La Selección y sus retoques. Sin Dayro Moreno, a pesar del clamor de un sector que pidió para él una oportunidad por su condición de goleador y por la improductividad de los delanteros preferidos por el entrenador.
Inocultable es que otros factores influyeron en su descarte, como en el de Montero, ausente entre reacciones airadas de la afición de Millonarios y especulaciones de informadores amarillistas.
Lorenzo elige los suyos. Con James a la sombra, ejerciendo su poder. Por ello está David Ospina. Las roscas aquí y allá. Las hay por todas partes. Todos tenemos una.
Siempre el estallido crítico de los contradictores, acostumbrados a especular con nombres, los que luego no aparecen, para acrecentar su indisposición con el entrenador.
El problema no es quien esta y quien no. Siempre los aficionados y los periodistas tendrán sus preferidos. Y los opinadores, ex futbolistas, sus protegidos, por su doble función como representantes.
Lo trascendental, llegue quien sea, pasa por la forma de jugar. Tan criticada en los últimos partidos. Por analizar cada juego con el rendimiento grupal o individual, el presente de cada jugar, su injerencia en el trámite y el resultado, su acople y su efectividad.
Son los que están. Están los que son. Cada quien con su misión para alejar las afugias que de repente aparecieron en la tabla.
Unos con tarea estelar, como Daniel Muñoz, Lucho Díaz, Jeferson Lerma, Jhon Arias, Richard Ríos y James Rodríguez.
Otros como válidas alternativas, sin sorpresa en la convocatoria, como Andrés Román, Wilmer Ditta, Cristian Borja, Kevin Mier, Marino Hinestroza, Jaminton Campáz y Yasser Asprilla, quienes se han ganado un derecho desde el rendimiento en sus clubes.
Del proceso han formado parte siempre Jerry, dos de los tres porteros, Ospina y Camilo; Davinson, Jorge Carrascal y Jhon Córdoba. Durán ha pedido pista y ha respondido. El técnico ha tenido lealtad con ellos, a pesar de sus altibajos.
Quintero es un caso especial. Como Kevin Castaño. No se pueden descartar, por su aportación cuando son alineados y por su línea de rendimiento en América y River Plate.
Es tarea fácil poner en un asador a Lorenzo, con críticas a su elección. Las que se silencian cuando llegan los buenos resultados y se acrecientan cuando encadena derrotas.
Sobre todo cuando provienen de periodistas seudo-entrenadores, apasionados, expertos en desestabilizar, resentidos de micrófono o subordinados al poder de los empresarios.