Santiago Valencia
Abogado, especialista en Derecho Administrativo con Maestría en Análisis Económico del Derecho, se ha desempeñado como profesor universitario, abogado litigante, consultor jurídico y en asuntos políticos y públicos, fue elegido Representante a la Cámara (2014 – 2018) y Senador (2018 – 2022), en el Congreso fue miembro de las comisiones primeras constitucionales, Presidente Comisión Primera (2019 – 2020), Presidente Comisión de Ética y Estatuto del Congresista (2020 – 2021).
Santiago Valencia

El victimismo político del Pacto Histórico

Hace algunos años hice un curso de liderazgo, denominado “Líderes Visión Colombia” fue un espacio liberador, de auto conocimiento y de empoderamiento, allí conocí personas maravillosas, cada una de ellas con visiones, problemas y formas diferentes de afrontar la vida. Cada una de esas personas fueron maestros, el hecho de compartir nuestras vidas a un nivel tan íntimo hizo crecer en todos, la empatía, la solidaridad, pero sobre todo una forma diferente de ver, afrontar y solucionar los problemas, con mayor positivismo y proactividad.

Tengo además la fortuna de tener una mamá psicóloga, poetisa y literata, durante toda su vida se dedicó a tratar niños, luego más adelante se volvió terapeuta familiar, finalmente con su gran capacidad para escribir y narrar encontró una hermosa forma de hacer terapia a través de la literatura, cuentos que ella misma escribía y que le permitían a su paciente explorar lo mas profundo de su ser y además encontrar también solución a sus problemas de una forma innovadora y artística.

De ella nunca un grito, siempre que había algún tema que tratar con mis hermanos y conmigo, nos planteaba preguntas, interrogantes que buscaban que nosotros mismos encontráramos y concluyéramos qué de nuestro comportamiento estaba mal, para que asumiéramos la responsabilidad y las consecuencias conscientes de lo que había sucedido, pero siempre también buscando el lado positivo y el compromiso para que esos hechos no volvieran a ocurrir.

Estudié en un colegio tradicional de Bogotá en el que una de sus máximas es “La disciplina de confianza”, así, no hay que tener un policía encima para saber que está bien y que está mal, el auto control era la clave, se complementaba perfecto con otra máxima “Educar antes de instruir”, enseñar a diferenciar entre el bien y el mal, lograr un comportamiento óptimo por voluntad propia, pero también, como último recurso asumir las consecuencias de los actos.

Los psicólogos han escrito mucho sobre las personas que llegan a sus consultas y que identifican casi al instante con “personalidad de víctimas”. Las describen como personas egocéntricas, cada cosa mala que pasa, de forma negativa, es una demostración de que “el mundo está contra ellas”, todo es para “dañarlos o castigarlos”, nada es realmente su “culpa”, no se hacen responsables de sus actos por que han “pasado por tanto” que están recuperando lo que según ellos “en un principio les arrebataron”.

 En “Líderes Visión Colombia” nos insistían mucho en desterrar a esa persona en nuestro interior que vivía en “Victimilandia” o en una telenovela al mejor estilo mexicano, porque esas personas viven en función de culpar y sufrir, se sumergen en una espiral de sentimientos negativos que no los deja salir adelante, ni tomar las riendas de su vida, ni asumir responsabilidad, son víctimas perpetuas.

Los investigadores israelitas Gabay Haneirio, Rubel – Lifschitz y Nadler escribieron sobre la “tendencia a la victimización” o el “sentimiento duradero de que el yo es una víctima” e identificaron las siguientes características:

  • Necesidad de reconocimiento como víctima.
  • Elitismo moral, verse como moralmente superior a los demás, los que se oponen son “inmorales e injustos”.
  • Falta de empatía, no les importa el sufrimiento de los demás porque “su sufrimiento es peor”.

Entre otros signos.

Las personas que tienden a victimizarse son profundamente negativas, muy difíciles en su trato interpersonal, suelen ser más “sentidas”, viven con mayor dolor cualquier situación, culpan con más intensidad, perdonan menos, son destructivas y muy poco colaborativas, además, no asumen sus culpas ni responsabilidad por sus actos.

En Colombia, ha nacido entonces un nuevo movimiento político, “El Victimismo” su fundador Gustavo Petro, a quien ya conocemos su personalidad narcisista y su carencia absoluta para asumir responsabilidad por sus actos en el M-19, la Alcaldía de Bogotá, las bolsas de dinero y ahora su presidencia.

Lograron volver la “personalidad de víctima” en una forma de gobierno, cada una de las características expuestas por los expertos aplica perfectamente al Pacto Histórico. Según ellos, la “Derecha” es la culpable y ejerce un “golpe blando”, supongo entonces que esa “Derecha” imaginaria contrató la niñera, la mandó al polígrafo, la interceptó ilegalmente, nombró embajador en Venezuela, le presentó narcos a Nico para que les pidiera plata etc.

Al menos yo, no me trago el cuento de “víctimas” del Gobierno, muy a pesar de muchos, hoy están en el poder, legitima o ilegítimamente, ojalá gobiernen más y se quejen menos.

El resto de colombianos que no pertenecemos al “victimismo” preparémonos para ganar las elecciones en octubre, rodeemos a la rama judicial y los entes de control, para que sigan utilizando el sistema de contrapesos, presionemos al Congreso para que vote o conciencia y no por mermelada, sobre todo, preparémonos para en tres años elegir a un demócrata, cualquiera que sea y recuperar la institucionalidad y el Estado de Derecho.

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