4 de mayo: el día en que nada importó

En horas de la tarde del 4 de mayo de 2021, los medios de comunicación reportaron una noticia que dolió, indignó y provocó rabia desde las entrañas: una mujer que iba en ambulancia tratando de salvar la vida que llevaba en su vientre y que, tanto ella como su esposo, esperaban con amor, perdió la batalla. Su bebé falleció, los enfermeros y paramédicos que iban acompañándolos en el vehículo de asistencia no pudieron hacer nada, pues la esperanza era llegar al hospital más cercano, pero algunas personas que manifestaban en la vía por la zona de Tocancipá (Cundinamarca), alegando su derecho a la protesta, obstruyeron su paso. Definitivamente, no importó la vida. Qué impotencia. 

Horas más tarde, además de este hecho, se desataba el caos en diferentes ciudades, y Bogotá no fue la excepción, la manifestación se tornó en violenta, hasta tal punto que una turba enardecida prendió fuego a un Comando de Atención Inmediata ubicado en la localidad de Usme con policías al interior, sí, personas como usted y como yo, que, afortunadamente, salieron ilesos. En total, ese día de horror en la capital dejó más de 100 personas heridas, 42 estaciones de Transmilenio vandalizadas, buses del SITP quemados y almacenes saqueados. 

Al parecer, ese 4 de mayo nada importó, pues el respeto a la vida quedó en segundo plano y ya vamos más de una semana de esa manera, con un saldo de 24 fallecidos en el país reportado por la Defensoría del Pueblo y, según la Fiscalía General de la Nación, van 278 capturas y 83 imputaciones de cargos por delitos de violencia contra servidor público y obstrucción en vía. A esto se suma la crisis por desabastecimiento a causa del bloqueo en las rutas principales del territorio nacional que, de acuerdo con asociaciones médicas, tiene en vilo a más de 30 mil pacientes con problemas renales y cáncer que no han podido recibir sus tratamientos médicos por esta situación, porque sí, el desabastecimiento no solo es de alimentos, también hubo personas que no dejaron pasar misiones médicas y transporte de oxígeno (en plena pandemia), por nombrar algunos. 

¿Cuál es la coyuntura política?, ¿qué ha desatado todo esto? 

Colombia viene luchando contra una pandemia, cuyo manejo ha incrementado los niveles de pobreza, el hambre y que, infortunadamente, está desapareciendo la clase media, y en medio de ese contexto reapareció el “Florero de Llorente”, una Reforma Tributaria que exacerbó el descontento social manifestado en un Paro Nacional que ha tenido diversas expresiones que inundaron las calles con argumentos válidos, pero que algunos vándalos, personas desadaptadas socialmente, transformaron en tragedia, distrayendo el fin primordial de las protestas. 

A pesar de que el 2 de mayo el Presidente Iván Duque, anunció el retiro del proyecto para radicar un texto nuevo que fuera fruto del consenso entre los diferentes sectores y actores políticos, sociales y económicos, el Comité Nacional del Paro señaló que continuaría con las manifestaciones, solicitando también, el retiro de la iniciativa de la reforma a la salud, el desmonte del ESMAD, el fortalecimiento en el proceso de vacunación, la renta básica, matrícula cero, no a la alternancia educativa, entre otros puntos.

No obstante, el Gobierno también propuso un Gran Diálogo Nacional, cuya agenda estaría basada en una serie de conversaciones con diferentes sectores sociales, sindicales, políticos y empresariales, con el propósito de buscar una salida a esta crisis que azota a Colombia. Esta propuesta contiene los siguientes acuerdos: vacunación masiva, reactivación segura y desarrollo social, no violencia, protección de los más vulnerables, estabilización de las finanzas públicas y matrícula cero. 

¿Por qué han pasado los días y aún no llegamos a un acuerdo? ¿Qué pasa con la negociación? 

En estas preguntas me quiero detener a pesar de que no tenga una respuesta universal. Aquí quiero remitirme a lo expresado  por Julián Arévalo, decano de la facultad de Economía de la Universidad Externado, quien señala que la palabra “negociación” en estos tiempos que flagelan a Colombia no tiene credibilidad porque, lamentablemente, en nuestro país no hay una cultura de la cooperación y no gozamos de voluntad suficiente para resolver conflictos, sobre todo cuando tenemos diferencias con los demás, pues siempre se está en la posición de anular al otro, pero no en la de encontrar un punto medio en el que se pueda salir del conflicto. 

La negociación, aceptación y el diálogo siempre serán vitales en todo momento, y si lo llevamos al ámbito de nuestras relaciones personales, aún más. Este ejemplo va a sonar muy descabellado, pero muchas parejas se divorcian porque en medio de sus diferencias no logran llegar a un punto de equilibrio y ahí se acaba todo. Y es que en este momento tenemos un país así, divorciado, por tantas discrepancias que no permiten reencontrarnos para lograr ese fin común: el respeto a la vida. Y para conseguir esto, también es importante que rescatemos otras dos palabras que parecieran estar lejanas de nosotros los políticos por estos días: La EMPATÍA y la CONEXIÓN con las diferentes realidades que viven los ciudadanos de a pie, porque definitivamente las políticas públicas no pueden desarrollarse desde un escritorio, sino conociendo de primera mano todas y cada una de sus vivencias, qué les afecta, qué les duele, qué necesitan, porqué sufren y eso solo se logra estando con ellos y como desde el primer momento yo decidí hacer la política, en las calles y junto a las personas que viven el día a día, aquellas que se levantan temprano, preparan a sus familias (si la tienen), cogen transporte público o deben soportar 1 o hasta 2 horas de trancón en sus vehículos, trabajan de manera honesta y luego deben regresar a sus casas aguantando otro tanto en el desplazamiento para llegar y ayudar a sus hijos con las tareas (si los tienen) o simplemente descansar y retomar la rutina al día siguiente.

El 4 de mayo de 2021, el día en que nada importó, se apagaron vidas, negocios fueron saqueados, Comandos de Atención Inmediata fueron incendiados con personas al interior, hubo conmoción en las calles y hasta un bebé murió. Dicen que después de la tormenta llega la calma y el sol sale con todo su esplendor, todavía hay esperanza de encontrarnos. NO más violencia, NO más muertes, NO más heridos, NO más polarización, NO más días de horror, NO más vías de hecho. ¡Esto tiene que parar ya! “Por la democracia y por la vida, el diálogo es la vía”.

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