En Bogotá necesitamos un verdadero regalo, no un regalo para un amigo, vecino o familiar; necesitamos un regalo para la ciudad. La capital necesita un regalo para el Palacio Liévano, necesita que desde ahora pensemos en votar bien, por un alcalde comprometido por la ciudad, que no vea en Bogotá un trampolín para la presidencia de la república, sino un mecanismo para en realidad mejorar la vida a millones de habitantes.
Ya estamos cansados de oír cómo un alcalde encuentra enemigos en cada esquina cuando lo que hay en realidad son huecos, ya estamos cansados de que encuentre saboteos en Transmilenio para alterar su funcionamiento cuando en realidad lo que hay son vándalos y desorganización, ya estamos cansados de la improvisación, de los malos manejos, de la mentira, estamos cansados de un alcalde que no acepta sus errores porque todos son ocasionados por un complot contra él, estamos cansados de la pésima movilidad y de la inseguridad. Hay que reconocer, claro está, que como en todas las administraciones hay algunos tratando de frenar su gestión, pero nunca será de la magnitud que lo trata de ver el mártir Petro, ni mucho menos son tan importantes como para frenar el trabajo cada vez que tiene ocasión.