De tour por el Covid-19

Me inscribí en el “Tour por el Covid-19”, un paquete de ocho recorridos rápidos, en Bogotá, por la ruta urbana del virus que llegó a Colombia como resultado de un “accidente” en un laboratorio socialista chino. La excursión, ofrecida por un emprendimiento (lo de moda), lucía interesante e insólita, dirigida por una chica bogotana de rasgos indígenas, llamada ‘La china’ por sus colegas. El recorrido fue el siguiente: 

Tour de los indolentes. La visita más desconcertante, fuente del virus. Lo vimos de manera patética al mediodía, en un pequeño mall comercial donde gente de todas las edades y géneros, sin tapabocas y muy cerca entre sí, libaban licor y consumían droga, “en ejercicio”, indicó la guía con ironía, “del derecho al libre desarrollo de la personalidad”. Por razones obvias, nos alejamos pronto de aquel sitio para arribar al siguiente.   

Tour de las UCI. Gracias a una conocida clínica y su circuito de video, nos fue posible apreciar brevemente la actividad de quienes laboran en una UCI, atendiendo a quienes proceden de lugares como el anterior. “Si bien UCI significa Unidad de Cuidado Intensivo –dijo la guía–, también significaría Unidad de Coraje e Incertidumbre. Es que todo el personal se entrega con devoción y ciencia, con un fervor admirable y generoso para salvar vidas y esperanzas de los pacientes de covid-19, aunque no estén seguros de conseguirlo. Dan lo mejor de su parte. ¡Son heroínas, son héroes!”. 

Tour de los dolientes. Llegamos a una de las zonas de acceso a un hospital cercano, donde decenas de mujeres y hombres perfilaban una escena desgarradora al esperar día y noche noticias sobre sus seres queridos. “¿Ven aquella señora de la blusa negra?”, nos preguntó ‘La china’. “Lleva 15 días aquí, con hambre y frío, enviándole mensajes de amor y coraje a su esposo, que lucha entre la vida y la muerte en una UCI. Son las razones que ordena el corazón”. Les deseamos lo mejor a todos y nos dirigimos al siguiente destino.

Tour de los ruegos. Fue en un templo ecuménico. Nos encontramos con un concierto de murmullos y ruegos a Yahvé, Dios y Alá. Los orantes, que no orates, de varias confesiones religiosas, pedían milagros y buenas energías para los suyos y quienes los atendían en clínicas y hospitales. En el ambiente se percibía algo parecido a una paz extraña –no como en el tour anterior– al mezclarse cánticos en latín, español, árabe, hebreo y otros idiomas, más los aromas de velas y esencias que incitaban a volver.

Tour de la Casa de Nariño. “Desde este palacio, inaugurado el 10 de julio de 1908”, empezó diciendo la guía, “el presidente Iván Duque, acompañado de un calificado grupo de mujeres y hombres, trabaja en el manejo de la pandemia. A través de la ventana derecha podemos apreciar que analizan informes, evalúan estrategias, conversan de las vacunas y contestan mensajes de los opositores. Justo en este momento habla Duque, oigámoslo: ‘…Es que los mezquinos quieren el fracaso de la vacunación contra el coronavirus…’”. Luego de unos minutos más, salimos y seguimos hacia la próxima parada, cerca.

Tour del Congreso. Este tour incluía el derecho a sentarnos en curules del ‘Congrezoo’ de la República, “llamado así”, dijo ‘La china’, “por algunos irreverentes dada la presencia simbólica aquí, de tanto en tanto, de lagartos, ratas, águilas arpías, elefantes, hienas hambrientas y otros especímenes”. Justamente pudimos oír a políticos de la oposición a Duque decir cosas como: “¡Es que el parecido que el subpresidente tiene a un marrano es lo que explica la cantidad de marranadas que ha cometido en el manejo de la pandemia…!”. Cosas de un amigo de la paz.

Tour de los medios. Hay que revelar que, por funcionalidad, en este tour los medios estaban representados por una estación radial capitalina, a cuya cabina accedimos. Vimos cómo algunos de sus periodistas sobrevaloraban reales o supuestas fallas del gobierno en la gestión de la pandemia, y subvaloraban aspectos positivos importantes, luego de lo cual casi todos sus analistas y entrevistados la emprendían contra Duque y Uribe con unos dardos tan tóxicos, que alguien del tour se desmayó por problemas respiratorios sin tener el virus…

Tour de los duelos. Este último tour fue contundente: ingresamos a una ceremonia religiosa en homenaje a tres hermanos fallecidos por covid-19, adquirido en una fiesta familiar. Me atormenta reconocer que el llanto aturdía, la tristeza transformaba las miradas y el dolor te hacía crujir los dientes. “No olvidemos nunca esta vivencia, que refuerza la necesidad de cuidarnos en cada momento los unos a los otros y los unos de los otros”, anotó la guía al salir cabizbajos, en silencio y con los ojos inundados. ¡Qué experiencia!

Confieso que quienes hicimos los ocho tours no sabemos cómo sobrevivimos a tanta emoción (e indignación) en tan poco tiempo. 

INFLEXIÓN. Como dijo la Organización Mundial de la Salud, “el virus llegó para quedarse”. ¿Para quedarse con todo…?

Ignacio Arizmendi Posada

23/01/21

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