Nicolás Salazar Ortiz

Administrador de Empresas de la Escuela de Negocios de la Universidad Texas A&M. Es epecialista en Mercadeo Estratégico del CESA y magíster en Gestión Pública de la Universidad de los Andes. Se ha desempeñado como Director de Transferencias Monetarias, a cargo de programas como Familias en Acción e Ingreso Solidario, y como Director de Contratación y gobierno en el sector privado.

 

Nicolás Salazar Ortiz

La era de las motos

El incremento de motocicletas en Bogotá y el país es una realidad que no puede desconocerse. Dentro de pocos años, su número superará el número de vehículos que circulan en las calles de la ciudad. Por cada vehículo matriculado durante el 2022, se matricularon 3.1 motocicletas nuevas. Según cifras de la Secretaría de Movilidad, hay más de 500 mil motocicletas matriculadas en Bogotá. Sin embargo, adicional a esta cifra, en la ciudad circulan motos matriculadas en municipios del área metropolitana de Bogotá, por lo que la cifra total de circulación supera un millón doscientos mil motos. Si se tiene en cuenta que en Bogotá circulan más de 2.6 millones de vehículos, podríamos concluir que hoy en día, por cada dos carros circulando en las calles, se tiene una moto en las vías de la ciudad.

Yo, personalmente, en el 2009 decidí sacar mi licencia de tránsito categoría A2 y montarme en una moto. La movilidad de la ciudad ha venido colapsando durante los últimos años, tanto que, los trayectos que hace 10 años duraban una hora, hoy en día se convirtieron en trancones interminables de dos o tres horas durante horas pico.

A pesar de que, para muchos, montarse en una moto inicia como una solución a la caótica movilidad de la ciudad, termina representando un significativo ahorro monetario en costos de desplazamiento e incrementa la calidad de vida de sus usuarios. El gasto mensual promedio de dos personas en pasajes de Transmilenio es de $295 mil pesos al mes. Si el trayecto requiere transbordos en alimentadores, el costo mensual incrementa a $570 mil pesos mensuales. Por otra parte, un propietario de moto gasta mensualmente unos $100 mil pesos en gasolina.

Hace unos días, una persona que trabaja en Sopó, me comentó que el principal beneficio que le da la moto es poder salir de trabajar a las 5 pm y llegar a su casa en Bogotá y ver a su familia antes de que oscurezca. Este rápido desplazamiento resulta imposible para usuarios de automóviles, de servicio público, e inclusive bicicletas. Para ponerse en los zapatos de un motero, se debe entender que más que una solución a la movilidad, montar en moto se convierte en un estilo de vida. La comunidad motera es una hermandad en la que se preocupan los unos por los otros.

La realidad es que los motociclistas se convirtieron en un actor representativo en las vías de la ciudad. La otra realidad es que desde la Secretaría de Movilidad y la Alcaldía de Bogotá no se ha previsto el impacto que esto traerá a la movilidad de la ciudad en los próximos años. La actual administración continúa eliminando carriles vehiculares para entregárselos a bici usuarios, pero ¿qué medidas ha tomado para facilitar la seguridad y la movilidad de esta población? Para hablar de seguridad vial, la Secretaria Deyanira Ávila defiende sus “cámaras salvavidas”. Pero ¿por qué no se preocupa por los huecos en las vías de la ciudad que es uno de los principales factores que genera alta siniestralidad y mortalidad en la comunidad motera?.

Mejorar la movilidad de la ciudad implica tener en cuenta las necesidades de los moteros y encontrar formas para incentivar una mejor cultura ciudadana en esta comunidad. Si calles como la carrera 11, contaban ya con una cicloruta en el andén, ¿por qué la llena de materas e invade un carril vehicular para entregárselo a las bicicletas? ¿Por qué no comenzar a pensar parte de la solución a la movilidad puede implicar entregarle un carril exclusivo a la comunidad motera?

La principal queja que se tiene hacia esta comunidad es el irrespeto a las normas de tránsito. El nuevo alcalde de Bogotá deberá recuperar la cultura ciudadana en materia de movilidad. Zanahoria para los ciudadanos ejemplares y garrote para los que incumplan las normas de tránsito y de convivencia ciudadana. Este trabajo puede ser posible incluyendo a los mismos líderes de la comunidad. Existen clubes moteros que, para ingresar y permanecer en los mismos, los miembros son sometidos a verificaciones de antecedentes penales, y de comportamientos de tránsito. ¿Qué incentivos podemos darle a estas comunidades y a estos líderes para que se apropien del tema y aboguen por una mejor cultura ciudadana en las calles?.

Las motos llegaron para quedarse. Debemos tener estas conversaciones incómodas pero necesarias, organizar a la comunidad motera, e incluir sus necesidades dentro de la planeación y el ordenamiento de la ciudad.

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Nicolás Salazar Ortiz
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