Augusto Solano Mejía

Presidente Ejecutivo de Asocolflores desde el año 2000. Ingeniero Industrial de la Universidad de los Andes y MBA del Wharton School, de la Universidad de Pennsylvania, asesor económico y financiero del Ministro de Desarrollo. Actualmente pertenece a las Juntas Directivas del Instituto Colombiano Agropecuario – ICA en representación del presidente de la República, la Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC), del Consejo Empresarial para el Desarrollo Sostenible (Cecodes, Presidente Junta Directiva), de Porvenir S.A. y de la Universidad ICESI.  También lo es de varias organizaciones de la floricultura internacional en los Estados Unidos y Europa.

Augusto Solano Mejía

El Día Internacional Libre de Bolsas Plásticas y el estado de emergencia oceánica

Hoy celebra el mundo el Día Internacional Libre de Bolsas de Plástico, una iniciativa patrocinada por varias organizaciones y alianzas internacionales que cada año busca generar conciencia sobre la problemática que representa su utilización.

“Una drástica reducción en el uso de productos y envases descartables debería ser uno de los principales focos de las políticas públicas que apunten tanto a un manejo sustentable de los residuos como a un uso más racional de los bienes comunes”, aseguran los organizadores de esta actividad.

Por otra parte, a comienzos de este mes se conoció un informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), el cual revela que en 2060 se duplicará la basura en los océanos -en su gran mayoría plástica- y, a la vez, hace menos de una semana durante la instalación en Lisboa de la Conferencia de la ONU sobre los Océanos, su secretario general, Antonio Gutiérrez, aseguró que nos enfrentamos a una emergencia oceánica.

A lo dicho por Gutiérrez, se ha sumado el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), el cual asegura que en los mares “Hay un torrente interminable de contaminación que incluye la cantidad de plástico de un camión de basura cada minuto”.

Ante lo expuesto anteriormente, celebrar un día internacional con buenas intenciones no basta, alarmarnos tampoco porque en definitiva ya lo estamos, y reflexionar menos porque todos comprendemos que el plástico es sumamente dañino y nos está llevando a la autodestrucción.

Suena más que paradójico que conozcamos el problema, seamos conscientes de su dimensión y tengamos un gran temor, pero los mercados sigan incrementando la producción de plástico de un solo uso y las personas lo utilicen cada día más en todas sus actividades.

Los océanos constituyen la principal fuente de vida del planeta, son la mayor despensa de la humanidad, estabilizan el clima porque fijan y acumulan parte de los gases de efecto invernadero (GEI) que emitimos a la atmosfera, entre ellos cerca del 23% del CO2 generado por las actividades humanas, actuando como una gigantesca esponja.

No obstante, ese gran potencial de absorción del mar va en detrimento de su biodiversidad al generar reacciones químicas que acidifican sus aguas, poniendo en peligro de extinción los diferentes hábitats que lo conforman.

¿Hasta cuándo nos cansaremos de escuchar que nos estamos matando como especie y comenzaremos en realidad a tomar cartas en el asunto?

Es indiscutible que los gobiernos tienen que colocar inmediatamente límites globales a la producción de plástico, controlar la sobre explotación de pesca en los océanos, trabajar en la creación de nuevas zonas protegidas y en la mejora de los sumideros naturales, como los manglares, o mediante planes de geoingeniería; pero también lo es que cada persona está en la obligación de reducir su utilización y aquí no existe excusa posible.

Lo anterior parece utópico, pero no lo es. Si como personas sumamos voluntades y acciones conjuntas estaremos aportando en una gran medida a salvaguardar los mares. El 80% de su contaminación se origina en tierra y cualquier medida que adoptemos a título individual para reducir nuestra huella ecológica, con seguridad ayudará de forma directa o indirecta a este propósito.

Para despedirme tengo que insistir en lo que hemos oído hasta el cansancio. No bebamos productos embotellados en plástico, evitemos tirar colillas en las calles, reduzcamos el uso del automóvil, consumamos racionalmente la energía, no utilicemos vasos o cubiertos de plástico y, al comprar productos de higiene personal, no adquiramos los que contengan micro plásticos, rechazando aquellos que en sus ingredientes contengan “polipropileno”, “polietileno”, “tereftalato de polietileno” o “polimetil metacrilato”.

Recordemos que la voluntad es firmeza en los propósitos y que si la sumamos colectivamente posibilitamos la acción social. Hay muchos culpables de lo que nos está pasando, pero cada uno de nosotros también lo es. ¡Salvemos nuestro hogar!. 

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Augusto Solano Mejía
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