Enrique Santos Discépolo

Mié, 22/12/2010 - 23:59
Las décadas del treinta y del cuarenta en Buenos Aires son las de la época dorada del tango canción, o de los cantores de tango, que comienza con el “morocho del abasto” Carlos Gardel y termina
Las décadas del treinta y del cuarenta en Buenos Aires son las de la época dorada del tango canción, o de los cantores de tango, que comienza con el “morocho del abasto” Carlos Gardel y termina con el “varón del tango” Julio Sosa,  cuyas grabaciones son aún hoy insignias de la identidad porteña. Pero detrás de esos legendarios cantores están, escondidos, los letristas del tango, y sobre todo está Enrique Santos Discépolo, que es el autor de mucho de los tangos más importantes. El final de la época anterior, llamada Guardia Vieja, había tenido grandes letristas también, como Pascual Contursi, autor de Mi noche triste, y Celedonio Flores, autor de Mano a mano, tangos preciosos pero aún restringidos al formato y al tema tradicional, el del hombre que llora por las penas que le ha causado una mala mujer. Las letras de Discépolo, en cambio, aunque juegan con los mismos temas, tienen un sorpresivo ingrediente: el sentido del humor. Así, la mujer que se queja de los ingresos de su novio en Qué vachaché, se expresa así: ¡Tirate al río, no embromés con tu conciencia! Sos un secante que no hace ni reír, Dame puchero, guárdate la decencia, ¡plata, mucha plata! Yo quiero vivir. Del otro lado está el hombre, que en el tango Chorra se queja de una novia que le robó todo: Si hace un mes me desayuno con lo que he sabido ayer, no era a mí que me cachaban tus rebusques de mujer... Hoy me entero que tu mama "noble viuda de un guerrero", ¡es la chorra de más fama que ha pisao la treinta y tres! ¡Chorros! Vos, tu vieja y tu papá! Pero sin duda el mejor tango que escribió Discépolo es el archiconocido Cambalache, el diagnóstico más preciso de la locura modernizante del siglo XX, que algunos juzgan un verdadero tratado de sociología moderna, y que se mantiene actual “en el quinientos seis y en el dos mil también”, tanto hoy como en 1934, cuando fue escrito y cantado por primera vez: ¡Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor!... ¡Ignorante, sabio o chorro, generoso o estafador! ¡Todo es igual! ¡Nada es mejor! ¡Lo mismo un burro que un gran profesor! No hay aplazaos ni escalafón, los inmorales nos han igualao. Si uno vive en la impostura y otro roba en su ambición, ¡da lo mismo que sea cura, colchonero, rey de bastos, caradura o polizón!... Discépolo murió en 1951 en su natal barrio de Balvanera, en Buenos Aires. Para honrar su memoria, Aníbal Troilo escribió el tango Discepolín, favorito de Piazzolla y de todos los fanáticos del tango, pues les recuerda a ese porteño iluminado que supo leer tan temprano el destino de esta época nuestra tan confusa en la vidriera de los cambalaches. http://www.youtube.com/watch?v=fsAGpw5uwDU
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