En la presente fase del tsunami de rencor, destrucción y desgobierno que padece Colombia, a muchos nos es imposible ver noticieros, oír programas de radio o leer publicaciones sin experimentar situaciones como estas:
• Si veo el noticiero CMI del canal 1, muestran tal cantidad de muchachas incendiarias en las protestas, que cuando camino detrás de una chica con bluyín, mochila y tenis, me imagino que va para una “marxcha” llena de odio y cinco bombas incendiarias para “regalárselas” a un agente del Esmad, “decorar” un CAI o “compartirlas” con alguien que se oponga a la protesta “pacífica”. Es que en CMI y otros espacios no se cansan de mostrar mujeres en plan violento, y pareciera que no hay ninguna que critique el vandalismo, por lo cual es fácil creer que todas las mochileras que veo en la calle van camino de hacer de las suyas.
• Gracias a Caracol Televisión, si me encuentro a un mochilero de tenis, barba, pelo al uso y tatuajes hasta en la lengua, me cuesta trabajo no suponer que en la mochila lleva puñales y cocteles molotov para “calentar” al Esmad en sus largas jornadas. Y como en ese noticiero los reporteros no entrevistan a los pacíficos sino que pasan y pasan a muchachos en sus barbaridades, es explicable suponer lo que dije del ciudadano con pelo al uso.
• Si sintonizo Noticias Uno, quedo convencido de que este país carece de gente joven que cuestione los bloqueos, pues en el noticiero no se ven ni se oyen. Es plausible, entonces, tener la sensación de que la juventud colombiana, envenenada desde la infancia por los “fecodes” y similares, apoya toda clase de bloqueos inhumanos.
• Cada que en medios radiales como Blu, La W, Caracol y otros, o en diarios como El Tiempo y El Espectador (incluso El Colombiano, de Medellín), oigo o leo a sus analistas y a los enemigos del gobierno y el sistema criticar a las autoridades, a empresarios, dirigentes gremiales, políticos, cívicos, etc., pienso que de todos estos no hay de qué hacer un caldo, que son lo peor que le ha sucedido al país y que deberían ser colgados en las plazas públicas y sus cuerpos desmembrados para exhibirlos en las calles, como en la pre-independencia. De tal adn son las críticas.
• Debido a que muchos opinadores hablan maravillas del paro “cívico”, uno se convence de que es lo mejor para Colombia, pues, dicen, después de que termine, si termina, “los muchachos y las muchachas” tendrán estudio gratis, empleo estable, ingresos altos, mejores casas, salud cubierta, largas vacaciones, ciudades y pueblos verdes. Incluso no pocos de los analistas (y las analistas, claro) insinúan que esas conquistas serán gracias al mesías de barro de Ciénaga de Oro.
• Otra cosa: si, luego de ver u oír un noticiero repitiendo lo de los excesos de la policía, aparece un agente por mi barrio, me lo imagino cargado de odio, deseoso de entrar en combate para dispararle a quien simplemente se fuma una dosis personal en una esquina. Porque, para algunos periodistas y comentaristas, no hay policía bueno.
• También tiendo a quedar convencido de que los actos de vandalismo (homicidios, destrucción, derribamiento de estatuas, incendios, saqueos, disparos y golpes a los agentes, etc.) son actos lúdicos, patrióticos, de chicos buenos, pues hay medios que intentan hacer creer que son unos románticos.
• Por último, si muestran los ya famosos bloqueos, los presentan provocativos, organizaditos y tiernos, y si hablan con quienes los hacen y vigilan, estos se proyectan queridos, patrióticos y mansos, todo lo cual me da ganas de ir con amigos y amigas y gritar en barra: “¡Ricos hijueputas!”, “¡Uribe paraco!”, ¡Petro o muerte!”…
En el tintero quedan más cosas, pero las ocho expuestas sirven para entender cómo va el agua al molino.
INFLEXIÓN. En Así hablaba Zaratustra, Nietzsche afirma: "Detesto a los hombres que marchan sin ruido y no hacen sonar sus espuelas”. Tomo sus palabras para decir que hay propietarios y directores de medios que parecen pensar: "Detesto a los periodistas y analistas que emiten sin ruido y no hacen sonar sus espuelas”.
Por: Ignacio Arizmendi.
29/05/21
