En ambos he participado como enviado de prensa, lo que me ha permitido sopesar el impacto universal de las justas, las connotaciones de los triunfos en tantas disciplinas, los dramas, el fervor del público, el interés que despiertan desde el comienzo hasta el final y el valor de la consagración de los atletas.
Enloquecen las ciudades sede con el devenir multicolor de los turistas. Pan de cada día, desde la mañana hasta la noche, los deportistas, los entrenadores, derrochando nacionalismo, orgullosos de sus países, llenos de ilusiones, esperando una medalla, un podio, o la superación de sus registros.
Tengo mi mejor recuerdo con Ximena Restrepo, medalla de bronce en Barcelona- 92, la llamada mejor olimpiada de la historia.
Confluyeron allí grandes estrellas del deporte, entre ellas Michael Jordan, como cabeza visible del “dream-team” de baloncesto de Estados Unidos, a la postre campeón, con fabulosas presentaciones.
Ximena quedó grabada en mi memoria porque en su día soñado, los directivos del Comité Olímpico colombiano, la despojaron del auto que la conduciría al estadio Montjuic, sede de la competencia.
En medio de una crisis nerviosa y mucho sufrimiento, llegó al lugar en transporte público, a diez minutos del comienzo del evento, en el que se consagró en los 400 metros lisos.
Todos los juegos han sido de ensueño a pesar de la injerencia política en su desarrollo, los escándalos por dopaje y las tragedias.
La masacre de Múnich en el 92 está en el recuerdo. Fedayines palestinos del movimiento terrorista “septiembre negro”, asesinaron a 11 deportistas de Israel en la Villa Olímpica.
Fantástica fue la transmisión que hizo la otrora Todelar, con periodistas de talla y reconocimiento que sería pieza vital de enseñanzas hoy en las academias, pero los profesores ni lo recuerdan.
Lástima porque las nuevas generaciones de periodistas, que se jactan de sus novedosos contenidos, prefieren ser escandalosos, futboleros y no deportivos y poco activan la memoria.
Para un periodista, es su verdadera graduación en los escenarios. Es el despertar al hipnótico mundo del deporte, por su diversidad de razas, de disciplinas, con el mayor nivel de competencia. Por la alternancia entre los gigantes y modernos centro de prensa y los coliseos y estadios donde deslumbran los atletas.
En ellas un combate de Esgrima puede ser tan sobresaliente como un partido de futbol. Y qué decir de la fascinante fiesta del atletismo.
Por ello un homenaje, muy merecido, para Mariana Pajón, Caterine Ibarguen, María Isabel Urrutia y Oscar Figueroa, nuestros medallistas de oro olímpico.