Heitor Villa-Lobos

Dom, 18/11/2012 - 08:00
Heitor Villa-Lobos fue el primer compositor brasileño moderno, en una época en que, aunque había compositores en Brasil, ninguno podía llamarse brasileño. De hecho, cuando Villa-Lobos nació en R
Heitor Villa-Lobos fue el primer compositor brasileño moderno, en una época en que, aunque había compositores en Brasil, ninguno podía llamarse brasileño. De hecho, cuando Villa-Lobos nació en Río de Janeiro ni siquiera existía la república brasileña, aun era una monarquía del todo europeizante aunque oficialmente independiente de Portugal. La familia Villa-Lobos era una familia rica, de origen español, que le abrió las puertas al hijo para estudiar instrumentos clásicos y armonía. Sin embargo, Villa-Lobos no duró mucho en ninguna de las clases en las que lo inscribieron, prefiriendo siempre el aprendizaje que resultaba de espiar desde el segundo piso de su casa, desde la baranda de la escalera, las noches musicales que su padre, músico también, quien solía convocar con los intérpretes más prometedores de la ciudad. Así Villa-Lobos aprendió a improvisar en la guitarra y a tocar los ritmos, tanto clásicos como populares y de moda en Europa. También aprendió a tocar el cello y el piano, con que se aunaba a bandas callejeras en Río o entretenía a su gente en las noches de fiesta en los bares. Sin embargo, siguiendo el consejo del director de la ópera de Río, Villa-Lobos ingresó a la orquesta a tocar cello, y allí empezó su carrera como compositor académico, sin haber pisado jamás una academia. La orquesta, sin embargo, no le significaba mucho más que un salario estable, y el verdadero interés de Villa-Lobos por la música clásica llega cuando conoce a Arthur Rubinstein, el ya famosísimo pianista polaco. Rubinstein lo anima a componer piezas para piano, lo que habría de resultar en una copiosa producción de obras para ese instrumento. Pero Villa-Lobos, que ya había empezado a estudiar a los compositores clásicos, no quería convertirse en un compositor europeo. Por otra parte, habiendo sido criado en Río en una cultura del todo volcada hacia Europa, no tenía realmente ninguna tradición musical autóctona fuerte, y entonces se fue de viaje, en busca de ella. Resultado de esto es uno de los puntos más conflictuales de su carrera, pues dividió la opinión crítica entre los que lo veían como el primer compositor brasileño, que había logrado incluir la música popular en composiciones académicas, y los que lo veían como un farsante, cuya educación popular era tan artificial como su educación clásica y que había traicionado la música autóctona al adaptarla a formas e instrumentos ajenos a su cultura original. En efecto, sólo hasta muy tarde en su vida la música de Villa-Lobos encontró un lenguaje propio y autónomo, en el que lo que se destaca es su destreza musical y no su fidelidad a la tradición, que se juzga, en otras palabras, por qué tan buena es y no por qué tan brasileña. Pero la mayor parte de su obra sí adolece de esta indecisión. Sus composiciones parisinas, escritas durante sus largos y exitosos viajes a Europa, motivados por el adverso clima político en Brasil y por la mala recepción de sus obras (que Villa-Lobos siempre leyó como una falta de preparación por parte de los brasileños para poder entenderlo plenamente), siguen sin excepción las formas europeas como la sinfonía, el concierto y la sonata, y hacen de lo brasileño más un elemento exótico destinado a deslumbrar a los europeos que un verdadero elemento central de su música. En el año treinta, sin embargo, sube al poder Getulio Vargas, y se inicia la república, que pronto decaerá en una camuflada dictadura de quince años. En ese período Villa-Lobos regresó a Río y no pudiendo volver a Europa, se volvió un activo partícipe de la campaña populista de Vargas. Compuso piezas valiosas, pero sobre todo compuso música propagandística y facilista. Los compositores brasileños posteriores, todos sin falta criados de un modo u otro por Villa-Lobos, siempre intentaron ignorar o en el mejor de los casos justificar esta etapa un tanto patética de su obra, y se concentraron en sus composiciones muy tempranas y en las últimas. Pero el régimen de Vargas cayó en el cuarenta y cinco, y Villa-Lobos regresó a Europa, esta vez ya hecho un compositor y un intérprete de primera línea. Hizo giras por Estados Unidos e Israel, y compuso obras destinadas a intérpretes particulares, entre los cuales su viejo amigo Rubinstein y el guitarrista Andrés Segovia. Ese último período de su vida es el más prolífico en composiciones y además el más valioso, porque, libre de complejos sudamericanos frente a los europeos y a la vez libre también de dudas acerca de su identidad brasileña, Villa-Lobos pudo componer lo que realmente tenía que componer, lo que sus capacidades y su experiencia podían ofrecer en ese momento. De esa época son sus bachianas brasileiras cortas piezas en que Bach y los músicos del Matto Grosso parecen tocar juntos. También su concierto para harpa y su ópera Yerma, basada en la obra teatral de García Lorca. Cuando estas obras fueron presentadas en París, uno de los críticos más influyentes del momento, de Le Monde, sentenció que a la música de Villa-Lobos no podía llamársele música clásica, ni música brasileña, ni ningún otro nombre establecido. Era necesario darle un nombre nuevo. Tal afirmación, teniendo en cuenta la historia de su búsqueda y su música, es el cumplido más alto que alguien podría darle a Villa-Lobos. http://www.youtube.com/watch?v=0aSBqm2r4V0
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