En su edición del 22 de diciembre de 2019, la revista Semana dice: “En este año, el teflón de Álvaro Uribe desapareció. ¿Cómo se explica que el presidente más popular de la historia reciente sea hoy el político más impopular del país?” ¿Cómo se explica? Fácil.
La izquierda (“izquierda vota izquierda”, “no hay enemigos a la izquierda”) espera llegar a la presidencia de Colombia en 2022, amenaza que no pocos ciudadanos creemos que es poderosa y real, si bien otros afirman que es una fantasía de “los enemigos de la paz y el pueblo”.
¿Quién, en los últimos lustros, ha liderado y lidera audazmente las alertas y la lucha contra la posibilidad de que un régimen de perfil soviético se establezca en este país? Álvaro Uribe. Lo ha hecho desde el gobierno y la acción política y ciudadana. Y ha procedido de una forma que sus enemigos (la izquierda y los aliados mamertos de balneario y yate) sienten que no pueden tolerar que el expresidente prosiga con ánimos (y con vida) para adelantar la misión que se autoimpuso por convicción, y que millones de colombianos respaldamos.
Con el fin de bajarle los ánimos, tales enemigos obran al unísono, guiados por un código U, con criterios y directrices para dinamitar la tarea de Uribe, su enemigo número 1, el más peligroso para sus apetencias, y para despejar el camino de cara a tomarse el poder en 2022, o antes.
El código los ilumina y anima a valerse de los recursos que conduzcan a que el exmandatario se aburra y se jubile (silenciándose), la gente lo desprecie y lo jubile (olvidándolo), o lo condene y desaparezca (asesinándolo). Cualquiera de las tres opciones sería un formidable éxito de los prosoviéticos del siglo 21. Por lo tanto, echan mano de toda clase de mentiras, acusaciones, injurias, señalamientos, descalificaciones, calumnias, fantasías, etc., que lo desacrediten y lo hagan aparecer como un político miserable y criminal, que no merece ni el apoyo de ningún ciudadano ni que continúe con vida. De tales propósitos dan razón, entre muchísimas fotos disponibles en internet, las dos que se anexan a esta columna y que hablan por sí solas.
Es que el “código U” ordena que los capos propongan, los educadores adoctrinen, los analistas consoliden, los líderes agiten, los periodistas divulguen, las redes reproduzcan.
Para utilizar todo ello, los enemigos de Álvaro Uribe actúan en centros educativos públicos y privados, organizaciones obreras, sociales, feministas, de “defensa de los derechos humanos”, ambientalistas, colectivos de toda clase y condición, medios de comunicación propios y burgueses, redes públicas, acciones de calle. Y cuentan con el apoyo de funcionarios judiciales, políticos de otros partidos, mafias, artistas, cineastas, escritores, columnistas, guerrillas, infiltrados en el gobierno y las fuerzas armadas, etc.
No puede sorprender, por lo tanto, que dentro y fuera del país se registren mensajes de este tenor: “Somos millones contra Uribe, el peor ser humano que ha parido este país” (tuit del senador Gustavo Bolívar, lugarteniente de Petro, el pasado 22 de junio); “Uribe Vélez es el ser más ruin, nauseabundo y siniestro de la raza antioqueña” (Esteban Carlos Mejía, El Espectador, 15 de diciembre de 2018); “Álvaro Uribe lleva 30 años ejecutando crímenes” (Daniel Mendoza, creador de la serie “Matarife”, entrevista el 4 junio con Hollman Morris, otro lugarteniente de Petro, en el Canal Tres); “Uribe se inventa guerras y enemigos para mantener la dosis de ira y odio” (María Jimena Duzán, Semana, julio 22, 2017); “sanguijuela de alcantarilla”, le dijo Claudia López en el Congreso (septiembre 17, 2014). Y miles más.
Dichas maravillas explican que la directora de cine Camila Loboguerrero afirmara que “ese señor da susto” (El Espectador, enero 19, 2020). Y que el periodista Yamid Amat, en su noticiero CM& (agosto 29, 2019) preguntara a los televidentes: "¿Ustedes prefieren la guerra, como propone el presidente Uribe, o la paz, como propone la doctora Patricia Linares (presidenta de la JEP)?”. Y que a “millones de jóvenes”, “el Centro Democrático les genera ira y desagrado”, según un estudio de la U. del Rosario (El Tiempo, febrero 9, 2020). Y que el 29 de abril de este año se haya “informado” por las redes sociales que el expresidente acababa de morir “al parecer de un infarto cardíaco”. Y que el propio Uribe haya dicho, el 3 de junio, que el presidente Duque lo había alertado acerca de un plan para asesinarlo.
Maravillas que explican muchas cosas más de quienes, en cocteles y entrevistas, con pompa y venias, se declaran “amigos de la paz y enemigos de la guerra” y buscan tomarse el poder para capturarlo por decenios, como en la vieja URSS, China, Cuba, Corea del Norte, etc.
INFLEXIÓN. ¿Cómo sorprenderse, entonces, damas y caballeros de Semana, de la supuesta o real impopularidad del expresidente Uribe hoy?
Por: Ignacion Arizmendi Posada
27/6/20