desatención al cliente o el desinterés de los vendedores. Y es un campanazo de alerta para los negocios que no lo tienen en cuenta, para los vendedores que dejan de lado el concepto de atención al cliente, más cuando experiencias como la de AmazonGo están revolucionando el mecanismo de las tiendas por dependencias.
Por estos días pude hablar con Gabriel Vallejo, autor de varios libros en los que refleja su pasión por el servicio y le escuchaba la frase que confirma lo que desde esta tribuna planteo con frecuencia: “A los vendedores y a las empresas se les olvida que cuando entra un cliente viene quien ayuda a pagar los salarios y las primas”. Como así es, insisto en decirles a quienes consumimos que lo hagamos responsablemente y nuestra primera responsabilidad es con nuestros propios bolsillos.
Por eso, en esta ocasión la idea es conocer la tecnología no solo para adquirir elementos de lujo que nos distraigan, sino aprovecharla tanto que nos permita darnos lujos a menor precio, como hace mi hermano.
Claro que con él me da por pensar que un día va a tomar la decisión de que hologramas suyos cumplan sus compromisos presenciales mientras permanece frente a su portátil, su tableta, su celular o su televisor. Pero sé que mientras, ha explorado con éxito la comodidad que la Internet ofrece para comprar a cómodos precios productos de calidad, se ha evitado molestias, se ha divertido, ha adquirido y compartido conocimientos, se mantiene seguro y quizá hasta se moleste porque escriba de él y me condene a alguna especie de bloqueo digital, todo como una muestra de que Internet es mucho más que el porno, el voyerismo y el matoneo (sobre todo el matoneo político de los presentes días) que abunda en las redes sociales.
Posdata: Preste atención a las promociones que en estos días van a empezar a publicar con ocasión de nuevos "ciberdays". No olvide que antes de comprar debe preguntarse si necesita en realidad lo que le ofrecen y luego debe comparar precios.
@jgiraldo2003