A lo que resistes, persiste

“A lo que resistes, persiste” es una muy citada frase del psicólogo y pensador suizo Carl Jung que puede ser motivo de inquietud para quienes hacen resistencia a regímenes que no traen sino miseria a sus pueblos. Pienso en la larga y valiente resistencia de los venezolanos al chavismo, pero también en la de muchos colombianos ante el actual proceso de entrega de nuestra patria a sus peores enemigos, como ocurrió en el país vecino hace ya quince años. ¿Qué hacer cuando resistir significa hacer persistir aquello a lo que ejercemos nuestra resistencia? ¿Cada vez que ponemos nuestra atención en lo que nos causa rechazo -un ataque terrorista, por ejemplo, y la cínica respuesta de quienes nos gobiernan al tolerarlos en nombre de una ficticia paz en la que se resguardan para no asumir sus responsabilidades-, estaremos ayudando a su persistencia? Difícil cuestión cuando la resistencia se ejerce justamente para impedir que se rompan los diques y seamos arroyados por las turbulentas aguas. Me llega a la memoria un cuento que leí de niño: El héroe de Holanda. Este relato que hace parte de El libro de las Virtudes de William Bennett, nos cuenta “la verdadera historia de un corazón valiente, de alguien dispuesto a mantenerse firme y perseverante hasta cumplir su misión.” Se trata del pequeño Peter de ocho años a quien, como todo niño holandés de su época, le asustaba pensar que se abriera una grieta en el dique que los mantenía a salvo del mar. Una tarde, de regreso a casa, escuchó un goteo procedente de un pequeño agujero en el dique y comprendió de inmediato que si se ensanchaba terminaría rompiéndose e inundando todo el país. Peter bajó hasta la base del dique e introdujo un dedo en el pequeño agujero con lo que detuvo el goteo. Así pasó toda la fría noche con la convicción de que su deber era permanecer ahí. “Por la mañana temprano, dice la historia, un hombre que se dirigía a su trabajo por el dique oyó un gemido. Se inclinó sobre el borde y vio a un niño arrimado al lateral del gran muro. - ¿Qué ocurre? -gritó- ¿Te has hecho daño? - ¡Estoy frenando el agua! -exclamó Peter- ¡Avise que vengan todos rápidamente! La alarma se extendió. La gente vino corriendo con palas y el agujero no tardó en ser reparado. Llevaron a Peter a la casa de sus padres y pronto todo el pueblo se enteró de cómo, aquella noche, el pequeño héroe de Holanda les había salvado la vida.” En este conmovedor relato atisbo una respuesta a las preguntas planteadas arriba. Con su dedito el niño ejerce la resistencia necesaria para que no siga fluyendo el agua, impidiendo así que se agrande la fisura. Con valentía, y acudiendo a todas sus fuerzas, soporta el frio, el cansancio y la soledad hasta temprano en la mañana cuando el trabajador lo encuentra. El niño -conociendo, como todos los niños holandeses, del peligro que significa ese agujero- le ordena al hombre que corra a llamar a todos. Su solitaria resistencia ha sido salvadora pero no lo suficiente como para detener la catástrofe por más tiempo. Para ello se requería de la acción de todos. La resistencia puede llevar a la persistencia del problema como lo enuncia Jung, al no dar soluciones a los problemas. El niño no va a corregir la falla pero sin su dedito, colocado a tiempo, se habría roto el dique y el país inundado. Esto me lleva a Mahatma Gandhi cuando dice: “La fuerza de la mayoría es el paraíso del tímido. El espíritu valeroso halla su gloria luchando en solitario.” Que para este 2015 que comienza sean millones los espíritus valerosos que en su solitaria lucha encuentren las fortalezas necesarias para resistir, impidiendo que las grietas terminen derribando los diques, para luego poder reconstruir nuestras patrias queridas entre todos.