Diego García Bejarano

Ingeniero ambiental sanitario. Especialista en gerencia de recursos  naturales y magister en gobierno y políticas públicas. Fui director de Arborizacion Urbana en el Jardín Botánico, director de Ambiente y ruralidad en Secretaría de Planeación Distrital, concejal de Bogota, director de la Región Administrativa Planeación Especial. Guía profesional de turismo, profesor universitario. Co creador del programa BiciRegion y la ruta turística de la leyenda del Dorado. Asesor de turismo de naturaleza.

Diego García Bejarano.

¿De quién es el Encanto de Salento?

Como una multitud de fans, esperando que se abra la talanquera para correr a los primeros sitios lo más cerca posible al artista en concierto, ha sido la respuesta de los turistas en diferentes regiones del país. Agobiados de meses de encierro y demandando atractivos locales y cercanos, se ha registrado picos significativos de turismo y viajes en las vacaciones de diciembre 2021 y enero 2022. 

No siendo ajenos a esta inconmensurable necesidad por cambiar de ambiente y sumándonos al grupo de citadinos que se esfuerzan por escapar, nuestra decisión en familia ha sido emprender viaje al municipio más antiguo del Quindío: Salento.

¿De quién es el Encanto de Salento?

Desde Bogotá es fácil llegar, y la experiencia en carretera es tranquila, toda vez que el afamado túnel de la línea se habilita en normales condiciones. Lo obvio y natural es visitar Cocora, las palmas de cera que te reciben desde el mismo carreteable que conecta el municipio con el estrecho y congestionado sitio de entrada al Valle. Allí en caballo o a pie, en largas peregrinaciones en medio el gentío, accedes al parque e interpretas por tus medios la belleza del paisaje. Sin tomar con frivolidad lo que te ofrece las montañas, la neblina espesa, el contraste del verde de los campos, y en un cielo despejado el cañón del río, lo nuestro tenía un propósito: el cóndor. Esta ave majestuosa de los andes, el emblema del escudo de armas de Colombia que mira a la derecha, el animal más imponente de las alturas en toda Sudamérica, el ave que vuela más grande del planeta, fue la recompensa a nuestro primer encuentro con las maravillas que rodea Salento. Es irónico que con todos los superlativos atribuidos al Cóndor,  se encuentre en peligro crítico de extinción por causas antrópicas, como casi todo en el planeta. Verlo sobrevolar ante nosotros, contemplar su despliegue de alas y exhibirse ante su fanaticada, es la muestra que no todo está perdido.

¿De quién es el Encanto de Salento?

Si buscas un lugar más íntimo con la naturaleza y asegurar la cita con el ser viviente más cercano al cielo, debes madrugar,  visitarlo entre las 6 y 8 am, que en recomendación de los guías locales, es el mejor horario. 

Siguiendo con el viaje en familia, y evitando a toda costa el rol de ser turistas, nos dejamos sorprender por los lugares que visitamos, y escudriñar historias, se ha vuelto un hábito tan incesante como emocionante. Si bien hacemos un plan, preparamos ropa e indagamos algo del lugar, propiciamos espontáneas conversaciones con lugareños y en Salento no se hizo la excepción. 

Edison, un guía de alto nivel, ubicado en la esquina del parqueadero que administra, nos dio detalles del municipio. De Salento y su aclamada audiencia debido a su “Encanto”, te encuentras con el epicentro fantástico de una tierra de colores, casitas, paisajes sin igual. Nos explicaba de la visita al volcán de Machín, pasando por la Carbonera y Toche (el lugar con más palmas de cera de Colombia), un recorrido a hacer en carros tipo buggies; hizo mención a los detalles para caminar por el valle y llegar al nevado del Tolima, en un trekking de tres a cuatros días para atravesar dos departamentos, y por último, el que más nos impresionó, el camino nacional.

¿De quién es el Encanto de Salento?

Existe una trocha, un punto emblemático de lo que una vez fue el paso del libertador  y la expedición botánica. Salento guarda de manera casi abandonada, los vestigios del llamado camino de los indios, esta ruta nacional protegida por simbólicos acuerdos y decretos municipales, puede ser quizá el principal atractivo histórico del territorio. Atando cabos y puntos de georefrenciación, este paso se suma a la extensa red de caminos del Qhapac Ñan, que se sigue entretejiendo cada vez más ante mis ojos y una fuerte señal de aportar a este patrimonio mundial de la Unesco – capítulo Colombia – que nos encontramos en mora de trazar.

Deslumbrados por todo el embrujo natural de esta pequeña partición de las rutas de herradura en la Colombia oculta y ante la precaria información municipal al respecto, salimos en busca y adivinación de lo que pudiera provocar las señales del camino. Anduvimos cerca de 6 kilómetros, rodeados de espesa vegetación, barrancos arcillosos y recreando escenas épicas de la historia. Lamentamos la nula información al respecto, el desprovisto de su señalética, y la irracionalidad gubernamental de no recuperar nuestros caminos ancestrales. 

Luego de una hora, bajamos hasta el caserío de Boquia y tomar el camino hacia la reserva Patasola para terminar el circuito en la boscosa hacienda de Santa Rita y su admirable estado de conservación, además de transitar bajo sus túneles olvidados, una prueba más de las añoranzas absurdamente olvidadas del país, el sistema férreo. En un bus municipal nos regresaríamos a Salento, para seguir caminando sus calles y esperar que un miembro de la familia “Madrigal” se asomara por alguna ventana de colores. Al final del día, la parada obligada para disfrutar el súper patacón de Juan, una perfecta y magistral obra gastronómica preparada y servida a la mesa por su propio inventor.

¿De quién es el Encanto de Salento?

Bien hace el billete de 100 mil pesos de mostrar los emblemas del Valle del Cocora, los poemas a la Palma de Cera, la flor del siete cueros y el pájaro barranquero que muestra sus nidos a lo largo del camino nacional y además lleva su nombre al tramo más largo del túnel de la línea. 

Con todo lo anterior, hay una duda por resolver, de quien es el Encanto de Salento?. La pregunta surge por la inmensa cantidad de extranjeros en el territorio. 

Las tiendas, hostales, boutiques, restaurantes son principalmente de Argentinos, Estaunidenses y Alemanes, esto dicho en boca de varios habitantes locales. Cuentan como sus tierras empezaron a ser compradas por foráneos que fueron de a poco prevaleciendo el uso del suelo con fines turísticos en su territorio. Entienden como el turismo los tiene agarrados y ya solo dependen de ello. También saben que son visitantes en su propio pueblo, la mayoría del comercio es negocio de otros y lo que se ofrece no es de lo propio. Narran con extrañeza los tiempos del café, del trabajo en el campo, con campesinos arando la tierra y no como simples serviles del ocio y esparcimiento de ajenos. El Covid y su encierro fue un profundo respiro para volver a verse con los suyos, que por los hostigantes ritmos del turismo masivo, no había permitido por un par de décadas que esto pudiera suceder.

¿De quién es el Encanto de Salento?

Salento, el Encanto Colombiano, se muestra al mundo como una añoranza en las formas de vivir y espera que el turismo le brinde oportunidades de igualdad y no lo fatigue hasta al punto de no reconocer de quien es su propio Encanto. 

P.D. Visitar Salento y sus maravillas conexas, es viajar por la ruta del viejo Caldas. Dedicar una semana completa para ir y volver a tantos sitios como tiempo se pueda tener. Cerca encuentras Santa Rosa de Cabal, mariposario de Quindío, Filandia, fincas cafeteras por doquier, termales y nevados. Un profundo y verdadero encanto. 

Diego Ramiro García Bejarano

Viajes, turismo y naturaleza.

@Patasolatrekk

Creado Por
Diego García Bejarano.
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