Decía mi profesora de segundo de primaria que “el voyeur es un sujeto que siente la compulsión de observar a terceros -generalmente sin su consentimiento- durante sus actividades sexuales o cuando se desnudan”. Y nos explicaba mi profe que al decir “terceros” no se refería a los niños de tercero de primaria, sino a “toda persona que no es ninguna de las que intervienen en el asunto”.
Y cuando aquella tarde mi maestra nos aclaró que “el voyeurismo es una de las sexopatías más comunes, e incluso, dentro de muchos jóvenes se da en forma casi normal”, a mí me volvió el alma al cuerpo. Entendí que sentir placer al mirar cómo la niña más traviesa del curso se comía el huevo del niño más pilo de la clase, no era anormal ni malo. Muchas veces me había sentido humillado por ese niño tan inteligente, muchas veces había sentido envidia por ese culicagado que siempre izaba bandera, así que si dejaba la lonchera por ahí tirada, pues bien hecho que se le comieran el huevo, el sánduche y hasta el banano que la mamá le mandaba de onces.
“Hay casos agudos de individuos que sólo pueden alcanzar el orgasmo mediante la observación de la cópula de otras personas.”, dijo mi teacher al terminar ese día la clase. Fue cuando aprendí que mirar la cóp-ula de terceros es hacer cop-ialina de quinta.
Y he traído a colación todas explicaciones que me dio mi profesora, porque quiero invitarlo a usted a un acto de voyeurismo. Pero no se afane: se trata de un tipo distinto de voyeurismo, el denominado voyeurismo científico, que es el único aceptable moralmente.
Usted no va a presenciar una cópula humana, porque no le interesan esos chismes que se sabe de memoria, sino la sublime unión de dos letras O, porque usted es persona de gran curiosidad 100 tífico-literaria, que es como se escribe gramatical y matemáticamente el tipo de curiosidad que sumercé posee.
Y quiero que sea conciente de esto: nadie había presenciado algo así en la historia de las letras universales, ni mucho menos en el devenir de las letras latinoamericanas. Por eso, ¡este momento es realmente trascendental!
Le pido guarde silencio. Las vocales O son muy tímidas, el ruido las espanta. Observe allí abajo una pareja de vocales O en trance de interrelación amorosa. El de la izquierda es el niño, la niña está a la derecha.
O O
La unión de estas vocales ocurre de forma lenta. El macho ha tenido que cortejarla mucho tiempo antes de conseguir la aceptación de la niña. ¡Mire, mire! Vea cómo poco a poco las dos vocales se acercan. Observe cómo la fémina al desplazarse recoge su cuerpo, contrae sus músculos abdominales, haciendo su figura más esbelta. ¿Coquetería o comodidad para el desplazamiento? La ciencia no ha podido saberlo con exactitud.
………..O 0………
El momento más interesante del proceso ocurre cuando la distancia física entre ambas vocales llega a cero, un número que casualmente tiene forma de O, coincidencia que ha dejado a los científicos con la boca abierta, forma de la boca que asombrosamente también tiene la forma de cero, coincidencia que a usted lo ha dejado con los ojos perplejos…
OO
En esta posición la pareja puede durar mucho tiempo, incluso meses, según lo estableció una investigación de la Universidad San Marino de Olanda, que es como se llama el país de las oes (Holanda es otra cosa). Es precisamente en estos momentos cuando la pareja intercambia fluidos espirituales. Ambos examinan sus vidas, analizan si tienen metas compatibles, y lo más importante: evalúan los defectos mutuos y la tolerancia que cada uno tiene para soportar las falencias del otro. En una palabra: cuantifican el “cobre” que cada quien lleva dentro e intercambian información sobre la frecuencia y estilo con el que sacan a pasear sus respectivos “indios”. Si hay suficiente equilibrio, se prometen amor eterno hasta que el divorcio los separe. Acto seguido, el niño se sube delicadamente sobre la niña.
8
Lentamente la pareja de vocales empieza a moverse rítmicamente, etapa que la ciencia ha denominado la “fase bolero”.
( ( 8 ) )
Transcurridas dos o tres horas, súbitamente el movimiento se intensifica: es la “etapa del mapalé”.
(((((( 8 ))))))
Con mucho respeto y delicadeza, el niño entra en el universo de la niña gracias a su varita mágica, permaneciendo en unión lineal y mental (y no digo “unión carnal”, porque las oes no tienen carne sino líneas). Esta etapa es la que los científicos han denominado la fase del “can-eo”, mejor dicho, para expresarlo ya no en latín sino en cristiano, la fase del “perreo”.
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El acto culmina cuando la niña exclama ¡oh, oh, oh! , señal de éxtasis que la hembra emite gritando a todo pulmón su propio nombre y agregando a la derecha, paradójicamente, una letra muda.
Pasados nueve mosos (así se denominan los meses en el mundo de la O), el país tiene una nueva familia:
OO oooo
Los niños crecen, pasan por la pubertad, se hacen adultos, es decir, se convierten en O mayúsculas, se enamoran, se casan y tienen hijos, esto es, O minúsculas. Por su parte, los papás convertidos en abuelos, se pensionan, disfrutan de sus nietos y finalmente mueren. La familia llora y entierra a los abuelos, y así se reinicia el ciclo por los siglos de los siglos, amén.
+ + O O OO oo o
VOYEURISMO CIENTIFICO
Mié, 03/08/2011 - 05:34
Decía mi profesora de segundo de primaria que “el voyeur es un sujeto que siente la compulsión de observar a terceros -generalmente sin su consentimiento- durante sus actividades sexuales o cu