
Preferí tener un hijo sin padre en vez de mal parirlo sin que nadie me viera. Lo arrope en mi vientre entre la duda, la inmadurez y el desconcierto.
Pero con cada mirada me arrancaba el miedo y el desespero. ¿Opciones? Muchas para una madre sin futuro.
Opciones le da el mundo de matar y hacer como si nadie supiera.
Opciones le da la sociedad al cauterizar sus esperanzas con una lengua ácida atiborrada de pensamientos oscuros de lo que podría pasar pero no ha pasado.
Madre, si madre, así tú hijo esté aún en el vientre y estés pensando en cancelarle sus opciones de vivir
rásgate las vestiduras, aguanta hambre, deja que el desprestigio te patee y permite a ese niño ver la luz,
Que cuando lo haga, se desintegraran las razones que te daban para matarlo, que una vez te mire con sus ojitos soñolientos el desprestigio será para aquellos que no comprendían la magnificencia de la vida y el hambre, esa, se saciara a punta de amor porque donde hay amor no hay carencia ni de pan.
Abre las piernas y alumbra al mundo con ese ser que vino a través de ti. Muestra con esa luz la esperanza perdida de mil generaciones. Y amamanta a tu científico, ingeniero o futbolista.
Que te mame la leche y que sonría cuando en tus ojos vea el brillo de quién le dio la vida. Ámalo madre, ámalo que viene de tus entrañas pero trae magia en todo su ser.
Entrégalo al mundo y será una prueba andante de una buena decisión.
Será un recordatorio de que esa vida que pudo convertirse en muerte en un momento de indecisión, llegó para revolcar con su alegría un mundo en el que la incertidumbre prima sobre el amor.
Ámalo y mírate al espejo reconociendo el brillo absoluto de tu valiente decisión.