Carlos Salas
Carlos Salas Silva

Caso Zuluaga

Se han dado asesinatos del carácter -como se conoce a la acción deliberada de quien, como colega o subalterno, pretende acabar con la credibilidad de quien tiene entre ojos - para ser utilizados políticamente a través del amarillismo de los medios, causando daños irreparables, cuyo ejemplo histórico más relevante lo fue el caso Dreyfus. En nuestra provinciana Colombia se nos presenta el caso Zuluaga que parece ya resuelto con una portada tendenciosa de la revista Semana. 
  
Qué pague el pato Óscar Iván Zuluaga pareciera irrelevante cuando esté personaje fue condenado al ostracismo desde las mismas filas del partido político que ayudó a crear, lo que es una falsa percepción cuando lo que hay detrás es una cadena de intrigas de la que poco se habla. Zuluaga se condenó a si mismo cuando se perfiló cómo el seguro ganador de las elecciones presidenciales de 2014, lo que no podía ser permitido por el establecimiento que contaba con una agenda comprometida con el narcoterrorismo nacional y especialmente internacional. No fueron pocas las trampas que se sembraron en el camino de un político que pecaba de ingenuo al creer que la contienda electoral era una cuestión entre caballeros lo que lo llevó a nombrar a su hijo jefe de campaña sin imaginar el tremendo riesgo que significaba para el brillante futuro de un joven talentoso. 
 
La infiltración del hacker fue una jugada maestra, pero otra la superó: vincular al brasileño Duda, que tenía como credenciales haber sido el asesor de campaña de Lula Da Silva, cuyos inmensos honorarios serían pagados en buena parte por la corrupta firma Odebrecht que tanto había servido a los intereses del fundador de Foro de Sao Paulo. ¿No había quién le hiciera abrir los ojos al entonces candidato Zuluaga ante semejante despropósito?  
 
Y con lo anterior es que quieren condenar a quien en 2014 habiendo ganado las elecciones  le fueron robadas, al que quiso aspirar de nuevo en 2018 y le fue negado el apoyo de su propio partido, el mismo que lo abandonó en 2022 cuando era la única opción para frenar la subida de la extrema izquierda representada por un mamarracho que ahora causa desastres irreparables.  
 
Se hace evidente que la grabación de una conversación íntima que sale a la luz pública una década después y en las actuales circunstancias críticas del gobierno, hace parte de una cadena de intrigas que se sigue multiplicando. No es un hecho aislado. Con su publicación los amigos de Petro, propietarios de la revista Semana, pretenden apagar el fuego que prendieron con una pequeña llama que se convirtió en un gran incendio cuando le dieron portada ¡qué mañita! a las declaraciones de una niñera. 
 
Nos perdimos de un buen presidente que habría devuelto la esperanza a los colombianos y llevado al país por la ruta del progreso evitándonos el calvario padecido durante nueve años. Quienes pretenden ser el faro moral y señalan con su dedo acusador a quienes se oponen a sus intereses son los fariseos del presente. ¿Se saldrán con la suya?  
 
P.S.: Mientras Semana manipula a la opinión pública con portadas hay quienes le hacen eco, de la manera más infame, por las redes sociales en mediocres informativos que se presentan como de derecha. Escuchando lo que dice Zuluaga en la grabación no encuentro sino a un ser humano que cayó en una trampa y quiere salir de ella causando el menor daño a sus cercanos entre los que se encuentra el Judas que hoy lo entrega.

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Carlos Salas Silva
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