El pasado 24 de mayo, bajo una noche que cerró con las recientes lluvias repentinas que reinan a cualquier hora en el inescrutable clima bogotano, se reunió la crema y nata de la cultura bogotana, colombiana e internacional con la complicidad de ese templo de la cultura que Chapinero tiene la fortuna de tener en su territorio, que es el Gimnasio Moderno, además de la complicidad de la Embajada de España que apoya ese retoño maravilloso desde hace diez años del Premio Nacional de Poesía. Durante casi tres horas, el espíritu y el apetito tuvieron la degustación del bálsamo de la poesía acompañado de vino tinto y delikatessen.
“La comida sin vino es una cena; el vino sin comida es una borrachera”.
“La verdadera comida italiana no es solo una cuestión de ingredientes, sino también de amor”.
Marcella Hazan, escritora y cocinera italo-americana (1923-2013)
Tengo la fortuna de conocer la Tertulia Literaria de Gloria Luz Gutierrez desde hace cuatro años, de esos veintitrés años de la aventura que emprendió esta empresaria de origen caldense que como muchas familias migrantes de dentro y fuera del país, han visto en Bogotá una nueva oportunidad de vida. Como dijo un amigo mío con el que peleé hace años: “Bogotá es el Nueva York de todos los colombianos de todas las regiones”.
En dicha aventura, la compañera de vida, viajes y grandeza de alma fue la homenajeada de anoche, María Mercedes Carranza, la que llenó el espíritu de los asistentes durante casi tres horas -de las cuales grabé dos horas y veinte minutos en las recientes ediciones de mi podcast Colombia Nueva News-, convivió paralelamente con el frenético movimiento de las personas que iban a nutrir el cuerpo y el alma al calor de los vinos tintos para a las avanzadas horas de la noche para celebrar con la escucha de una bellísima maratón de poesía y de invocación simbólica de la presencia de la maestra Carranza, al igual que esa sala de la casa de Gloria Luz, en la parte alta del barrio El Retiro, de la localidad de Chapinero, la Meca de la cultura en el país.
Pero vamos a hablar en este homenaje de un plato que ha estado presente en el segundo lugar más bello de esa casa: la cocina. Allí con la pasta primavera acompañada de agua mineral o de vez en cuando un vinito en ocasiones muy especiales, se nutren todos y todas las personas presentes en cada tertulia mensual, que por lo general se celebran los primeros martes de cada mes, donde este mes de mayo ha sido frenético con tres interesantes eventos fuera de serie.
La pasta nuestra de cada martes se define por la sencillez de su receta. Conformada por pastas cortas -casi siempre coditos, tornillos o macarrones- cocidas y saborizadas con un rico guiso de tomates y abundante aceite de oliva. Punto.
La sencillez, es la esencia que nos enseña el arte: disfrutar de los pequeños momentos de paz, de las pequeñas cosas, de la libertad, de estar vivos. De que muchas veces no se necesita mucho para ser feliz ni ser una persona íntegra. Hay muchísimos ejemplos de la convicción filosófica sobre la austeridad y sencillez en los alimentos desde las enseñanzas bíblicas hasta el Oliver Twist de Dickens.
Como soy precandidato al Concejo bogotano, mi primera promesa de campaña, es que en vez de tamales y lechona, habrá pasta primavera para todos y todas -en porciones generosas para periodistas-, aunque con unas variaciones a la receta para ponerla, como se diría coloquialmente, más “cargadita”. Para esto, a continuación haré transcripción de la receta copiada en la columna homenaje que se haría en El País de España al inventor de la pasta primavera, el chef italiano Sirio Maccioni (1932-2020):
“Pasta primavera
Dificultad: Usar buen producto y darle a cada hortaliza el punto preferido de cocción.
Ingredientes
Para 4 personas
- 500 g de espaguetis de calidad
- 1 calabacín
- 8 espárragos trigueros
- 150 g de guisantes frescos o congelados
- 150 g de setas al gusto
- 2 pimientos rojos italianos
- 3 dientes de ajo
- 600 g de tomate troceado o tomates cereza
- Aceite de oliva virgen
- 120 ml de nata líquida
- 150 g de parmesano rallado
- Sal y pimienta al gusto
- Orégano o albahaca fresco
Instrucciones
1. Limpiar y cortar el calabacín en dados, sin quitar la piel. Pasarlo por el microondas en un recipiente tapado, para quitarle el agua, por lo menos ocho minutos hasta que empiece a transparentarse. Reservar.
2. Eliminar el extremo leñoso de los espárragos trigueros y cortarlos en trozos. Pasarlos igualmente por el microondas por lo menos cinco minutos si son finitos -algo más si son gordos-, hasta que estén blandos. Reservar.
3. Limpiar el pie de las setas, pasarlas rápidamente por agua, secar y trocear.
4. Cocer brevemente en agua hirviendo los guisantes, dos o tres minutos, lo justo para blanquearlos, ya sean frescos o congelados. Refrescar en agua fría para cortar la cocción y reservar.
5. Despepitar y quitar el pedúnculo al pimiento y cortar en tiritas. Pelar y majar los dientes de ajo.
6. Cubrir con un poco de aceite de oliva virgen el fondo de una cazuela donde nos quepa después el conjunto de las hortalizas con la pasta y sofreír el pimiento hasta que cambie de color.
7. Agregar el calabacín y los trigueros precocinados, y las setas. Darle unas vueltas al conjunto hasta que el calabacín acabe de cocinarse y coja el aceite, y las setas se cocinen.
8. Cuando las hortalizas estén hechas, agregar el ajo majado, darle unas vueltas y añadir el tomate troceado o tomates cereza, y los guisantes. Reducir unos minutos el líquido del tomate.
9. Una vez espesado el sofrito, dejarlo tapado en espera y cocer la pasta en abundante agua salada hasta que esté al dente, según el tiempo que indique el fabricante.
10. Escurrir la pasta y añadirla inmediatamente al sofrito de hortalizas. A fuego medio, agregar la nata y el queso rallado; remover el conjunto y sazonar al gusto con sal y pimienta. Servir de inmediato con algo de orégano fresco o albahaca fresca por encima”
Dicho sea de paso, habrá vino tinto y blanco para acompañar la pasta de campaña.
Por ahora, los dejo y nos vemos la próxima semana. Felicidades en sus 23 años a la Tertulia Literaria, que nos siga nutriendo el alma y el paladar por muchos años más.
¡Buen apetito para todos y todas!